El adiós de Moebius, genio de la ilustración contemporánea

El artista francés falleció a los 73 años de edad tras una larga enfermedad. A sus espaldas más de 50 años de innovación ecléctica y pionera en la que destacan obras clave del cómic moderno como «El Teniente Blueberry», «El Incal» o «El garaje Hermético». Maestro de las formas y los colores que siempre tuvo un especial cuidado y colaboración en los guiones, Moebius es un humanista de las artes visuales que ha trabajado con éxito en historietas, cómic, novelas gráficas, ilustraciones sueltas, artbooks, adaptaciones cinematográficas…

Pese a la ingente proliferación de las artes visuales modernas en las últimas décadas (técnicas de captura del movimiento, maquetado 3D, diseño digital) el gran Moebius estuvo en la vanguardia de la ilustración hasta los últimos días de su apasionante  vida. Lo hizo a base de calidad, trabajo y maestría.

El origen de Moebius

Jean Giraud (8 de mayo de 1938 Nogent-sur-Marne – 10 de Marzo de 2012 París) ha sido un creador inmenso, atípico y visionario. Su precocidad en la  artes es encomiable, y cuando apenas tenía 14 años consiguió que le publicaran su primera historieta en la revista Coeurs Vaillants. Mientras los otros chiquillos despertaban sus hormonas, el adolescente Giraud ya profundizaba en las formas y los colores con evidente virtuosismo.

Su breve etapa en México, donde se trasladó tras el segundo matrimonio de su madre, le abrirá las puertas a nuevas experiencias con las drogas, mujeres y la música experimental. El joven Jean era un apasionado de las nuevas experiencias, de los retos artísticos y sensoriales. Cuando vuelve a Francia entra rápidamente como aprendiz de Jijé (prestigioso historietista franco-belga) lo que le abre algunas puertas. Gracias a ello, y todavía con su nombre de nacimiento, colaborará como ilustrador en una de sus más conocidas obras: “El Teniente Blueberry”. Magnífico cómic que profundiza en las raíces del western y narra la vida y andanzas de Mike Donovan, pendenciero, mujeriego y alcohólico militar nacido en el Sur, pero colaborador de los norteños en la Guerra de Secesión norteamericana.

Sus ilustraciones realistas, alargadas y crudas de los prejuicios y la sociedad americana le dieron relevancia, pero Jean quería seguir siendo un espíritu libre del arte, y por ello su siguiente colaboración con la revista Hara Kiri la hizo bajo el pseudónimo de Moebius (astrónomo y matemático alemán), que le acompañaría durante el resto de sus días.

Proyección cinematográfica

El innegable poder visual de Moebius trascendió de las dos dimensiones y gran cantidad de sus bocetos se fueron transformando en storyboards de destacadas películas de los 70 y 80. Entre ellas subrayar la colaboración con el chileno Jodorowsky en la frustrada adaptación al celuloide de la magna obra «Dune» de Frank Herbert. Pese a que su indiciario intento no cuajó fue la semilla posteriormente cultivada por el inconmensurable (y delirante) genio visual que es David Linch.  Cada toma de la película bebe de sus imágenes abocetadas para recrear con solvencia los numerosos sistemas solares, la compleja mezcla de culturas, pluralidad de vestuarios y escenografías artísticas desde Arrakis hasta Caladán.

De nuevo en otra magnífica colaboración con H.R. Giger tuvo protagonismo en la atmósfera asfixiante, oscurantista y científico-alienígena de Alien (1979). Todo un icono artístico de comienzos de los ochenta que catapultó de manera definitiva su carrera como ilustrador de prestigio.

Todavía en el ámbito del cine destacar sus bocetos, grabados y acuarelas que sirvieron de base a la fotografía y de guía a la dirección artística  en Tron (1982), Willow (1987) y Abyss (1989) un trío de ases en la historia reciente del cine fantástico.

Moebius estaba en la cima creativa de Hollywood, pero de nuevo decidió dar un cambio radical a su trayectoria. Siempre ávido de nuevos conocimientos y técnicas artísticas marchó a Oriente.

