El misterio de la casa roja

Siruela añade a su colección dedicada a la época dorada de la novela negra, una pequeña joya digna de atesorar: “El misterio de la casa roja” fue el resultado de la incursión que A.A. Milne realizó en el género, en 1922. Más conocido en nuestro país por ser el creador de las entrañables historias de Winnie The Pooh, Milne fue un reconocido ensayista en la revista Punch, y su bibliografía para adultos es igual de interesante que sus escritos para el público infantil.

Los aficionados a la novela negra clásica descubrirán en  esta obra corta (apenas 220 páginas) un entremés delicioso. Tal y como indica su autor en el prólogo que la acompaña, es la novela de misterio perfecta.

¿Hace una partida al Cluedo?

¿Quién es el muerto que yace en el despacho de la planta baja de la Casa Roja? ¿Quién le ha matado? ¿Cuál fue la motivación del asesino?

Estas preguntas tan básicas, y por descontado, tan efectivas, son la premisa inicial de cualquier novela policíaca que se precie. Alan Milne nos presenta un escenario que a los lectores avezados, o aquellos que hayan disfrutado de una partida al juego de mesa conocido como “Cluedo”, les resultará familiar.

Antony Gillingham ha decidido ir a visitar a su amigo Bill en la Casa Roja, donde está pasando unos días como invitado de su anfitrión, Mark Abblet. Su llegada a la propiedad no puede ser más inoportuna: en la mansión se ha perpetrado un asesinato. Todos los invitados del señor Abblet son sospechosos, incluido el propio Gillingham, quien ayuda al secretario del señor Abblet a identificar el cadáver y llamar a la policía. El propietario de la finca ha desaparecido. Gillingham, ocioso hasta el momento y estimulado por la pintoresca situación, decidirá poner a trabajar su asombrosa capacidad de percepción y, con la ayuda de su amigo Bill, desenmascarar al culpable.

Los cliché bien llevados

Milne advierte ya en su prólogo que “El misterio de la casa roja” es perfecta por contener todos los elementos que el lector espera de una novela de misterio.  Un cadáver, una casa lujosa llena de recovecos, un elenco de personajes sospechosos, y un detective aficionado acompañado de un fiel amigo con el que desgranar en voz alta sus teorías.

Para un lector dispuesto a la crítica feroz, el libro de Milne podría calificarse de manido y previsible. Con todo, a nosotros nos ha parecido una lectura deliciosa. No engaña a nadie: el autor propone la resolución de un asesinato, la trama prospera con fluidez a través de una serie de pistas desperdigadas y presenta un desenlace el cual, si bien no es sorprendente en exceso, funciona a la perfección para dejarnos satisfechos.

Es, sin duda, una partida de Cluedo perfectamente dispuesta, y cumple su función con nota. La elegancia de Milne a la hora de guiar al lector como narrador omnisciente, a través del protagonista principal, hace de esta novela una lectura entretenida, manteniendo la intriga hasta el último capítulo.  Es simple, sincera y, en esta nueva eclosión que está viviendo la novela negra (sobre todo la nórdica),  tiene la pátina dorada y nostálgica de la primera década del siglo pasado.

Descubrimiento literario

Alan Alexander Milne fue un autor británico que ha pasado a la historia de la literatura universal como escritor de cuentos e historias para niños, encontrándose entre sus creaciones el osito Pooh. Sin embargo, antes de alcanzar la fama en su país con sus escritos infantiles, Milne era ya un prolífico autor de obras de teatro y novelas, además de colaborar con ensayos de corte humorístico en la revista satírica Punch.

Esta novela policíaca resultó un giro sorprendente en su carrera (igual que lo harían un poco más tarde sus cuentos para niños). Siendo esta su obra más destacada y la única que escribió del género policíaco para el público adulto, agradecemos la labor de la editorial Siruela por brindarnos la  oportunidad de conocerla, en una edición tan cuidada en formato como en la traducción del texto.

En definitiva, “El misterio de la casa roja” transportará al lector que se aventure a embarcarse en su lectura a la época dorada de la novela negra, recuperando los recursos clásicos del mismo, con la fastuosidad y elegancia de la clase alta británica de primeros de siglo XX.