El nombre del viento

Plaza y Janés edita en español el primer trabajo  literario de Patrick Rothfuss “El nombre del viento”. La novela, que ha causado furor desde su primera edición inglesa en el año 2007, narra una historia de fantasía épica, magia y misterio encarnada en la piel de un héroe muy peculiar.

Como un prólogo a aventuras futuras, Rothfuss inicia su debut novelístico en una posada llamada “Roca de Guía”. El dueño, un tal Kote, regenta el local ayudado por un muchacho de elegantes andares llamado Bast, dando cobijo y sirviendo a los pocos clientes habituales que se aventuran a acercarse al establecimiento.

Corren días oscuros y recorrer los caminos se ha vuelto peligroso. Pero a Kote la poca clientela parece no importarle demasiado. Además, algunos acontecimientos aterradores están sucediendo cerca de la tranquila localidad, relacionados con arácnidos metálicos con patas afiladas como cuchillas que atacan a los viajeros solitarios…

Los lugareños supersticiosos los llaman “demonios”, pero Kote, parece saber mucho más acerca de ellos, pese a su apariencia impasible.

Crónica del asesino de reyes

Una noche llega a “Roca de Guía” un peculiar viajero que se hace llamar “Cronista”. El extraño arriba cansado y a pie, después de que unos bandidos le robaran el caballo y prácticamente todas sus pertenencias durante la jornada.

Al ver a Kote, su instinto de “recopilador de historias” se activa. ¿Acaso el posadero podría ser Kvothe, el mismo del que todos hablan? Patrick Rothfuss nos presenta de este modo a su insólito y carismático protagonista: un posadero que no lo es, un Kote que en realidad es Kvothe, aquel del que se han contado fabulosas anécdotas por todo el reino, gran hechicero y asesino, de pelo rojo  como el fuego. Ante tamaño descubrimiento, Cronista no deja escapar la ocasión y suplica al archiconocido Kvothe que le cuente su verdadera historia.

Así empieza “El nombre del viento”, con un Kvothe tranquilo y calmado oculto bajo la apariencia de posadero, contando sus vivencias mientras Cronista transcribe sus palabras. En realidad, tal y como reza el antetítulo de la novela, esta es una crónica del primer día de Kvothe, puesto que en ella sólo encontramos los hechos acontecidos durante la juventud del protagonista presentados de forma lineal.

Edena Ruh y los Chandrian

Patrick Rothfuss consigue con su estilo reposado, claro y preciso crear expectación en el lector desde las primeras páginas. En la tierra creada por el autor se observan reminiscencias de los grandes clásicos de la fantasía épica como el imaginario de  J. R.R.Tolkien o el universo de Ursula K. Leguin. Todos los escenarios que nos plantea tienen también un marcado matiz medieval, y los personajes como la familia de actores itinerantes vasallos de la nobleza, los vendedores ambulantes e incluso los “arcanistas” practicantes de magia, nos trasladan de un modo fantasioso a ese periodo tan atrayente de la Historia Universal.

Kvothe y sus padres pertenecían al clan de los Edena Ruh, compañía itinerante de teatro formada por acróbatas, actores y juglares que actúan de pueblo en pueblo. El muchacho destaca desde niño por su increíble inteligencia. Por su modo de vida y las distintas gentes con las que trata, aprende conocimientos a los cuales un muchacho de ciudad no podría acceder nunca.

Así conoce a Abenthy, un viejo arcanista que se une a la caravana de los Ruh. Éste lo toma como discípulo y con él Kvothe aprende los principios básicos de la “simpatía”. De tal modo Rothfuss nombra a la magia explicando detenidamente cómo funciona a través de vínculos simpáticos los cuales, mediante la fijación de la mente en el “Alar”, permiten dominar los objetos y sus diversas propiedades.

