Azules salvajes

En el año 2018 Beth Kephart publicó “Wilde Blues”, una novela diferente, cautivadora. Siruela le ha dado este año el espaldarazo en castellano y no podemos estar más contentos. Fieles a nuestro propósito de ofrecer lecturas variadas e interesantes, “Azules salvajes” nos parece una maravillosa propuesta. Una historia narrada en primera persona por una chica de trece años que nos ha conquistado. Su ritmo lento puede asustar, pero denle una oportunidad. Es un viaje fascinante.

Beth Kephart es profesora de escritura en la universidad de Pensilvania. Gran parte de su producción literaria está destinada al público joven, como la novela que nos ocupa. No obstante, sabe dotar a sus protagonista de un empaque lo suficientemente atractivo como para atraer a lectores adultos. “Azules salvajes” se encuentra entre un público y otro, pues ahonda en las inseguridades juveniles, pero también sabe caracterizar a la perfección las tribulaciones adultas. Una historia intensa, llena de emoción.

Valientes

Cuando la madre de Lizzy es diagnosticada de cáncer, su mejor opción es irse a vivir a las montañas Adirondack con su tío Davy. Con él ha aprendido a amar la naturaleza, los animales; tanto que ha decidido convertirse en bióloga. Sus mejores recuerdos de verano están asociados a la pequeña cabaña reformada de su tío, una estrella de la televisión, y su mejor amigo, Matías, un artista del pincel de su edad. Los tres han creado un microcosmos en el que Lizzi se siente arropada. Tras una niñez marcada por un padre abusivo, sabe muy bien que, para enfrentarse a la vida, es necesario ser valiente. Creer en uno mismo.

Su confianza será puesta a prueba cuando dos presos se fuguen de la cárcel y secuestren a Matías. Tras el primer impacto, Lizzi decide que ha llegado su momento. Hay que ser valiente, luchar por tus amigos, ser fuerte. Con la mochila al hombro y su libro de supervivencia corre tras el rastro dejado por Matías con la esperanza de encontrarle con vida.

La vida desde sus ojos

Quizá te digan que no eres relevante, pero tú puedes elegir serlo.

Y quizá creas que estás sola, pero, si eres valiente, puedes contar contigo.

Beth Kephart dota a sus libros de un realismo lírico. “Azules salvajes” es una rara avis no apta para todos los lectores, pero llena de un encanto inusual. Lizzi mantiene un diálogo con un personaje al que no conocemos casi hasta el final. La novela se desarrolla como un monólogo interior en el que salen a la luz los miedos de la protagonista. Su temor a convertirse en una persona malvada como su padre, el terror a perder a su madre. A la vez, explica a modo de flash backs los hechos que le han llevado a estar donde está y a ser quien es. Kephart juega con los tiempos presente (en el que Lizzi cuenta su historia) y pasado (el secuestro de su amigo Matías y todo lo que conllevó). La combinación resultante dota a la trama de un ritmo poco convencional y un estilo muy interesante.

Los capítulos combinan reflexión y acción. Su brevedad hace que la lectura sea ágil y mantenga la tensión hasta el final. Sin estos elementos originales, la novela podría pasar por un dramón de sobremesa más. Sin embargo, la pluma de la autora merece una apreciación sosegada. “Azules salvajes” es una de esas novelas que deben leerse con calma, disfrutando del paisaje boscoso que se describe, de sus personajes. Por sus brevedad y encanto estamos seguros que más de un lector encontrará en esta novela una carta abierta al corazón.

El arte de leer

Young adult. Ese género tan de moda hoy en día, que no es otra cosa que decir que una novela es apta para todos los públicos. O para justificar que a algunos lectores les guste leer una literatura que, a priori, se considera infantil. Ese placer culpable en el que tarde o temprano se termina cayendo. Parafraseando a Tolkien, nunca se es demasiado viejo para leer cuentos de hadas. Y nunca se es demasiado joven para disfrutar de buena literatura. Para todos ellos hay un espacio entre los libros.

Beth Kephart tiene ese toque. Un estilo propio que gusta tanto a jóvenes como no tan jóvenes, pues sabe llegar a ambos sin florituras. Leer a Kephart es adentrarse en el mundo real desde la sencillez, la ternura. Su tono poético, que en el caso de “Azules salvajes” se respira en toda la obra, da fuerza a la profundidad de los temas que toca. El amor, la familia, la amistad son sentimientos que mueven el mundo y también la producción literaria de la autora. Su sensibilidad, que no cae en la sensiblería gratuita, es un canto optimista en estos tiempos inciertos. No es evasión, no es noñería. Es pura belleza estilística. Que lo disfruten.

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