El hijo de César

Entre los diversos escenarios que los autores de novela histórica escogen para ambientar sus obras, la Antigua Roma sigue siendo uno de los más visitados. La fascinación que sentimos por la ciudad en la cual se fraguó uno de los imperios más importantes que jamás hayan existido no deja de crecer, y continúa generando abundantes publicaciones, tanto académicas como de ficción.

En esta ocasión, en El Mar de Tinta tenemos la suerte de reseñar “El hijo de César”, una excelente novela escrita por John Williams, galardonada en 1973 con el National Book Award estadounidense. En ella, el escritor norteamericano compone un complejo mosaico, formado por cartas y extractos de diarios, gracias a los cuales obtenemos una visión muy cercana de Cayo Octavio Turino, quien pasaría a los anales de la Historia como el emperador Augusto.

Tres etapas

“El hijo de César” está dividido en tres partes, cada una de las cuales se centra en un periodo de la vida de Augusto. En la primera de ellas vemos como, tras el asesinato de Julio César, el futuro primer emperador de Roma se convierte en el heredero de quien fuera su tío abuelo. Formará entonces un tenso triunvirato con Marco Emilio Lépido y con Marco Antonio, pero la ambición de este último supondrá su ruina y acabará con el joven Octavio como gobernante en solitario, si bien el Senado recuperará parte del poder perdido.

La segunda parte del libro se centra en los años a lo largo de los cuales Augusto ejerció como emperador. No obstante, en esta ocasión Williams se preocupa más por el complejo ámbito familiar del personaje y, por medio de las impresiones vertidas por amigos, enemigos y diversos parientes (entre quienes destaca su hija Julia), nos ofrece una visión fragmentada de Octavio como gobernante y como hombre. Finalmente, el libro concluye con una serie de cartas escritas por un Augusto a punto de morir, en las cuales reflexiona sobre su vida y sobre algunas de las decisiones que tomó a lo largo de la misma.

Octavio Augusto

Como ya hemos comentado, “El hijo de César” no dedica demasiado tiempo a hablarnos sobre los años en los que Octavio Augusto gobernó la ciudad de las siete colinas. Sin embargo, a lo largo de casi cinco décadas (su reinado fue el más largo de la historia de Roma), el sucesor de César tuvo oportunidad de realizar grandes cambios en la ciudad y en los territorios controlados por la misma.

Precisamente, uno de los mayores logros de Augusto fue la expansión de las posesiones romanas de forma que, con la conquista de nuevos territorios y el fortalecimiento de las fronteras del imperio, inició un periodo de relativa paz conocido como Paz romana, el cual duró más de dos siglos. Además, realizó numerosas reformas legales y económicas que mejoraron sustancialmente la vida de los romanos y sentaron las bases para el posterior auge de un imperio cuya influencia todavía perdura.

Narradores ilustres

Numerosos son los personajes reales cuyas palabras dan forma a “El hijo de César”. La mayoría de ellos fueron amigos del emperador, como Marco Agripa (quien fue también esposo de Julia, la única hija de Octavio) o Cayo Cilnio Mecenas. Por supuesto, también tenemos la ocasión de leer textos escritos por algunos de sus enemigos, como Marco Antonio, la legendaria Cleopatra, Cicerón o Tiberio (tercer esposo de Julia y, a pesar de la animadversión mutua que ambos se profesaban, sucesor de Augusto).

Además, puesto que el emperador fue un hombre culto y aficionado a la literatura, entre sus amistades figuraron algunos de los autores más importantes de las letras latinas. Así, en la novela contamos con aportaciones realizadas por el historiador Tito Livio y por poetas tan recordados como Horacio, Virgilio y Ovidio. Y, por supuesto, además de las numerosas páginas escritas por su hija Julia, no faltan cartas redactadas por otros miembros de su familia, como su ambiciosa tercera esposa Livia (madre de Tiberio, a quien dio a luz cuando todavía era esposa de su anterior marido, Tiberio Claudio Nerón).

Fascinación eterna

La atracción que genera la antigua Roma es algo muy especial. Quienes la sentimos, disfrutamos enormemente con cualquier obra literaria o audiovisual cuya acción se desarrolle en el tiempo de los emperadores, las legiones invencibles y los sangrientos combates de gladiadores. Por eso recibimos con agrado libros como el de John Williams, gracias a los cuales podemos adentrarnos en una época lejana por la cual nuestro interés nunca decae.

“El hijo de César”, publicado por Ediciones Pàmies con el buen hacer que les caracteriza, es un libro que agradará a quienes disfrutaran en su día con novelas como las firmadas por Colleen McCullough (cuya heptalogía sobre los avatares vividos por Mario, Sila, César y el mismo Octavio es sumamente recomendable). Una obra fascinante que nos permite adentrarnos en la Historia de la mano de quienes fueron sus protagonistas, así como conocer a uno de los más ilustres ciudadanos romanos de todos los tiempos.

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