Wonder Woman. La historia de la princesa amazona

Siempre hemos insistido en que el cómic no es algo exclusivo de los niños. Pero, atenta la compañía,  también es para ellos. Es costumbre sana iniciar a los zagales en la lectura de tebeos. Y, no, no “seducen a los inocentes” como dijera un psiquiatra de aciago verbo y triste recuerdo. Tampoco es plan, empero, que sus primeras viñetas sean obra de Nazario, König o  Frank Thorne. Así, ediciones de éste orden son una buena forma de que nuestros pequeñines den sus primeros pasitos en el largo camino de convertirse en unos frikis como Dios manda.

Wonder Woman ve la luz en 1941 como una de las primeras superheroínas con papel protagonista. Desde su hogar en DC Comics fue ganando popularidad hasta alcanzar un lugar de honor en las preferencias de los aficionados. Incluso se ganó el honor de formar parte de la “Liga de la Justicia de América”. Actualmente continúa siendo un personaje franquicia de la editorial, habiendo saltado al cine y la televisión en varias ocasiones con un resultado al que calificaremos como “discreto” para no ofender a nadie.

Clasicismo

Usando como base la mitología griega, William Moulton Marston creó un personaje con todos los componentes básicos de los superhéroes. Se la ha considerado la primera superheroína feminista, aunque no acabamos de entender exactamente por qué. Tal vez por ser la principal protagonista de su propia serie. O porque, como sus colegas masculinos, reparte guantazos como para tumbar Balrogs. Más allá de eso, o su lucha contra supervillanas, es otro personaje canonificado y que cumple los estándares necesarios del género.

Lo cierto es que, para resultar completamente dispar con el calificativo que hemos mencionado, la rotundidad voluptuosa de las formas con las que es dibujada y el poco gasto en tela a la hora de hacerse el uniforme dan la impresión de que se orientó su creación hacia un público masculino en su mayoría más absoluta. Y ustedes disculpen la digresión.

Conozcámonos mejor

En el libro nos contarán los orígenes de nuestra heroína favorita, sus poderes, sus enemigos y sus primeras peripecias. La narración está simplificada y esquematizada para su conversión en un código comprensible y atractivo para los más pequeños. De la misma guisa, cae en un necesario maniqueísmo que no es sino síntesis para hacerlo masticable. Se avendrán con nosotros de la dificultad que tendrían los destinatarios de la obra si les enchufáramos un Rorschach o cualquier otro tipejo de semejante calaña.

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Ralph Cosentino logra un tono divertido y ágil que interesará y entretendrá. Tiene el acierto de dirigirse a la chavalada con un lenguaje accesible y sencillo pero que no les trata como tontos o inferiores. Es éste un proyecto interesante que pensamos lleva buen camino y que desearíamos continuara. Que no solo de las aventuras de la Ardilla Teresita y sus problemas para atarse los zapatos vive la literatura infantil, oigan. Si hasta Coco se divertía torturando tipos calvos y regordetes cuando trabajaba de camarero en la pizzería de Barrio Sésamo.

El dibujo cumple con lo esperado. Sintético, aséptico e higiénico, son sus virtudes principales. Es una línea clara transportada a la vorágine del superhéroe llevando a cabo con eficiencia su labor. Y aunque han recurrido al truquillo del copia/pega para algún que otro fondo les podemos perdonar el pecadillo si prometen no volver a hacerlo.

Tango y flamenco

Ralph Cosentino es hijo de bailaores flamencos y nació cerca de las orillas del Río de la Plata. Conocido ilustrador publicitario, ha trabajado también para los departamentos de desarrollo de Disney, Cartoon Network o Warner Bros. También fabrica y distribuye una línea de juguetes inspirados en sus propias creaciones.

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Esta obra es la tercera adaptación para niños de personajes de DC Cómics que publica, tras las realizadas a las dos “vacas sagradas” de la editorial: Superman y Batman.

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