Caen estrellas fugaces

Ciencia, racionalismo, sociedades secretas. La última novela de José Gil Romero y Goretti Irisarri nos traslada al Madrid de mediados del siglo XIX en una historia policíaca con matices sobrenaturales. La editorial Suma de letras ofrece una magnífica edición llena de detalles sorprendentes.

“Caen estrellas fugaces” narra una historia ficticia ambientada en el Madrid de 1859. La atmósfera y los personajes se han cuidado con esmero para introducir al lector en un momento histórico tan atractivo como intrigante. Una novela que, sin embargo, no resuelve todas las incógnitas. ¿Habrá segunda parte?

Ángeles caídos

Madrid, 1859. Extraños sucesos atmosféricos invaden la ciudad. Muchos habitantes aseguran haber visto un río de luz en el cielo. La presencia de esta aurora boreal no será el último evento sobresaliente que acontezca en los días siguientes.

Elisa Polifeme, famosa médium invidente, sabe que algo nefasto se acerca. Algo oscuro, terrible. Sólo Leónidas Luzón, antiguo investigador de falsos milagros, parece creerla.

En la cárcel del Saladero, su director Casio Carballeira está a punto de descubrir algo imposible. La caída de un rayo en el patio de la prisión trae consigo el cuerpo de una mujer. Pese a sufrir algunas quemaduras, la joven no presenta heridas de gravedad, sólo dos antiguas cicatrices en su espalda. Dos cicatrices que no presagian nada bueno. Un ángel caído.

Ambientación correcta

[quote]A través de la ventana, Luzón ve, como todos los días, lujosos landós, simones de alquiler, elegantes milords o prácticas berlinas, las ruedas se han adueñado de las calles. El nuevo mundo de 1859 tiene un movimiento que años atrás nadie habría imaginado[/quote]

Caen estrellas fugaces” es una novela ecléctica. Aúna temas tan dispares como la ficción sobrenatural, el trabajo policial, el misterio, el romance. No obstante, consigue un equilibrio. La cuidada ambientación, fruto de un profundo estudio de la época,  sumerge al lector en una trama con algunos altibajos, pero bien estructurada. La edición cuenta con interesantes imágenes de la época rescatadas de archivos oficiales. La forma de presentar a los personajes (dramatis personae) bajo un plano antiguo de Madrid es de lo más original.

Todo el engranaje parece girar a la perfección hasta que el lector se topa con un arranque lento, al que le falta tensión narrativa y un final que deja demasiadas incógnitas. El ritmo ralentizado de las primeras páginas se acelera a la mitad, precipitando los acontecimientos pero sin llegar a un verdadero clímax. El lector puede sentirse desalentado ante el inminente final y la falta de respuestas.

Entre los personajes se establecen relaciones interesantes, que no son llevadas a ningún punto final. Elisa Polifeme, la vidente ciega, es un personaje un tanto oscuro. Sus motivaciones no están claras, como tampoco lo está su pasado y es un punto crucial. Su compañero, Leónidas Luzón, hace las veces de galán para su dama pero tampoco termina de dibujarse con claridad. Un policía inteligente y sofisticado (ha estudiado técnicas forenses en el Yard), Melquíades Granada y un malo malísimo, el conde Alonso Maximiliano Del Fierro, encantador, galante y perteneciente a una sociedad secreta. Les falta algo de profundidad psicológica a todos ellos. No llegan a desarrollarse por completo. Asoman también personas reales, como la reina Isabel II y algunos literatos, imágenes de una sociedad en cambio, pero poco más.

[quote]Ella y sus contemporáneos viven en un siglo de fe, pero no se trata solo de fe religiosa: este es el siglo del futuro, tan dorado como nunca más lo será[/quote]

Realidad versus ficción

Gil Romero e Irisarri añaden elementos reales para enmarcar la historia. Una cuidada documentación que asoma aquí y allá para dar vida a un Madrid fascinante. Las calles, los comercios, los lugares de interés son retratados al detalle siguiendo un estilo cinematográfico. Es uno de los puntos más notables de la novela: la capacidad de mostrar con palabras lo que la vista nunca ha alcanzado a vislumbrar. Todo un acierto.

Entre los hechos verídicos destacamos la tormenta solar que, efectivamente, tuvo lugar en 1859 en Europa y pudo ser observada en Madrid. Algo totalmente increíble que ha servido de inspiración a los autores. La presencia de sociedades secretas entre la flor y nata social, tan en boga en el siglo XIX, podría haberse explotado más para no quedar como mero telón de fondo.

La novela se lee con gusto, a pesar de los altibajos. Una interesante propuesta que a muchos lectores les servirá como guía para descubrir la ciudad de Madrid desde otro ángulo.

2 respuestas a «Caen estrellas fugaces»

  1. Hola José yGoretti.

    Gracias por vuestro comentario y atención. Es maravilloso que los propios autores se interesen por nuestro trabajo, que siempre hacemos con el mayor de los respetos hacia vosotros, escritores.

    Y, sin duda, me pasaré por el grupo.

    Un saludo,

    María

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