Los padres del protagonista son el origen de los acontecimientos que abocan a Kvothe hacia múltiples peripecias, muchas de ellas no demasiado placenteras. La obsesión de su padre por componer una nueva canción acerca de los Chandrian y su verdadero origen  -demonios que pueblan las tradiciones de las gentes del reino-  provoca que toda la troupe sea víctima de una terrible masacre de la cual Kvothe es el único superviviente. Los siniestros asesinos, con los que el niño se encuentra al regresar al campamento destruido, dejan llamas azules por doquier y no parecen humanos.

Camino a la Universidad

Después de relatar este terrible e impactante suceso, el autor nos incita a seguir a Kvothe en su vagar huyendo del escenario de la desgracia. Solo, cargando con el laúd de su padre y siendo todavía muy pequeño, llega a duras penas a la ciudad de Tarbean, una gigantesca urbe en la que el muchacho deberá aprender a robar y sobrevivir a matones y demás gente peligrosa. Al más puro estilo Dickens, Rothfuss crea un escenario de tejados y pobreza absoluta, donde el ingenio y la buena suerte serán los mejores aliados del protagonista.

Un bardo contador de historias es el que despierta a Kvothe de su letargo analgésico. Una historia acerca de los Chandrian devuelve al niño la necesidad de conocer la verdad sobre aquellos que, al parecer, provocaron la muerte de sus padres. Todo ello encamina sus pasos hacia la Universidad. Por Abenthy, Kvothe sabe que en ella se albergan libros con todos los conocimientos que necesita para descubrirla.

El elemento mágico se hace más importante cuando Kvothe entra en el vetusto edificio. Pese a que el hilo conductor (los Chandrian) sigue latente, Patrick Rothfuss dedica buena parte de la novela a explicar detalladamente las vivencias del Ruh en su Universidad.

Así, el lector sigue a  Kvothe en sus clases de simpatía, durante sus encuentros con los profesores miembros del Arcano, sus intentos fallidos por entrar en el Archivo para informarse acerca de los Chandrian o las veladas con sus mejores amigos y compañeros Wilem y Simmon, o con Auri, extravagante y delicada exalumna. El autor introduce además a Ambrose: enemigo de Kvothe desde su llegada a la Universidad, enquistado en eterno enfrentamiento con él y tratando siempre de que le expulsen.

También en esta etapa aparece Denna, mujer que Rothfuss,  a semejanza de la Milady de Dumas, describe como hermosa, escurridiza, indomable y cruel. La pasión que siente Kvothe por su laúd le hace visitar el pueblo de Imre y el Eolio, posada frecuentada por músicos y mecenas.

Expectación e intrigas

La obra tiene, por supuesto, todos los ingredientes necesarios para intrigar al lector. El ligero fallo que encontramos a la novela de Patrick Rothfuss es el ritmo pausado, cadencioso. Rothfuss se recrea en las palabras, haciendo que la narración avance lentamente. Las incógnitas aparecen a medida que se desarrolla la historia. Los personajes crecen y toman forma, pero parece que con cada nuevo interrogante se abren otros tantos cabos que el autor deja sueltos, jugando a crear expectación.

No es hasta el desenlace de la novela cuando la narración realiza un crescendo en la acción, introduciendo algunos datos que creemos serán importantes a la hora de resolver las incógnitas que plantea el autor. “El nombre del viento” es, sin lugar a dudas, un buen preludio a la acción trepidante que esperamos encontrar en el siguiente volumen de las crónicas: “El temor de un hombre sabio”.

Parece que Rothfuss ha puesto mucho empeño en no contar demasiado y ralentizar un poco el ritmo narrativo, centrándose en describir al detalle la psicología de los personajes y preparando el terreno a los sucesivos acontecimientos. Por este motivo, sólo contemplamos dos posibles pronósticos en relación a la continuación de las crónicas del bardo Kvothe: o un magnífico segundo libro o una gran decepción. Guiándonos por los comentarios y las críticas internacionales, apostaremos por la primera opción. Para «El temor de un hombre sabio», ningún lector exigente debería esperar menos  que una trama brillante, divertida y absorbente.