La Calambre

calambreVampiros argentinos viviendo de la chatarra. Si ésta breve presentación les ha sorprendido, sigan leyendo. Hay todavía más. Mucho más. Agradecidos quedamos a Ediciones La Cúpula que siga rebuscando lejos del cómic mainstream para ofrecernos obras tan salvajemente divertidas como “La Calambre”. Una edición sencilla y accesible por precio que permitirá llevar a muchos aficionados un cómic tan personal como éste. Sirviéndose de una trama entre el thriller y novela negra, Ángel Mosquito hace crítica social pintada de comedia. Vamos a ello con alegría y sin ajo, por favor.

El vampiro, como ente artístico, ha ido sufriendo mutaciones radicales desde que aparecieron entre letras impresas. El “Drácula” de Stoker era un personaje con clase, glamour y su pizquita de erotismo tímido, pero los hemos visto también convertidos en alimañas carniceras o en las criaturas bufas de, por decir alguna, “Chúpate ésa” de Christopher Moore. O en las cositas cursis, ñoñas y acarameladas de cierta saga muy conocida. Faltaba darle un empujón más y, por mor de un caricaturista argentino de notable talento, aquí lo tenemos.

Acalambrados

Larry y Mogul son dos “acalambrados”. No sufran, que yo se lo explico. Un acalambrado es un vampiro que vive en la miseria, trapicheando con chatarra y cartón en los arrabales del Gran Buenos Aires y que no está fichado aún por la policía. Intentando escapar de su miseria se verán enredados en una aventura que tendrá secuestros, policías corruptos, vampiros malditos y mucha mala idea.

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El guión no tiene contemplaciones. Una historia cruda y cruel que no temblequea cuando tiene que llevarnos al extremo que corresponda. El envoltorio es cómico y hasta hilarante en ocasiones. El fondo, la sustancia última de la obra, maldita la gracia que tiene. Usando vampiros y sus problemáticas particulares con el hambre y la pobreza lo que Ángel Mosquito nos traslada es una imagen deformada pero muy viva de las zonas marginales de la capital de su país y de su depresión durante la época del “corralito”.

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Como extra y por el mismo precio, tenemos unos vampiros deliciosamente humanos. A pesar de su rudeza y la bestialidad inherente a su condición de no-muertos los personajes de Ángel Mosquito se hacen hasta entrañables. Compartimos su miseria y sus sueños y anhelos al tiempo que nos estremecemos empáticamente con sus miedos. Es esto virtud del autor, constructor de personajes realistas y creíbles aún cuando su naturaleza sea la de seres imaginarios. Admitimos la veracidad de la narración gracias a que se ha modelado de forma tal que podemos esperar encontrarnos un vampiro que come morcilla en cualquier esquina.

Tipos feos, feo dibujo

Ángel Mosquito dibuja de forma nerviosa. El trazo es irregular, torcido y sucio. Perfecto para la historia. Caricaturiza con evidente intención esperpéntica, resaltando los aspectos que definirán la personalidad de sus criaturas casi a la primera vista. La configuración física de cada uno casa con sus actos, mostrando un buen dominio de la figura humana en cuanto a su expresividad corporal. Además, como buen caricaturista, pinta con tino las expresiones faciales, llenando de vida cada dibujo.

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Componiendo viñetas, sin embargo, se atiene a los cánones clásicos. Sin estridencias ni experimentos visuales o dibujos a doble página. Ha distribuido cada plancha para que narre. La historia mana entre ángulos rectos para que se mueva con agilidad y no la obstruya un exceso de confusión en el emplazamiento de las viñetas.

Los amantes de lo bizarro en cuanto a sorprendente y divertido podemos estar de enhorabuena con que ésta obra llegue a nuestras estanterías. Y para ayudarnos a una rápida digestión de morcillas y sangre, la edición española ha sido “traducida”, cambiando los vocablos locales argentinos y las diferentes conjugaciones verbales que se utilizan allá por otras más asimilables por el público español. Creemos sin embargo, que algunos momentos resultan menos divertidos por ello.

El granjero de Jesú

Ángel Mosquito surge del cómic independiente en la Argentina de los años 90 del pasado siglo, autoeditándose y a través de fanzines. Actualmente ha conseguido dedicarse como profesional a ésto de las viñetas y ser unánimemente reconocido en su país, en el que ha publicado varios títulos, amén de sus trabajos en la prensa diaria. En España apenas habíamos tenido noticias de él hasta la feliz fecha en la que La Cúpula nos lo presenta con “La Calambre”.

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Su blog, “El Granjero de Jesú” es una excelente muestra de por dónde nos gustaría que fueran los blogs personales de los autores, ofreciendo muchísimo en un par de clics. Y ya que somos modernos y muy dospuntocero, le podemos seguir en Twitter en la dirección @angelmosquito.

 

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