El frágil vuelo de los pájaros

Corren buenos tiempos para tropezarse con autores noveles prometedores. Es el caso de Christie Watson, una enfermera inglesa entregada al placer de la escritura creativa. Su primera novela “El frágil vuelo de los pájaros” (Sello Alevosía) aúna ternura, diversión y dolor en un ambiente extremadamente complicado: El Delta del Níger.

Blessing, Ezikiel y Mama sufren un duro golpe del destino y se ven obligados a cambiar la gran ciudad, Lagos, por una aldea de Nigeria donde la gente lucha por sobrevivir. Allí los frentes abiertos aparecen por doquier: la pobreza, la violencia provocada por las petroleras occidentales, la falta de servicios básicos o la mutilación genital femenina se narran con una delicadeza cautivadora que invita a la reflexión.

Conociendo a Abuela

Tener un padre contable que se codea con ministros del gobierno tiene sus ventajas. Blessing y Ezikiel viven en el mejor barrio de Lagos, la capital de Nigeria. Poseen luz, agua, aire acondicionado y cuantos caprichos puedan imaginarse en una ciudad de fuertes contrastes. La figura idílica que los hermanos Ezikiel (catorce años) y Blessing (doce) han creado en torno a su padre se resquebraja el día que su madre le descubre con otra.

Su puesto en el Hotel Royal Imperial desaparece en cuanto se enteran de que es una mujer separada. Después, el padre deja de pagar el alquiler del piso y Mama se traslada con sus hijos a casa de sus padres, cerca de Warri. Hasta el momento la relación con ellos había sido distante. Ellos nunca aceptaron a su marido yoruba.

Aquella zona del Delta donde Mama les lleva no es segura, especialmente para Ezikiel, un adolescente enfermizo con ataques frecuentes de asma e incluso alergias graves. No hay agua potable. Mucho menos electricidad o atención sanitaria. Sin embargo, la batalla más complicada será acostumbrarse a la indiferencia de Mama. A partir de ahora vivirá para encadenar horas interminables de trabajo y ojeras perennes.

De esa forma, los abuelos asumen el papel de referentes de los hermanos recién llegados. Alhaji es ingeniero petrolero en paro. Les convierte al Islam y vela por la educación de Ezikiel. Abuela, por su parte, marca el camino a Blessing. Le enseña la profesión de partera en un entorno en el que acudir a dar a luz a un centro médico es impensable. La evolución de Blessing marca los tiempos en esta historia. Ella y Abuela simbolizan la fortaleza femenina en medio de un mundo eminentemente masculino.

La miseria llama a la puerta

En “El frágil vuelo de los pájaros” asistimos a la rápida maduración de Blessing con la entereza propia de un adulto. A menudo será la cabeza de turco cuando el dinero escasea. Verá a su abuelo tener una segunda esposa más joven que Abuela pero absurdamente derrochadora, responderá por su hermano en sus crisis de asma, abandonará el colegio para garantizar que Ezikiel pueda pagar su matrícula, venderá refrescos en la carretera y recorrerá zonas de peligro para asistir a parturientas de aldeas perdidas.

A esta dramática situación se le añade la codicia de las empresas petroleras respaldadas por la corruptela del gobierno. Así, mientras unos viven rodeados de lujos, otros, los nativos, carecen del derecho a disfrutar de la riqueza generada en su propio territorio. Grupos armados de niños denominados en la novela “Chicos Sibeye” protagonizan momentos de tensión frente a la mayoritaria resistencia pacífica de los habitantes. El texto revela la necesidad de denunciar la moral occidental, garante de un Tercer Mundo condenado al expolio.

La pequeña Eniye

La vida de Blessing se transforma en una historia en primera persona que su hija Eniye interiorizará cual cuento. De este modo comprendemos la relativa importancia que le da a los problemas, sacando siempre una razón para seguir adelante. No faltan los toques de humor y los ratos de felicidad máxima.

Conocer a Blessing significa también acompañarla en su crecimiento profesional, sentir en nuestra piel la emocionante tarea de ayudar a ser madre con unos recursos muy precarios. La autora añade un posfacio para explayarse acerca de la mutilación genital femenina, mencionada en el libro de manera inocente a través de los ojos de Blessing. Actualmente entre un veinte y un cincuenta por ciento de niñas nigerianas continúan sufriéndola. Por otro lado, aprovecha para sugerir fuentes de información sobre éste y otros asuntos.

Treinta y siete capítulos dividen trescientas sesenta páginas en las que se incluye la aportación de la traductora Dora Sales. En el epígrafe detalla cómo ha sido ese proceso de traducción del inglés, lengua poscolonial de Nigeria, procurando evidenciar el multilingüismo del país. Observamos notas a pie de página con el fin de adentrarnos en la cultura de los personajes; en otras circunstancias se entrevé el inglés poco depurado de algunos miembros de la familia.

Brillante crítica

Aunque nosotros no lo hemos visto en castellano hasta bien entrado el 2013, “El frágil vuelo de los pájaros” se remonta al año 2011, fecha en la que ganó el premio Costa First Novel Award. Desde entonces las críticas positivas se han multiplicado. Un par de ejemplos son los que vierten The Independent (“Conmovedor pero sin sentimentalismos, merece toda nuestra atención”) y el Miami Herald (“retrato absorbente y a menudo desgarrador sobre la capacidad de resistencia”).

Para alcanzar la perfección en un trabajo inicial se ha producido el encuentro de diversos factores. El origen se debe al Máster en Escritura Creativa que Watson cursó en la Universidad de Anglia del Este. El segundo ingrediente viene dado por el impulso de adentrarse en el contexto, escuchando vivencias de familias autóctonas. El tercero, y no menos válido, su condición de enfermera pediátrica.

Christie Watson reside en el sur de Londres y ha publicado su segunda novela en octubre de 2013, “Where women are kings”. Tras el éxito de “El frágil vuelo de los pájaros” (traducido a una veintena de lenguas) todo apunta a una proyección magnífica de la faceta literaria de Watson. En El Mar de Tinta tenemos ganas de corroborarlo. Esperemos que la traducción a lengua castellana no se haga de rogar.

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