El invierno del mundo

La segunda parte de la trilogía “The Century” de Ken Follett continúa narrando la historia del siglo XX mediante las mismas familias que protagonizan la obra anterior. En este caso, el famoso autor se centrará en el espionaje y la lucha por la supervivencia en unos años en los que la intolerancia y la violencia política marcaron la personalidad de una generación para la que el terror, el miedo y la guerra fueron lo más cotidiano.

El escritor galés continúa su saga siguiendo las mismas pautas que en la anterior, es decir, tratando de que le lector se identifique con los protagonistas, con quienes desarrolla una gran empatía. En esta ocasión, los hijos de los principales personajes de la novela anterior serán quienes lleven el peso de la trama, aunque cada uno de ellos desarrollará su propia naturaleza y tendrá su propia evolución.

Fuertes personalidades contra fuertes fanatismos

Como en la novela anterior, la trama se desarrolla en cuatro países diferentes al mismo tiempo, cuya historia será explicada a través de diversas familias, que tendrán relaciones profundas o superficiales entre ellas. Desafortunadamente y con escasas excepciones, todos los personajes principales están cortados por el mismo patrón, además de estar peor caracterizados que en la novela anterior. Casi todos ellos parecen ser unos adelantados a su época, ya que no se imbuyen del espíritu extremista, adoctrinante e intolerante del momento (que el autor sí sabe describir muy bien), y luchan prácticamente en solitario contra unos estados fuertes que no dejaban lugar a la más mínima oposición.

En Alemania, la familia Von Ulrich verán con preocupación el ascenso del nazismo. Aquí comienza Follett la narración, describiendo magistralmente el incendio del Reichstag y la deriva dictatorial que ello provocará. Los protagonistas serán Carla y Werner, unos jóvenes que consiguen distanciarse del nazismo, realizando una tímida oposición en la medida de sus posibilidades. Como antagonista alemán, el autor crea al interesante Thomas Macke, un espía de la Gestapo, un fanático nazi a quien sólo importan los disidentes.

En la Rusia bolchevique encontramos al personaje más fascinante de la novela: Volodia Peshkov, agente del servicio secreto. Un personaje que tendrá una evolución interesante, que se producirá al ser testigo del endurecimiento de los sistemas represivos y de espionaje rusos. Como contrapunto tenemos a su cuñado Ilia Dvorkin, agente de la NKVD, el homólogo de Macke en la URSS, que repite sin dudar la ideología que le es transmitida. En Inglaterra, Lloyd Williams es un soñador izquierdista, cuyo antifascismo le hará alistarse en las Brigadas Internacionales. Para terminar, Woody Dewar es un adolescente con deseos de ingresar en la política estadounidense, siguiendo el ejemplo de su padre.

Malos y muy malos

El aspecto en el que Ken Follett vuelve a destacar es en la narración. De nuevo el autor sabe combinar las historias personales de cada personaje con los hechos que ocurrieron, y da a cada personaje un cierto protagonismo en los hechos históricos. El ritmo es rápido, pero el autor sabe elegir los momentos donde extenderse en sus explicaciones para que el lector tenga una buena comprensión de los hechos históricos.

La caracterización de la sociedad y del pensamiento político de la época es bastante pesimista. En este sentido, Follett es muy crítico con los fanatismos imperantes, así como la condescendencia que se tuvo hacia ellos desde los estados democráticos, como el Reino Unido o Estados Unidos. El autor critica el apoyo que la clase alta de ambos países dio al auge del nazismo en Alemania.

Entre todo ello, destaca uno de los aspectos que Follett más ha cultivado en sus novelas, el espionaje. En este apartado, serán muy interesantes personajes secundarios como Thomas Macke o Ilia Dvorkin, oscuros caracteres que repiten sin rechistar las doctrinas de sus respectivos partidos. Ellos serán los encargados de aplastar, haciendo el menor ruido posible y con cualquier método imaginable, cualquier tipo de disidencia.

Selección de los hechos históricos

En la segunda entrega de su saga, el escritor galés no se centra en los distintos puntos de vista políticos que tenían los personajes, sino que trata de caracterizar el clima de violencia e intolerancia que se vivió en la época. En este sentido, lo más destacado de la novela es la caracterización del poder que alcanzaron organizaciones como las SA en Alemania o la NKVD en la Unión Soviética, así como los métodos que empleaban. El rechazo de los personajes a compartir sus disidentes ideas políticas con cualquiera, por temor a ser delatados y terminar en una sala de tortura, hace que al lector se le pongan los pelos de punta.

En esta novela, que abarca desde 1933 a 1949, la cantidad de hechos históricos relevantes es tal que el autor tuvo que hacer una selección. Deja aspectos sin contar, como el Holocausto, y otros que los pasa de refilón, como la Guerra Civil Española, en la que se centra en la influencia soviética en el bando republicano. Por otro lado, es de especial interés la investigación de Carla Von Ulrich sobre el Programa Aktion T4, la descripción de la Batalla de Cable Street, o la parte de la obra dedicada al Proyecto Manhattan, en el que todos los científicos que investigan la creación de la bomba atómica sufren una profunda investigación.

Segunda parte de una saga que hará historia

Ken Follett anunció que la tercera parte de su obra se publicará pronto, y se centrará en la Guerra Fría, aunque hasta ahora el escritor no ha comentado mucho más, salvo que los protagonistas seguirán siendo miembros de las mismas familias.

La portada que ha elegido Mondadori para esta novela ha sido una ilustración de la puerta de Brandenburgo, en Berlín, y un transatlántico amarrado en un puerto. Una novela muy recomendable, especialmente para quienes deseen introducirse en la historia contemporánea alejándose de los grandes personajes y empatizando con personas del pueblo llano, cuyas terribles circunstancias podrían haber sido similares en caso de haber nacido en esta violenta época. 

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