Batman: Serenata nocturna

Pocos superhéroes de cómic son tan populares a nivel mundial como Batman (aunque llamar “superhéroe” a alguien que carece de superpoderes no sea, en sentido estricto, muy adecuado). Tan sólo Superman y Spider-Man están al nivel del protector de Gotham City, cuyo éxito se mantiene de manera indiscutible tanto en el ámbito de las viñetas como en la televisión y en el cine.

Eternamente asociado al personaje figura el nombre de Bob Kane, el “creador” del Caballero Oscuro. ¿Por qué esas comillas, se preguntará el avispado lector? La razón es muy sencilla: en la creación de Batman (y de gran parte de los personajes y conceptos asociados al justiciero enmascarado), quien tuvo un papel más relevante fue Bill Finger, un verdadero genio, injustamente ninguneado por Kane, cuya apasionante historia nos narra magistralmente David Hernando en “Batman: Serenata nocturna”.

El guionista en la sombra

Con el paso de los años, la imagen de Bob Kane como una suerte de genio creador de cómics memorables ha ido transformándose en la de un ser mezquino, un embustero profesional dotado de un rostro pétreo capaz de sostenerle la mirada a los moáis de la Isla de Pascua. A día de hoy, sabemos que la mayoría de los cómics que firmaba fueron dibujados por otros autores (como Jerry Robinson o Dick Sprang). De igual modo, su nula capacidad para guionizar historias mínimamente interesantes le obligó a depender del talento de diversos escritores no acreditados.

Entre esos autores de cuyo talento se nutrió la fama de Bob Kane destaca sobremanera Bill Finger. En “Batman: Serenata nocturna”, el lector descubrirá que fue Finger quien dio forma al personaje, diseñó su traje (en el libro se incluye una ilustración con la versión del mismo presentada al guionista por Kane), narró su origen y le dotó de una de la galerías de villanos y secundarios más atractiva del cómic norteamericano.

Y de todos esos logros, a los cuales debe Batman su inmensa e intemporal popularidad, se apropió un Bob Kane quien, además, tuvo la desfachatez de conseguir un lucrativo contrato que le garantizaba la propiedad del personaje, así como la asociación de su nombre a todos los productos derivados del mismo. Por supuesto, de la gran cantidad de dinero generada por tan ventajoso y poco habitual acuerdo (al menos en aquellos tiempos), Finger, Robinson, Sprang y el resto de autores en la sombra no vieron más que unas míseras migajas.

El otro Bill Finger

A lo largo de su carrera como guionista de cómics, Finger no se limitó a dar vida a Batman y a personajes tan relevantes para el universo del alter ego de Bruce Wayne como Robin o el Joker (en colaboración con Jerry Robinson, en ambos casos). También creó a Lana Lang (la primera novia de Superman) junto al dibujante John Sikela, e hizo lo propio con Wildcat (en este caso con asistencia gráfica de Irwin Hasen). No obstante, su segunda creación más importante fue Alan Scott, la encarnación original de Green Lantern, cuya primera historia vio la luz en 1940 con dibujos de Martin Nodell.

Pero Finger no se limitó a escribir para las publicaciones de DC Comics durante su trayectoria profesional. Asociado a su buen amigo Charles Sinclair, el guionista colaboró en seriales radiofónicos como “Nick Carter, maestro detective” o “Intriga extranjera” e hizo lo propio para el medio televisivo en series como “77 Sunset Strip”. Y, como no podía ser de otro modo, participó en la adaptación a la pequeña pantalla de las aventuras de Batman que triunfó a mediados de los años sesenta, para la cual firmó un episodio doble.

Haciendo justicia

Bill Finger fue un hombre lleno de inseguridades y miedos, y su carácter amable influyó probablemente en su relación con un Bob Kane de personalidad arrolladora y escasos escrúpulos. Pero, ante todo, fue un magnífico guionista cuyo trabajo sigue despertando admiración entre los lectores y los profesionales del medio. En “Batman: Serenata nocturna” David Hernando (autor de libros tan interesantes como “Superman, la creación de un superhéroe” o “Batman: El resto es silencio”) nos ofrece una obra imprescindible, el retrato de un gran autor víctima de una tremenda injusticia. 

Desde El Mar de Tinta recomendamos sin reservas “Batman: Serenata nocturna”, un volumen extraordinario por fuera (con esa magnífica ilustración de portada firmada por Paco Roca) y por dentro, editado con mimo por Timun Mas. Además del ameno texto de Hernando, el libro cuenta con una introducción del gran Roy Thomas, un interesante encarte fotográfico y un documento de gran valor: la carta que Bob Kane envió al fanzine “Batmania” en 1965 para refutar un artículo en el cual se hablaba del importante papel de Bill Finger en el proceso de creación de Batman. Un puñado de páginas que demuestran el cinismo y la desvergüenza de un “autor” capaz de alcanzar las más altas cotas de la egolatría.

 

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