El baile del reloj

Willa Drake es una mujer estadounidense de mediana edad que ha estado prácticamente sometida a los designios de los demás. La intensa relación con su madre, un matrimonio antes de lo convenido y el tener que lidiar con la viudez a una edad temprana son los tres momentos más llamativos en su existencia. La vida, de esta manera, ha pasado sobre ella sin que se haya inmutado, por lo que cuando recibe una extraña llamada de la exnovia de su hijo decide embarcarse en una aventura totalmente nueva para ella: elegir su propio camino.

La galardonada Anne Tyler, autora de una veintena novelas y ganadora del Pulitzer de Ficción, conquista siempre con sus historias y «El baile del reloj» no es ninguna excepción. Lumen, que en 2016 ya confió en ella publicando «El hilo azul», vuelve a regalarnos las elucubraciones de la autora estadounidense, con una cuidada edición, lo que nos permite disfrutar plenamente de esta historia centrada en las segundas oportunidades.

Los instantes de una vida

Tres son las fechas que han marcado, de alguna manera, el devenir de la vida de Willa. Los años 1967, 1977 y 1997 son absolutamente claves para entender lo que ocurre en 2017, donde transcurre la acción principal de la novela, por lo que encontramos una división clara entre el pasado y el presente, sin ningún tipo de recurso que intercale ambos tiempos. La autora, de esta forma, construye los pilares de la historia de la protagonista desde el comienzo de la misma, dejando claro qué es lo que ha llevado a esta mujer de Arizona a comportarse de manera tan inusual cuando recibe la llamada de socorro, que trataremos con posterioridad.

Esta secuencia tan estructurada, que se ajusta a una cronología lineal, sirve para matizar una de las cosas más significativa de la novela: la evolución de una persona a través de sus vivencias. La clave reside en atestiguar cómo la niña de 11 años, la joven universitaria de 21, la madre de 41 y la mujer sin rumbo de 61 pueden ser iguales y contradictorias al mismo tiempo. Esta es, sin duda alguna, una historia de crecimiento personal, donde se ha puesto especial mimo en reflejar la cotidianidad de un hecho tan natural como es crecer y aprender de nosotros mismos.

Una novela de personajes

Esta obra, pese a estar narrada desde el prisma de Willa, no podría ser la misma sin la cantidad de otros personajes que aparecen. Esta es también la historia de la familia de Willa, que señala su papel como madre abnegada, o de aquellas personas que se va encontrando por su camino, que le enseñan que las segundas oportunidades son necesarias para todo el mundo. Y, por supuesto, es el relato de Denise, Cheryl y Avión, que se convierten en seres indispensables para que Willa emprenda este viaje.

El momento que inicia la narración en el presente de «El baile del reloj» es la llamada de auxilio que recibe Willa. Denise, la exnovia de su hijo mayor, ha tenido un grave percance y necesita ayuda para cuidar de su hija de nueve años, Cheryl, y de su perro Avión. Pese a que no existe ninguna relación familiar entre ellas y que prácticamente no se conocen, Willa recorrer los más de 3700 kilómetros que las separan en pos de ayudar en aquello que necesiten.

Esta decisión llevará a la protagonista a replantearse sus propias necesidades, que siempre han estado a merced de su familia. Toda su vida ha estado trazada por otros, por lo que demandaban y precisaban en cada momento. No obstante, por primera vez, Willa determina su propio camino, sus propios dictámenes, arriesgándose incluso físicamente en el intento. El viaje, en realidad, pasa de convertirse de una anécdota a un punto de inflexión en la cronología de una mujer que, desde ese instante, aprehende toda su energía y la utiliza en intentar rescatarse a sí misma.

La quietud como atributo indispensable

Si algo se puede destacar del estilo de Tyler es su facilidad para plasmar historias ordinarias y usuales, en ambientes sencillos y sin acciones abruptas que interrumpan la narración. Pero, por otra parte, es también un indicio de la firma de esta autora la heroicidad de sus personajes en estas ambientaciones. Ambos rasgos están presentes en toda la novela, como se ha podido apreciar en la reseña, siendo su cualidad más destacable. No estamos ante una obra que se convertirá en unos de los clásicos de la época, pero sí es un relato diferente a lo que acostumbramos a encontrar en las estanterías actuales, donde el entusiasmo por lo frenético está al orden de los tiempos.

En resumidas cuentas, «El baile del reloj» es una novela sencilla, cuidada, que encierra mucho más contenido del que aparenta, pero siempre desde una perspectiva sosegada. Estamos, después de todo, ante un libro perfecto para pasar un rato de lectura agradable, sin más pretensiones que mostrar que otra realidad siempre es posible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *