Benditos sean los muertos

La escritora sudafricana Malla Nunn regresa a las librerías con un nuevo caso para el detective de homicidios Emmanuel Cooper. El asesinato de una joven zulú enfrenta a dos comunidades africanas en la Sudáfrica del apartheid. Una estupenda novela que transportará al lector a un mundo donde la magia negra y las costumbres ancestrales zulúes se entremezclan con la realidad occidental.

La editorial Siruela publicó el pasado mes de febrero la tercera entrega de los casos del policía sudafricano Emmanuel Cooper. Se esperaba con gran expectación, pues sus anteriores casos (“Un hermoso lugar para morir” y “Que los muertos descansen en paz”) tuvieron una excelente acogida en España. “Benditos sean los muertos” resulta aún más absorbente, si cabe, que las anteriores. Merece la pena asomarse al increíble paisaje africano y ser testigo de esta historia escrita con pasión.

Entre dos comunidades

El hallazgo en extrañas circunstancias del cuerpo de una chica zulú obliga al detective Emmanuel Cooper a trasladarse desde Durban a los remotos montes Drakensberg. Allí, el cuerpo sin vida de Amahle, hija del jefe de la tribu local, descansa sobre un lecho de flores. Su cabeza, apoyada sobre una manta enrollada. No presenta heridas evidentes, pero la posición del cuerpo y lo remoto del paraje hacen pensar en un escenario de tipo ritual.

Poco tiempo después de iniciar la investigación policial el cadáver de Amahle desaparece de la improvisada morgue preparada en la casa del médico del pueblo. Dos tribus zulúes, la del padre de la joven y la de su prometido, se hallan enfrentadas. Una y otra se culpan de su muerte y tratan de encontrar al asesino por sus propios medios. A Emmanuel Cooper no le queda  otra que lidiar con las costumbres tribales y la presión a la que se ve sometido por parte de su jefe para que resuelva el caso rápidamente. Para lo primero cuenta con la inestimable ayuda del policía zulú Shabalala, quien no duda en poner en peligro su propia vida para proteger a su compañero.

Todo se complica cuando se descubre la verdadera naturaleza de Amahle, quien no dudaba en hacer cualquier cosa por conseguir su mayor deseo: abandonar la vida que conocía, su matrimonio concertado y escapar a la ciudad para empezar de cero. En su fuga parecía estar involucrada una familia británica. ¿Qué relación  puede existir entre una chica zulú y una familia occidental en la Sudáfrica gobernada por el apartheid?

El apartheid y sus consecuencias

Malla Nunn, nacida y criada en Sudáfrica, conoce a la perfección tanto las costumbres como el entorno natural de la región. Lo demuestra en esta estupenda novela policíaca a la que no le falta de nada. Rica en detalles y matices, la vida tanto de los occidentales (ingleses y afrikáners) como de los nativos zulúes se presenta frente al lector de forma atractiva, casi sensorial. El paisaje es en sí mismo un personaje más que hará disfrutar especialmente a aquellos que busquen escapar de su rutina diaria y adentrarse en un mundo casi desconocido.

El otro “personaje” importante es el entorno social. La realidad del apartheid se trasmite a través de los personajes, sus acciones y pensamientos. La segregación racial es para Cooper tanto un impedimento para resolver el caso como una lacra de la que es necesario desprenderse. En 1953 la cuestión racial se consideraba un tema tabú. Y no sólo en Sudáfrica. No hay que olvidar que por aquél entonces también existía una política similar en EEUU. No obstante, en África se vivió de forma muy violenta. Se entiende a la perfección que el protagonista, mestizo, busque justicia para una joven zulú sin importarle las consecuencias. Sus acciones le llevan al ostracismo laboral. Tanto él como su compañero Shabalala son víctimas del sistema, siendo considerados por sus compañeros como una lacra ya que se encargan de casos relacionados con los indígenas.

Se puede caer en el error de pensar que “Benditos sean los muertos” es una novela que trata sobre la segregación social en un entorno idílico como lo es el paisaje africano. Pero eso sería un error. Es eso y mucho más. Una historia policíaca, con un misterioso asesinato, persecuciones y culpables ocultos. Trata sobre la difícil amistad entre Emmanuel Cooper y Shabalala, quienes siendo compañeros y admirándose mutuamente se ven obligados a trabajar como señor y criado respectivamente. Habla sobre la muerte y su importancia, las relaciones humanas. En fin, una novela muy completa que gustará a muchos por muchas razones.

Femicrime

En Estados Unidos los escritores y críticos literarios más “a la última” han dado pie a un nuevo género dentro de la novela negra, el “femicrime”. Definen de esta manera tanto a la escrita por mujeres, como protagonizada por mujeres (un detective femenino) o narrada desde un punto de vista femenino. En este caso “Benditos sean los muertos” pertenecería a este subgénero de la mano de su autora.

De momento parece que  los límites no están claros. La definición es un tanto difusa, pero lo cierto es que cada vez existen más ejemplares cuya trama se aborda desde un punto de vista femenino. Desde Agatha Christie, pasando por Ruth Rendell, P.D James o Patricia Cornwell todas buscan en sus personajes y tramas un algo más sutil. No interesa tanto el crimen en sí como las causas y aquello que mueve al asesino. El femicrime se fragua como un estilo en el que lo psicológico cobra fuerza.

Malla Nunn pertenece a esta nueva ola. Un nuevo punto de vista para el género que, de seguro, traerá muchas novedades interesantes y atraerá a un público más amplio. Las chicas guerreras siempre han sido populares, ¿no es cierto?

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