En las montañas de la locura

La editorial Libros del Zorro Rojo nos transporta de nuevo a la mente retorcida, alegórica y pionera del maestro del horror cósmico H.P.Lovecraft. Un viaje angustioso y minuciosamente detallado al interior de lo oculto. Una travesía  en busca de conocimientos científicos que conducen al horror. Mitos que cobran certeza en un inexorable camino hacia la demencia.

El ansia del conocimiento científico choca de manera frontal y terrorífica contra el oscuro pasado de las tradiciones primigenias. El brilante autor nos introduce en esta inquietante y genial obra, recreada de manera virtuosa por las ilustraciones del maestro Breccia.

Los riesgos de ahondar en lo desconocido

“En las montañas de la locura” (1931) es una de las cuatro novelas capitales que Lovecraft escribió a lo largo de su escueta vida junto a: “La llamada de Cthulhu” (1926), “El horror de Dunwich” (1928) y “La sombra de Innsmouth” (1931). Autor de una ingente cantidad de relatos cortos al más puro estilo de Edgar Allan Poe (una de sus mayores y admiradas inspiraciones), el escritor de Massachusetts se permitió alargar su prosa en esta narración absorbente, detallista, de atmósfera asfixiante y enfermiza.

Un grupo científico de la sempiterna Universidad de Miskatonic emprende  viaje hacia lo más profundo de la Antártica. Corre el año 1931 (la acción se desarrolla de manera coetánea al momento de la redacción). La expedición se encuentra comandada por un doctor en geología del que nunca conocemos el nombre, y que será nuestro narrador omnisciente. Siempre en primera persona relatará todas las crudas vicisitudes del viaje.

El objetivo del proyecto científico es llegar a tierras todavía no exploradas, y apenas cartografiadas, para profundizar en los estratos helados y conocer de las ignotas maravillas que allí se ocultan. El grupo lo forman pilotos, expertos en geología, química, biología, ingenieros mecánicos y varios porteadores.

Gracias a los incipientes avances tecnológicos del momento (de los cuales Lovecratf era un ávido amante en sintonía con su predecesor Julio Verne), transportan en grandes barcos mercantes una máquina excavadora capaz de resquebrajar los milenarios hielos y poner al descubierto estratos ancestrales, fósiles extintos  y materiales desconocidos.

El grupo desembarca y se separa en distintas avanzadillas para abarcar mayor territorio. Las distancias que los separan se van agrandando debido a que se desplazan en cuatro pequeños aeroplanos que les permiten captar fotografías aéreas y elegir zonas donde las gélidas placas antárticas parecen más atacables.

Uno de los subgrupos informa del avistamiento de una cordillera de montañas titánicas, más altas a simple vista que el Himalaya. Absortos por el descubrimiento comienzan a cavar en la falda de tan monstruosa cadena. Poco después informan por radio de que la excavación ha dado sus frutos: han descubierto elementos y fósiles sorprendentes. Pero más aún, una bolsa o caverna subterránea con extrañas formas congeladas, vestigios que no son capaces de catalogar como especie vegetal o animal.

Las comunicaciones con el grupo lanzadera son interrumpidas por una fuerte tormenta, y tras veinticuatro horas sin conocer de sus avances, el narrador y su siempre fiel compañero Danford toman uno de los aeroplanos y se dirigen hacía su última localización conocida.

A partir de ahí, se produce un bizarro cambio de ritmo argumental y narrativo. Un relato científico, detallado, siguiendo las pautas de un diario con aspiraciones a ser publicado en el Arkham Advertiser (periódico local) o servir de guía para futuras tesis doctorales, se transforma en un apasionante viaje hacia lo desconocido. Una concatenación de sucesos macabros, espeluznantes, pero motivadores de ávidas ansias de conocimiento, que les embarcan en un descenso apasionante hacia la pérdida de la cordura.

Contextualización de la obra

Según avanza el viaje de Danford y el narrador, Lovecraft nos va introduciendo en su particular cosmogonía. La idea primigenia de la expedición le permite ahondar en el conocimiento de nuevas razas, de milenarios vestigios llegados más allá de las estrellas y arraigados en nuestro planeta desde hace eones, mucho antes de que la raza humana morara La Tierra.

