El Solar

En estos oscuros tiempos de corrección política, es bueno saber que el fantasma de Valle-Inclán sigue rondando las noches de la vetusta piel de toro. Fue siempre costumbre de los naturales de la Iberia el templar sus muchas desgracias con la befa, la guasa y la cuchufleta. Era sana tradición del batueco el retorcer, hiperbolizar, ridiculizar y mutar en adefesio risible hasta las más altas tradiciones, instituciones y figuras de su pasado y su presente. El hambre y los dolores, amigos, se pasan mejor entre cantares, agudezas y chirigotas.

“El Solar” nos devuelve un poquito de este folclore tan nuestro. Habrá algunos que rechacen la obra por la simple mención de nuestra Guerra Civil y los paisajes de la posguerra. Y mal harán, porque más que otra historia ambientada en la gazuza y la represión es un retrato que bien podría situarse al final del siglo XIX, durante la Reconquista o cuando Aníbal cruzaba los Alpes sobre elefantes. Encontramos en “El Solar” una efigie del españolito que disfraza su estoicismo y su derrota detrás de un batir de palmas y una frase aguda dicha en el justo momento.

Falangistas, chachas, represaliados y tebeos

El solar, terreno baldío que espera edificio que soportar, es a la vez metáfora y vehículo. Es alegoría de esa España que mencionábamos. La que despertaban de su santa siesta versos de poetas. Un lugar yermo que espera, paciente. También es el punto central por el que pivota el relato y alrededor del cual se van desarrollando las tramas y  apareciendo los personajes.

El protagonista es un excarcelado de las prisiones políticas del Franquismo: una vez cumplida su pena, se ve obligado a buscarse las lentejas y a pasar las de Caín, no necesariamente en este orden. Empieza entonces un retrato coral que nos recuerda, por lo vivo de sus caracteres, a “La Colmena” y al más entonado Berlanga por lo esperpéntico a la vez que entrañable de los actores de esta comedia de época que  tan actual se nos antoja. Se irán cruzando los romances carpetovetónicos del falangista y la chica que viene del pueblo a servir con tramas de espionaje  con femme fatale incluida. Y cosiendo todo, las miserias y la muchas penurias del pobre Gazuza que a poco que se fijen les recordará a uno de los más populares y queridos personajes del tebeo patrio.

Cameos

Durante toda la obra, vamos a ir viendo como aparecen por los rincones haciendo de figurantes algunos de los personajes más clásicos y  de más rancio abolengo que diera el tebeo español. Es una gozada ir descubriéndolos acá y acullá, obligándonos a nuevas relecturas: forzando la atención para descubrir nuevas apariciones que habíamos dejado pasar. No les vamos a citar a ninguno, claro. Hagan ustedes el ejercicio, que les resultará fácil si ya no cumplen años sino que los lamentan. Y los millenials y jovenzuelos háganlo también. Investiguen quiénes son y disfruten de ellos como muchas generaciones de lectores de tebeos hicieron en su momento.

Centrándonos ya en el apartado gráfico, cabe decir que Alfonso López es un profesional veterano de las trincheras. Y se nota. La composición de planchas se atiene a la clásica estructura y resulta tan ágil como cinematográfica. Con su estilo caricaturesco, el dibujo de López narra con tal ritmo y fluidez que se nos va volando esta buena edición en cartoné de La Cúpula en un pispás. Añadamos la buena elección de la paleta de colores en rápido movimiento de pincel sobre materiales acuosos para significar más virtudes de la obra que nos ocupa y que ya ha recibido premios más que merecidos (Premio Junceda de Cómic 2017)

Since 1965

Alfonso López (Lleida, 1950) formó parte de cabeceras como TBO, uno de los pilares básicos de la historia del cómic en España. Pasó por las redacciones de El Viejo Topo, El Papus, Avui o La Vanguardia. Sus últimas obras han seguido orbitando el ensayo vestido de humor, las biografías o la novela negra. Ha colaborado ilustrando obras para Mans Unides de Catalunya, Comisiones Obreras, la fundación Acción Cultural Loyola o la Agencia Catalana para la Cooperación y el Desarrollo. Por todo ello, fue reconocido con los premios Serra i Moret y el Nacional de Còmic que otorga la Generalitat de Catalunya.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *