Donde siempre es Otoño: entrevista con Ángeles Ibirika

Hablar con Ángeles Ibirika es comprender, desde el primer instante, el porqué de la sensibilidad que se respira en sus novelas. Ella es puro amor, pura armonía, puro sosiego. Ángeles tiene el don de transmitir paz con su sola presencia, aunque a la vez posea la capacidad de dejarnos el corazón en un puño a través de sus relatos. Acaba de publicar su tercer libro, “Donde siempre es Otoño”, de la mano de Editorial Planeta.

El misterio es el protagonista desde la primera página. Ian, un joven periodista y escritor de novela romántica, está a punto de casarse con la hija de un prestigioso abogado norteamericano. Su vida es perfecta: además de no pasar apuros económicos, se permite el lujo de perseguir la inspiración cada otoño en un lugar retirado de la ciudad, Crystal Lake.
Convencido de que el amor doloroso de sus novelas es fruto de la imaginación y por consiguiente, imposible de darse en la realidad, Ian disfruta de sus dotes de conquistador a pesar de ser un hombre comprometido. Sin embargo, la última estancia en Crystal Lake le deparará cambios radicales en su vida. Esos cambios tendrán cuerpo y alma de mujer: la dulce y enigmática Elisabeth. Paralelamente, la corrupción política irá ganando terreno hasta convertirse en la razón existencial de la trama.

Pregunta: “Donde siempre es Otoño” alberga tanta intriga desde el comienzo que es complicado explicar el argumento sin desvelar nada relevante, ¿estaba preparado para suscitar curiosidad?

Respuesta: No, yo nunca busco sorprender. Yo me invento una historia y surge. Trato de dosificar la información que doy pero no digo: “voy a hacerlo así para sorprender”. No, es como me sale. Al principio es muy romántico, muy melancólico, entonces la situación lo pedía. Me pasa mucho lo de que hay detalles que no se pueden decir, y en este libro más. Cuando empiezas a leer crees que es una novelita romántica, luego descubres que no. Es una novela de sentimientos y de muchas sorpresas continuas. Sorprende hasta el final.

P: ¿Por qué Estados Unidos como escenario?

R: Tenía que ser en el contexto de una campaña política. La americana con las primarias y las elecciones es larguísima y me venía muy bien. Necesitaba políticos y esa zona la conocía de unas vacaciones. No me gusta escribir de donde no conozco. Salvo Crystal Lake todas las ciudades las había visto. Fue por la política. Si se me llega a ocurrir con una trama…no sé, de banqueros, lo habría hecho en España porque prefiero escribir sobre lo que tenemos a nuestro alrededor.

P: Aunque Norteamérica es el escenario principal también hay otros próximos dado que Elisabeth, al igual que usted, tiene orígenes vascos…

R: Todas mis novelas, con la cosa de escribir cercano, tienen algo de allí. La primera está ambientada en Roncal y la segunda en Bilbao. La gente prefiere la cercanía y lo de Elisabeth lo hice para no irme del todo.

P: La naturaleza le gusta como ambiente recurrente, Crystal Lake es la prueba de ello…

R: A mí la naturaleza me gusta mucho. Te acompaña y ambienta bastante, aunque las ciudades también dan juego. Quería centrarme en el otoño, mi estación favorita, es por eso. La que estoy preparando ahora es en un pueblo de pescadores, naturaleza diferente pero otra vez naturaleza.

Sentimientos con perspectiva masculina

P: Resultan llamativos los capítulos iniciales. Parece que a lo largo de ellos habla de dos Ian diferentes, el de campo y el de ciudad, con sensibilidades totalmente opuestas…

R: Cuando le conocemos en Crystal Lake está concentrado en escribir y todo es diferente por el hecho de sumergirse en una historia. Al ver a Elisabeth allí no piensa lo mismo que pensaría al ver a una mujer guapa. Al volver a la ciudad vemos lo que no se ve al principio. Él es las dos personas, depende de lo que busque en cada momento.

P: ¿Por qué decidió contarlo desde el punto de vista masculino? ¿Trata de huir de los clichés de la novela romántica con novedades como ésta?