El autor pone en relación a los grandes antagonistas del texto (razas tales como los Antiguos o los Shoggoth) con otros muchos entes y objetos de sus obras pretéritas, nombrando el Necromomicon  como libro de referencia de todo conocedor de las artes  esotéricas, así como a otras especies (progenie de Chulthu, los Mi-Go) que entablaron tremendas disputas por la colonización del planeta cuando todavía era un astro recién nacido. De esta forma, “Las montañas de la locura” mantiene una continuidad y, al mismo tiempo, se convierte en un precedente narrativo para el resto de las obras del autor, que deben disfrutarse de manera individual pero entender como un todo colectivo. Un pandemónium de civilizaciones y descubrimientos más allá de lo mundano.

La contextualización no se ciñe exclusivamente a lo interno. Lovecraft no sólo sintoniza con su propia obra, sino que también relaciona la novela con sus influencias externas. En hasta tres ocasiones nombra de forma explícita el “Arthur Gordom Pym” de Edgar Allan Poe, que muchos han entendido como una precuela introductoria de este texto. Una invitación (casi obsesión) a seguir indagando literariamente sobre lo horrendo y espectral de la Antártida, sobre lo maligno de aquellas desérticas tierras.

En realidad, la influencia de Poe abunda en los grandes tópicos de Lovecraft: el conocimiento de lo prohibido, los peligros de la ciencia, la inexorable decadencia de toda civilización, el miedo y la subyugación a lo distinto (que también introduce el racismo).

Elementos básicos que se encuentran puntualmente difuminados en esta obra con mayúsculas. Apasionante, quirúrgicamente estructurada, con la dualidad de compaginar momentos asépticos y espeluznantemente connotativos.

El padre de la criatura

Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence (Rhode Island). Su padre era un viajante de comercio pomposo y dictatorial que prácticamente nunca convivió con su hijo y que murió cuando este tenía ocho años. Su madre era una mujer neurótica y posesiva que  volcó todas sus insatisfacciones en el pequeño Howard.

Sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Se crió sobreprotegido y solitario, leyendo una inmensa cantidad de libros en la gran biblioteca de su abuelo.
Apenas jugaba con otros niños y, cuando lo hacía, le gustaba representar escenas históricas o imaginarias.

Tuvo una vida de penuria económica, de represión y soledad, de amargura y pesimismo. Odiaba la luz del día. Pero en las noches revivía para leer, para escribir, para pasear por las calles solitarias y, sobre todo, para soñar. Lovecraft vivía por y para sus sueños. En ellos experimentaba «una extraña sensación de expectación y de aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en el cielo».

Fue un escritor relativamente desconocido en su propia época. Pese a ello publicó más de 100 relatos, la gran mayoría  en la revista fantástica Weird Tales. Mantenía regularmente correspondencia con otros escritores contemporáneos. Durante su vida escribió miles de cartas (cerca de 100.000). Gracias a ello, un nutrido grupo de creadores llegó a reivindicarse como el Círculo de Lovecraft. August Derleth y Robert Bloch fueron los más prolíficos y destacados.

Lovecraft falleció de cáncer intestinal e insuficiencia renal el 15 de marzo de 1937. Tenía cuarenta y siete años.

Soberbia ilustración

Libros del Zorro Rojo acrecienta el valor de la magnífica obra gracias a la calidad del papel, lo limpio y saneado de la impresión (en formato de tapa dura) y lo excelso de las ilustraciones de Enrique Breccia (Buenos Aires, 1945): todo un maestro que ha trabajado en bocetos tan dispares como La vida del Che, Batman: Gotham Nights o Swamp Thing. Un virtuoso distinguido con la Medalla de Oro de la Asociación de Dibujantes Argentinos que ha sabido captar a la perfección la atmósfera opresiva de la obra.

El lomo interior de portada  y contraportada muestra quirúrgicos bocetos de una autopsia alienígena. En el interior encontramos láminas satinadas a color (algunas a doble página) que nos sitúan analíticamente en los más destacados pasajes de la obra, al mismo tiempo que permiten un breve descanso visual.

Breccia traduce en imágenes el ritmo de lo explorado, el asombro de lo inexplicable y el estupor ante lo dantesco.

 

2 respuestas a «En las montañas de la locura»

  1. Ah sin duda una de las mejores obras del maestro Lovecraft sino es que la mejor. Cabe hacer mención que la novela fue usada descaradamente para la realización de la película «Alien vs Predator» y ni estoy seguro que le hayan dado crédito al autor.

    Felicitaciones por el artículo.

    Saludos
    GAP

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