Todo Makoki

¡Qué agradable resulta reencontrarse con los viejos amigos! Makoki y su peña fueron en su momento referente para el cómic gamberro y cafre y nos causa un gran placer comprobar que siguen en forma. Debolsillo ha tenido la feliz idea de recopilar en un sólo tomo los cinco álbumes publicados en su día que recogían las más divertidas desventuras de ésta tropa. Pasen y vean cómo se crean buenas historias del lumpen más tragicómico de la España de la Transición.

Durante los años 80 del pasado siglo el cómic español fue abandonando la etiqueta lastimosa de cosa de críos. Aunque se hubieran producido grandes obras en años anteriores (“El Capitán Trueno”, “Mortadelo y Filemón”, etc.) no existía como tal una línea de ediciones que se salieran del cómic de género. Se publicaron, eso sí, revistas inolvidables e irrepetibles como Por Favor, Hermano Lobo o El Papus que no podríamos calificar como de cómics ya que estaban llenas de textos a los que acompañaban tiras o viñetas únicas con alguna página completa de vez en cuando. Pero la llegada de nuevos aires permitió la aparición de publicaciones dedicadas en exclusiva a los cómics para adultos. El Víbora, 1984, Cimoc, Creepy y tantas otras nos descubrieron a los españolitos que eso que ahora llamamos noveno arte existía.

Línea chunga, línea molona

Bebiendo directamente del underground estadounidense y acompañado por una banda sonora repleta de canciones punk y heavy metal Makoki abandera el movimiento denominado “línea chunga”. En clara oposición a la línea clara el estilo estético que vemos en éstas páginas es sucio, oscuro, caótico. El trazo es irregular y goza de una libertad absoluta para moverse en las viñetas. Se dibuja con pasión, casi con rabia y se mancha con alegría y sin miedo.

El resultado de todo este descontrol son planchas caricaturescas en las que se presta mucha más atención a la imagen descriptiva de emociones y sucesos que al realismo y la exactitud del detalle. La figura humana, los fondos y los objetos dibujados se subordinan a la narración, al momento puntual en el que se cuenta una situación. Todo es acción y movimiento sin respiro y el dibujo necesita configurarse de esa forma para no frenar el ritmo trepidante de la historia.

Por otro lado, el estilo plástico de la “línea chunga” casa en armonía feliz con el contenido de los guiones y los cuentecillos histriónicos, exagerados y malhablados que nos presentan. Así, creemos que la edición en formato apaisado que trae Debolsillo le quita vida a las páginas ya que no se diseñaron en origen de éste modo. Resulta además de ésta maquetación un volumen de grosor excesivo y difícil manejo.

¿Qué ha dicho, joven?

No esperemos en «Todo Makoki» aventuras amables. Pongámonos en lo peor y acertaremos. Y disfrutaremos. Makoki escapa del manicomio llevando aún el casco para electroshocks y se reúne con “la basca”. Morgan, el Emosione, el Cuco, el Cadáver, el doctor Otto y los demás son drogadictos, delincuentes y camorristas de la Barcelona post-franquista que viven de atraco en atraco, de bronca en bronca y de colocón en colocón, enfrentados siempre a otros quinquis y a policías como el inspector Pestol o el comisario Loperena, igualmente hiperbólicos y desternillantes.

Las correrías de la troupe de Makoki les llevan a bajarse al moro, a recorrer el Madrid castizo e incluso a una Nueva York exagerada y repleta de locos y manguis. Historias de humor negro y ácido dónde el esperpento de Valle-Inclán deviene en locura absoluta y dónde los límites no existen y la corrección y el comedimiento son abstractos inútiles que estorban.

Makoki y sus colegas reproducen en los diálogos el habla urbana y el argot de los bajos fondos. Así, no dirán “Voy a darte un bofetón”, sino “Te via dá una lesche”. Las incorrecciones gramaticales y sintácticas, junto a un sinfín de palabrotas y blasfemias se recrean a propósito a fin de reflejar cómo hablarían realmente personajes de esta calaña. Quizá por ello resulte en ocasiones que algunos bocadillos son de difícil comprensión y tengamos que acudir al contexto para deducir el significado de términos o giros, pero ayudan a la creación de gags que nos llevarán a la carcajada casi continua.

Una buena pareja

Miguel Gallardo (dibujo) y Juan Mediavilla (guión) adaptaron en 1977 un relato breve de Felipe Borrallo titulada “Revuelta en el frenopático” para la creación de Makoki. Publicada originalmente en la revista Disco-Exprés, pasó después por Star, Bésame Mucho y El Víbora hasta protagonizar su propia publicación en 1982.

Provenientes ambos de la ilustración y la animación, éstas historias les han llevado al Olimpo del cómic español. Miguel Gallardo sigue publicando hoy en día en La Vanguardia, El País o The New Yorker y creando cómics de éxito internacional como “María y yo” (2007) que le han llevado a ganar dos premios del Salón del Cómic de Barcelona.. Juan Mediavilla publicó también en El Víbora las series “Chuchita y Marylin” (también con Gallardo) y, ya en solitario, “Juan Jaravaca”.

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