R: Siempre lo hago. Me gusta. El lado femenino ya lo tengo muy explorado. Hay muchas mujeres que tienen la necesidad de crear personajes femeninos fuertes para reafirmarse. Yo no tengo esa necesidad. Poco o mucho sé lo que valgo. Entonces me interesa saber cómo viven ellos las emociones. Lo que sienten ellas ya lo sé. El mail más bonito me lo ha escrito un hombre después de haber leído “Antes y después de odiarte”. Decía: “Me gustaría amar como ama Mikel si se puede”. Cuando te escriben los hombres te das cuenta de que son así, les gusta hacerse los duros. Por eso normalmente mis hombres son muy duros por fuera y blanditos por dentro. Creo que los hombres de verdad son así.

P: Ella, Elisabeth, lleva mejor el hecho de vivir separada de Ian que al revés. Él es pasional e impulsivo, dispuesto a todo. ¿Las mujeres, entonces, somos más racionales o es que le ha dado la vuelta por algún motivo?

R: Él siempre ha tenido lo que ha querido, incluso antes de desearlo. No ha tenido ninguna complicación. La que de verdad tiene el problema es ella y lo lleva con resignación. A él lo único que se lo impide es su mujer y eso hoy en día tiene arreglo, aunque te portes como un canalla (risas). Las circunstancias de ella hacen que sea más racional. Él no es irreflexivo, es impetuoso ahora, tras conocerla a ella.

Amor, política y periodismo

P: ¿Cómo surge la idea de utilizar la política como trasfondo?

R: Necesitaba un personaje poderoso y me pareció perfecta la campaña electoral. Son momentos muy emocionantes que ayudan mucho. La política me daba el escenario perfecto para contar la historia.

P: ¿Busca la denuncia de lo que podría suceder en la vida real en cuanto a que detrás del buen candidato a la presidencia hay asuntos turbios que se van descubriendo?

R: Sí, de hecho estuve informándome de todo tipo de corrupciones americanas y tenía para elegir, era estupendo (risas). Doy la visión que tengo de la política. Por supuesto, habrá quien se salve de todo esto. Tampoco se podría hacer de otra forma, lo demás son utopías preciosas.

P: Otro tema presente es el periodismo. En la novela se observan dos estilos: el periodismo de investigación, de la mano de Ian, y el moralmente inaceptable de Kate, guiado por la ambición de llegar a ser jefa de prensa del futuro gobierno. Llevándolo a la realidad, ¿cree que éste último es más visible y el de investigación está desapareciendo?

R: Yo creo que sí porque el de Kate es fácil y no tienes que implicarte tanto. El periodismo de investigación me imagino que te puede llevar mucho tiempo. Creo que cada vez hay menos periodistas de investigación y, sin embargo, es bonito, me parece una profesión preciosa. Con el periodismo no he querido denunciar tanto. Ian no podía meterse a investigar si no tenía una carrera detrás, y como la mayoría de los escritores son periodistas me venía bien. Pero no, ahí no he pretendido denunciar nada, me caen bien, muy bien, los periodistas (risas).

Emoción y enseñanzas de otoño

P: ¿Cuál es la clave para emocionar al lector?

R: Escribir a mano. Lo hago porque no sé hacerlo de otra forma. Cuando escribo a mano me meto más en el papel. Si escribo en el ordenador directamente, luego lo leo y me suena frío, no me emociona. ¿Si no me emociona a mí a quién le va a emocionar? Entonces es eso, escribir a mano, en silencio y meterme mucho en la historia. Si leo y no me emociona lo tiro y al día siguiente lo vuelvo a hacer.

P: De este libro se desprenden varias enseñanzas aplicables a la vida cotidiana, o esa es la sensación que te queda al terminarlo.

R: Sí, que la vida hay que vivirla a tope, que no hay que perder la esperanza y que hay que luchar por lo que queremos. No me propongo nunca enseñar nada, pero al terminar siempre veo que a mí me ha enseñado algo.

P: ¿Es posible que “Donde siempre es Otoño” guste, incluso, a los renegados de la literatura romántica?

R: El género romántico, como todos los géneros, tiene sus clichés, y yo no sigo ninguno. Recuerdo a un lector que en el primer libro me escribió diciéndome que estaba muy ofendido porque ponía novela romántica y, según él, no era novela romántica. No sigo clichés probablemente porque leo de todos los géneros. En realidad he bebido de todos y de ninguno. Tengo muchos lectores masculinos y de eso estoy muy contenta.

