La ventana rota

Siguiendo la estela de “El coleccionista de huesos” sale a la luz la octava novela protagonizada por el detective tetrapléjico Lincoln Rhyme, «La ventana rota». Una trama enrevesada y atrevida con internet y sus entresijos como protagonistas. Su autor, Jeffery Deaver, plantea importantes preguntas sobre el valor de la privacidad y la pérdida de identidad a través de la red. Una novela que no dejará indiferente a nadie en un mundo regido por las nuevas tecnologías.

La editorial Umbriel publicó el pasado febrero la esperada continuación de “El coleccionista de huesos”. Con más de veintisiete obras a sus espaldas, ocho de ellas protagonizadas por Lincon Rhyme, Jeffery Deaver es considerado hoy por hoy como uno de los mejores escritores de intriga y temática policial. Su estilo único, actual y atractivo resulta vertiginoso, llevando al lector a plantearse su otra vida en la red. ¿Estamos seguros viviendo en el mundo virtual?

Tu vida en un click

Lincoln Rhyme se encuentra inmerso en una investigación criminal que le lleva de cabeza. Trata de seguirle la pista a un peligroso criminal que ha escapado delante de sus narices. Encontrarle se convierte en un asunto personal de vital importancia. Sin embargo, su afilado olfato de sabueso tendrá que girar hacia otro rastro. Una llamada telefónica de su cuñada hace saltar una nueva liebre.

Su primo Arthur, al que hace décadas que no ve, ha sido acusado de un grave crimen. La escena del delito está llena de pruebas de apuntan a su total culpabilidad. Su mujer, confiando en el buen hacer de Lincoln como investigador, le convence para que revise las pruebas. Es imposible que Arthur haya sido capaz de algo tan atroz.

Dejando de lado su pasado turbulento con Arthur, Rhyme decide hacerse con el caso. Ayudado por la agente Amelia Sachs dan con una serie de crímenes similares por la infalibilidad de las pruebas forenses. Demasiadas pruebas recriminatorias en el escenario. Tirar del hilo les llevará a las puertas de una importante empresa destinada al almacenamiento de información personal de todos los habitantes de la ciudad. Su finalidad no es otra que proporcionar datos útiles para diferentes sectores comerciales. Pero ¿hasta dónde puede llegar esa intromisión en la intimidad de las personas?

Privacidad, consumo y redes sociales

Como en todas sus obras, Jeffery Deaver trata temas actuales que obligan a reflexionar al lector sobre el mundo que le rodea. En «La ventana rota» se introduce en el mundo de las nuevas tecnologías, el consumo y la intervención estatal. Todo ello entremezclado con una serie de horribles crímenes, a cual más truculento, perpetrado por unos sujetos supuestamente inocentes.

La trama, un tanto enrevesada y compleja, gira en torno al mundo virtual, las bases de datos y la información. El entorno de los hackers y los cerebritos que disfrutan con el lenguaje binario. Y se pierde ahí. Lo que podría haber resultado inquietante y turbador, esto es, que alguien ajeno al propio círculo social de un sujeto sea capaz de conocer hasta su marca de dentífrico, termina convertido en un sinfín de listados sin pies ni cabeza. El trabajo policial se desdibuja entre tanto ordenador y se pierde la esencia de la narración dejando al lector con una amarga sensación de vacío temático.

Por otro lado se cuenta con la presencia de dos personajes de excepción, ya clásicos en la literatura negra: Lincoln Rhyme y Amelia Sachs. En esta aventura comparten trabajo policial y vida sentimental. Dos personalidades atractivas y muy bien retratadas que gustarán a aquellos que busquen mayor profundidad en los protagonistas de una novela de este género. Los secundarios también gozan de atractivo y singularidad, cosa que se agradece. Todos tienen algo que aportar a la historia, algo personal y único que impulsa la trama y la hace fluir.

Temas de actualidad

Tras más de veinte novelas publicadas es difícil encontrar algo nuevo que contar. Para Deaver no parecen existir demasiados problemas, pues ya ha escrito siete libros protagonizados por Lincoln Rhyme. “La ventana rota” es el octavo y, de momento, parece que ha tenido una buena acogida tras su publicación.

Años atrás se llevó al cine “El coleccionista de huesos”. El resultado fue variado: a quien ama ese filme y hay quien lo detesta. No hay punto medio. Lo bueno es que nos dio a conocer a un detective totalmente diferente. Un hombre físicamente impedido pero con una mente sobresaliente. Un caballero andante en pleno siglo veinte. También empezó a sonar con más fuerza el nombre de Jeffery Deaver. A partir de esa película las librerías de nuestro país siempre han contado con las últimas novedades de este autor, único como su protagonista.

Es una suerte que el mundo que le rodea le resulte atractivo y se aventure a crear una paranoia sádica con todos los recursos cotidianos. Quien iba a pensar que algo tan inocente como un click podía resultar mortífero. A partir de ahora la navegación por internet dejará de resultarnos una cosa baladí. Algo así como pasear por un parque rodeado de pájaros. Gracias, Deaver y gracias, Hitchcock.

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