Se asentó durante tres años en Tokyo para conocer a Osamu Tezuka, del que siempre se había declarado un gran seguidor. A través de este entabló contacto con la nueva generación de genios nipones, sus hermanos intelectuales en lo creativo como: Katsuhiro Otomo, Yukito Kishiro o Jirō Taniguchi.  Giraud, fascinado por sus impactantes formas de entender el presente recreando de manera constante (e incluso enfermiza) los defectos y tradiciones del pasado, fue uno de los grandes impulsores de la entrada del manga en Occidente. Un activista del comic japonés, que dos décadas después terminó renegando de ello. Nueva muestra de que Moebius es una genial contradicción en sí mismo.

Ilustración madura

Un tanto cansado de las intrigas palaciegas de las grandes cinematográficas, Moebius volvió a sus orígenes y se centró en cómics minoristas. En paralelo a sus viajes por el mundo, el autor gestó otra de sus obras clave: “El Incal” (1980-1988). También conocida como la Saga de los Incales, se trata de una obra fascinante, ambigua y desconcertante. Narra las aventuras del detective John Difool, que a través de sus trabajos de poca monta nos va introduciendo en mundos metafísicos, reflexiones más allá de lo terreno y relaciones con personajes excéntricos. Una visión del ser humano a través del Tarot, pues muchos de los protagonistas son la materialización física de las propias cartas esotéricas.

La relevancia de esta saga, en la que de nuevo fue co-guionista y colaborador esencial su gran compañero Jodorowsky, fomentó que otros muchos autores le rindieran pleitesía con gran cantidad de versiones libres. Incluso se compraron parte de sus derechos para continuar con la original en las secuelas que conforman “Antes del Incal” (de Zoran Janjetou) y “La casta de los Metabarones” (de Juan Giménez López).

En su mayor momento de inspiración, Moebius diseñó otra de las obras maestras de la ilustración contemporánea: “El garaje hermético”. Alabanza de su tan amada ciencia ficción, entrelazada con tópicos del espacio como la barrera insondable a conquistar, el héroe anómalo en busca de retos que realmente no busca y un sinfín de símiles y recordatorios a todo el género espacial.

Desde un asteroide situado en la Constelación de Leo, seguimos en primera persona los fascinantes viajes de la nave Ciguri  a través de una sucesión de mundos paralelos (en realidad superpuestos) con una excelsa riqueza de matices científicos y filosóficos.

Ya en su última etapa, el autor volvió a este fascinante mundo publicando en 2008 un nuevo álbum protagonizado por el Mayor Grubert, cuyo título fue Le chasseur déprimé. El último viaje del eterno conquistador de ideas.

Plasmar la imaginación en el papel

Moebius es patriarca de la ilustración moderna. Bajo su senda inspiradora ha crecido y fructiferado una inmensa cantidad de artistas de renombre mundial. La fascinación por el creador francés proviene de su capacidad innata para reinventarse. Todas sus obras son un salto al vacío, un cambio significativo y valiente, un desconcertante reto para sus numerosos seguidores.

Un ejemplo de ello (hilo conductor de toda su apasionante vida) fue cuando publicó una edición limitada de “Los Mundos de Endena” (una de sus obras más intimistas) y meses después volvió a los Estados Unidos para colaborar  con el mediático Stan Lee en la mejor saga que nunca haya existido sobre Estela Plateada: “Silver Surfer-Parábola”.

Cambios abruptos de ritmo, pero siempre enlazados por un hilo conductor maestro: su apabullante calidad gráfica y su instinto para impactar con relatos únicos.

Sus técnicas artísticas son un canto a la polivalencia. Ha trabajado con carboncillo, acuarelas, pincel fino, sombreados, claroscuro, satinados. Ha dibujado a rudos hombres del Oeste con una estética al estilo Manara, ha diseñado rectilíneas naves espaciales de belleza acogedora, ha variado el cómic realista con la volumetría del Marvel y la agilidad del manga.

Un genio inolvidable creador de todo esto en una sola vida. Un inspirador eterno que fundó una línea de pensamiento e iluminó a través de su revista Métal Hulant a las generaciones futuras. El galardón con la Orden de mérito de las Artes y las Letras le consagran como una referencia eterna.