Diabolik

DiabolikEn el cómic no sólo tenemos grandes clásicos, obras maestras e incunables. Existe también una abundante “clase media”. En ella figuran trabajos que, aunque no alcancen un estatus de privilegio y una legión de incondicionales, sobreviven con dignidad. Un trabajo honesto y cuidado quizá no te lleve a la cima del Parnaso pero sí te asegurará un buen recuerdo entre todos los que se te acerquen. ¿Un ejemplo, quieren? El que aquí les traemos ahora.

«Diabolik» es un cómic de género negro en el que el protagonista nos hace constantemente pensar en un Batman que haya decidido dedicarse al crimen por criterios de rentabilidad y que comete robos de alto nivel con una milimétrica planificación. Al final, nos queda un personaje de inteligencia y físico fuera de lo común que carece de moral y de escrúpulos y, que para remate, está casado con una belleza no menos hábil que lo acompaña en todas sus correrías. Batman estaría verde de envidia.

Elemental, querido Diabolik

Las historias de Diabolik giran en torno a los cánones al uso del género. La dualidad entre el bien y el mal, entre el crimen y la ley que tantas veces se ha utilizado. Son historias, al menos las que hemos podido leer, que resultan asépticas. Y aunque traten de temas escabrosos y violentos no alcanzan nunca extremos de crudeza que impacten. O desagraden.

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Las escenas de acción, o los momentos de tensión dramática, están montados como se hacía en las películas clásicas de cine negro. La violencia está, se ve, pero no se enseñorea con la estridencia que veríamos después en obras como “Sin City”. No creamos por ello que es Diabolik un «mangui» edulcorado, ni un personaje de chirigota que mueva a risa. Simplemente no es necesario para su desarrollo.

Diabolik usa la más sofisticada tecnología, posee una fuerza, agilidad y flexibilidad sobrehumanas y usa este catálogo para sus robos y fechorías. La trama intenta crear siempre una tensión e incertidumbre en el lector poniendo a Diabolik en muchos y diversos apuros. Creemos, pero, que algunas de las salidas de situaciones complicadas para el protagonista son excesivamente rebuscadas. El guión se fuerza con exceso y encontrar la puerta de salida ha de ser por fuerza cosa que haya resultado ardua para las autoras.

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Que nadie huya, por favor. “Diabolik” es un cómic entretenido y que se deja leer. Algo que lleva publicándose desde 1962 debe de tener un mínimo para que no finalice en el montón de los ignorados. Insistimos en que no alcanzará el nivel «Obramaestra», pero no defraudará a nadie.

Género clásico, dibujo clásico

Luciana Giussani como dibujante nos recuerda inmediatamente a los grándes clásicos de los cómics norteamericanos. Alex Raymond, Milton Caniff o Frank Robbins asoman por entre las viñetas, saludan y se marchan. La composición de imágenes y el trato de la figura humana refieren inmediatamente a ellos. Resulta por ello demasiado academicista. El dibujo es correcto, estéticamente agradable y narra con solvencia suficiente, pero pensamos que no tiene la suficiente personalidad para destacarse por encima de nadie. Le falta un poco de anarquía, de la propia personalidad de su autora volcada en los trazos.

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No ayuda tampoco que en una edición de buena calidad se haya incluido un coloreado plano e insulso. La editorial Kraken acierta con el resto de la obra, pero patina en este punto si es decisión suya. El color debe formar parte del dibujo y diseñarse cada plancha pensando en él. Todo lo demás será estropearlo con añadidos innecesarios.

Colaboración familiar

Angela y Luciana Giussani, tristemente desaparecidas, son las creadoras del personaje que vemos hoy aquí. Hermanas e italianas, “dos hermosos espíritus inquietos, cultas y damas de la burguesía milanesa” como reza su propia web, comenzaron a publicar en 1962. La serie alcanzó pronto un buen número de seguidores y aún hoy se sigue publicando. De su éxito dan fe las imitaciones que le surgieron (“Kriminal”, “Demoniak” o “Satanik”), tan poco originales como sus nombres.

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Angela y Luciana Giussani

Se han comercializado también videojuegos inspirados en el personaje para varias consolas y para PC, que han pasado desapercibidos para el gran público. El inefable Mario Bava dirigió en 1968 una película homónima que resulta entretenida a pesar de lo que la filmografía del creador del “giallo” pudiera hacer presagiar.

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