El tochaco de Mr. Natural

Pasen, pasen y pónganse cómodos. Hay té, pastitas, setitas y una cachimba con hierbas de esas aromáticas que dan risa. Pronto tendrán el enorme gozo y honor de conocer al gran hombre. El santo varón que pasó de mendigar por los callejones de Nueva York a conducir un taxi en Afganistán y acabó siendo luz, guía y reposo de almas inquietas. Pongan su sensibilidad al límite y estén dispuestos a explorar los rincones más desconocidos de la Verdad. Y si por casualidad deducen que es un farsante y un cantamañanas, errando estarán. O no.

El fenómeno que se conoció como “contracultura” en los años 60 es tan amplio como complejo. Se extiende desde los movimientos por los derechos sociales a la liberación sexual pasando, claro, por todas las manifestaciones culturales. La creación del concepto “juventud” en la década anterior y los convulsos acontecimientos sociopolíticos llevan a una “revolución” de la que no hablaremos más, pues no es este el lugar ni nuestros conocimientos suficientes como para poco más que levantar la tapa. Pero sirve, eso sí, para que se vayan haciendo composición de lugar y sepan por dónde van los tiros.

Supermegatotal y alternativísimo

Entre todo aquello, que positivo fue, anidaron tendencias y grupúsculos varios que traían nuevas y pintorescas corrientes de pensamiento. Como un bonito pastiche de tradiciones y creencias orientales mal entendidas,  adobado además en psicotrópicos, surgen pseudoreligiones y pseudociencias capitaneadas por personajes como nuestro «Mr. Natural» que nunca pasaron de unos pocos seguidores pero que bien nos sirven hoy en día para echar unas risas a su costa.

Porque, amigos, no es otra que esa la idea. La jarana, la farra, la diversión y el jolgorio. Todo es tan hiperbólico y desmadrado como la mente singular de Robert Crumb pudo imaginar. Los guiones, a veces, ni sentido tienen. Y cuando lo tienen, se concentran en la parodia esperpéntica. Tanto el personaje principal como el entrañable imbécil de Flakey Foont o el resto de integrantes del circo se retuercen en su propia miseria intelectual y personal hasta mudar en espantajos risibles para gozo nuestro.

El tochaco de Mr. Natural 1

El concepto del continuo «WTF?” tan moderno se puede utilizar aquí sin pavor alguno. Mr. Natural desgrana verdades universales absolutas e ilumina nuestro camino mientras nos saca algunos dólares y trata de encamarse alguna discípula solícita y receptiva.  Y hete aquí que acabamos de encontrar el segundo pilar angular de la obra. La provocación, el desafío y la ruptura. El comic underground nacido en aquellos años en Estados Unidos revuelca en fango y reduce al absurdo los tabús más importantes de la sociedad en la que germina. ¡Sexo!¡Drogas!¡Religión!¡Política! Nada escapó de las plumillas de aquellos locos, de los que Robert Crumb es y será el monarca absoluto.

Tinta. Mucha tinta

Esta buena edición de La Cúpula (manejable, asequible, coleccionable) desglosa todas las fases artísticas por las que fue pasando Crumb. Dibujos más esquemáticos y simplificados en las primeras historias para finalizar con la borrachera de tramas y manchas de las últimas. Con su habitual trazo nervioso se destapa como magnífico caricaturista de almas. Expresa y narra como pocos o como ninguno. Es maestro también en la exageración de gestos y rasgos físicos en los que apoyar el retrato o la narración. Uno de sus herederos, perfeccionará y llevará al límite éste arte.

Robert Crumb es un magnífico dibujante. No estamos descubriendo la rueda con esta afirmación, pero es de justicia el hacerlo. La composición es fluida y el ritmo adaptado a los menesteres de la historia. Puede ser lírico y obsceno a la vez. Cruel con las situaciones y amoroso en el retrato. Escasos son los que pueden dotar de la expresividad intensa que poseen los personajes de Crumb. Como para perdérselo, oigan.

El Rey Crumb

El gran gurú del cómic underground nace en Pensilvania (Estados Unidos) en 1943. Admirador de Harvey Kurtzman y “¨Mad” llega al estrellato como camión estampado contra una fábrica de lámparas con el lanzamiento de “Zap Comix” en 1968. Siempre transgresor, vuelca sus fetichismos e inseguridades en sus tebeos, creando personajes para la historia como Mr. Natural, El Gato Fritz, Mr. Snoid o Angelfood McSpade. Ha dibujado portadas de discos, dirigido revistas, coleccionado discos de 78 rpm y tocado el banjo en su propio grupo de música tradicional. Y por si fuera poco, es la gran referencia para gente tan poco importante como Peter Bagge, Daniel Clowes o Joe Matt. Casi nada.

Actualmente vive en Francia, aislado del mundo y dedicado a expandir su arte con una biografía de Kafka o una apabullante versión en cómic del Génesis bíblico.

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