Sobre la autora

P: Su experiencia como escritora reconocida es muy reciente. Fue en 2010 cuando debutó con “Entre sueños”, y en 2011 publicó “Antes y después de odiarte”. Ahora llega “Donde siempre es Otoño”. ¿Cómo fue el salto de escritora aficionada a profesional?

R: De jovencita escribía poesías. Luego ya se me ocurrían historias pero nunca me atrevía a escribirlas. Una vez escribí para compartir con amigas y les gustó muchísimo. Formé un foro con clave de acceso y allí compartía mis novelas. Publicaba un capítulo diario. Una vez fui a un taller literario y el profesor me dijo que por qué no intentaba publicar. Le dije que no, que publicaría en el blog y para todo el mundo. Él me insistió en que primero lo intentase. Lo intenté y funcionó. Fue sin pensar y sin proponerme nada.

P: ¿Cómo descubrió que el género romántico es en el que se siente cómoda?

R: Porque yo ya escribía historias de amor y directamente probé en la novela romántica. Me pareció lo lógico. Yo entiendo que no soy la típica romántica, escribo a mi manera. No me voy a liar con otros géneros. Unas serán más románticas, otras menos, pero siempre serán historias de amor. Lo que cambiará es el contexto.

P: ¿Cuáles son sus escritores favoritos y sus referentes?

R: No me suelo fijar en nadie, pero claro, sin querer tienes en la cabeza todo lo que lees. Me gustan muchos, de Ángela Becerra especialmente sus primeras novelas. “El penúltimo sueño” me encanta, lo releo de vez en cuando. Me gusta “Seda” de Alessandro Baricco, es muy chiquitina pero para mí es pura magia. Y en general me gustan las narraciones que me emocionen. Si no me emocionan y no hacen que me implique no me satisfacen, y eso es lo que intento que pase con mis novelas.

P: En “Dónde siempre es Otoño” describe un lugar idílico en el que Ian encuentra su fuente de inspiración para las novelas que relata. ¿Dónde tiene la suya? ¿Se parece a Crystal Lake?

R: Yo en mi habitación. Además vivo en el campo, abro las ventanas y en vez de salir me entra el campo a casa. Papel, lápiz o pluma y silencio. A veces necesito una hora sólo para meterme en la historia. Si no me meto no tiene la misma intensidad, y como a mí me gustan las historias intensas…

4 respuestas a «Donde siempre es Otoño: entrevista con Ángeles Ibirika»

  1. Una magnífica entrevista…Como me gusta «escucharte» mi querida Marian, es como si te tuviera aquí a mi lado, leer tus novelas es adentrarme a un mundo fantástico, mágico, es como abrir una ventana y entrar en el alma de tus personajes, que desde la primera frase me enamoran y me enganchan hasta el final…Gracias mi querida Marian, eres Grande muy Grande, como escritora, pero también como persona y como amiga, con una sensibilidad inmensa, la cual plasmas en cada una de tus historias.

  2. Hola,

    Lo primero me ha encantado la entrevista y es cierto lo que dicen de que Ángeles transmite paz y serenidad, es una delicia hablar con ella y yo he tenido la suerte de conocerla en la feria del Libro de Madrid donde me firmo su novela de Donde Siempre es Otoño.
    En cuanto a sus novelas, para mi son muy intensas desde el principio al fin, en esta sobre todo y como le dije a Ángeles sufrí con cada uno de los personajes y entendí que a veces sin tu quererlo puedes hacer daño a otra persona. En cuanto a su manera de escribir solo puedo decir que es tan detallista que terminas sintiendo que estas allí en ese lugar en concreto que esta describiendo en su libro y que hueles el otoño, que sientes las hojas de los arboles… es apasionante.
    Me gusta muchísimo que se enfoque en los sentimientos y pensamientos de los personajes masculinos, es diferente y te atrapa desde el principio, porque comprendes que los hombres también sufren y tienen sentimientos aunque intenten esconderlos.
    Sus libros te pueden gustar mucho o poco pero os aseguro que no te dejan indiferente.

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