El unicornio

Editorial Impedimenta nos brinda el lujo de conocer una de las obras más originales de  Iris Murdoch, renombrada escritora irlandesa. En este título, aclamado por unos y vilipendiados por otros, Murdoch nos devuelve a la Irlanda más agreste y recóndita, con una historia intensa y misteriosa que mantendrá en vilo al lector. Lo espiritual y terrenal se dan la mano en “El unicornio”, lectura cuando menos singular.

Abre esta edición cuidada (al estilo ya familiar de Impedimenta) un prólogo a cargo de Ignacio Echevarría, quien pondrá al lector en antecedentes en cuanto a la obra de Iris Murdoch y “El unicornio” en concreto. En esta breve introducción Echevarría advierte de la posibilidad de que la novela resulte un tanto rocambolesca. Y no anda desencaminado.

Un empleo en Gaze

“El  unicornio” empieza como tantos otros libros de ambientación gótica o victoriana. Con una mujer acostumbrada a la vida urbanita que decide dar un giro de 180º grados a su rutina y aceptar un empleo como institutriz en un rincón de Irlanda, alejado de la mano de Dios. Así es como Marian Taylor pasa a formar parte del grupúsculo  que habita el castillo de Gaze, situado en medio de un paisaje agreste, desolado, de afilados acantilados y amenazante mar.

Conocerá allí a sus nuevos compañeros de vida: su extraña pupila, el capataz de la finca, los sirvientes, los vecinos… todos ellos imbricados en una historia tan peculiar como desasosegante. Marian establecerá relación con todos ellos, tratando de comprender sus motivos, dilucidando los dramas familiares que se ocultan tras el trato formal, las conexiones soterradas que atan a todos. La piedra de unión es Hannah, un misterioso ser (casi feérico) constreñido en el castillo, por el que todos y cada uno de los demás individuos sienten una adoración casi aberrante. ¿Qué destino depara a todos los habitantes de la mansión? ¿Cuáles son sus secretos?

El cuento de hadas

Si el argumento, o el misterio que éste destila, les acaba convenciendo para elegirlo como próxima lectura, recomendamos empezarlo con predisposición y mente abierta. No es una novela de intriga al uso, ni tampoco una gótica, aunque Murdoch utiliza bien los recursos del género. Empieza prácticamente como un “Jane Eyre” moderno (no olvidemos que se escribió en 1963 y se ambientó en la misma época) y acaba pareciéndose más a una obra de Tennesse Williams, o incluso a películas tan angustiosas y acongojantes como “¿Qué fue de Baby Jane”, por poner unos ejemplos.

La historia podrá parecerle demasiado rocambolesca en algunos puntos (sobre todo a partir de la mitad del libro) y singular y maniqueista en otros. Como en  un cuento de hadas –nos recuerda a Rapunzel- ,  la atmósfera irreal y alejada del mundo, así como las conductas dementes de los personajes (que parecen contagiarse unos a otros de su locura) es la que consigue que todos los acontecimientos descritos sean plausibles. Siguiendo el orden de los cuentos, encontramos una princesa encerrada, sus fieles guardianes, el príncipe que la quiere rescatar y los villanos/hechiceros con los que tendrá que batirse el duelo.

La magia se percibe en cada página, su profunda conexión con las historias fantásticas y la filosofía con la que Murdoch lo impregna todo. Todo es atípico en este libro: trama, personajes, conductas, desenlace, y aún así, se vislumbra cierto orden, cierta necesidad trágica de que la historia finalice como lo hace.

Personajes y escenario

Además del misterio y mágico magnetismo que destila la trama, el punto fuerte de esta novela es, en nuestra modesta opinión, los personajes. Iris Murdoch los perfila de manera soberbia, dotando a cada uno de una personalidad definida. Se vislumbra más de lo que la breve novela nos muestra, una complejidad de psiques tan vasta como interesante.  Desde la inocente protagonista, predispuesta a pensar bien de todos los que la rodean, hasta la enigmática Hannah, haciendo equilibrios entre la cordura y la enajenación, o el capataz de la finca, cuyo papel en la historia es, cuando menos, sospechoso. Todos y cada uno de ellos destacan y cautivan, generando en el lector simpatías, dudas o el más puro rechazo.

Del mismo modo, el paisaje descrito por la autora es magnífico: páramos, ciénagas, y la fiereza de un mar hostil, consiguen crear una atmósfera densa, igual que los acontecimientos que se desarrollan en la novela. Decía su marido, John Bayley,  que ésta era una de las obras más irlandesas de la autora, y en efecto, lo es: nos hace trasladarnos por completo al escenario agreste y salvaje, alejado de la civilización (sólo nos recuerda la época en que se sitúan algunos elementos, como el aeropuerto cercano a la residencia).

Intriga y simbolismo

En definitiva, “El unicornio” es una novela intrincada, repleta de cambios, sorprendente y original. Consigue mantenernos en vilo, tratando de descifrar lo que la autora realmente nos quiere transmitir. En ella encontramos lo mejor y lo peor de la condición humana: seres apasionados cuya entrega roza la veneración casi mística.

La trama y  las metáforas se imbrican en cada página, dejando poso en el lector. Nos hará pensar, encontrar simbolismos y referencias. Esta rara avis podrá dejar a algunos extrañados, pero en ningún caso les dejará indiferentes. En todo caso, recomendamos su lectura, por su peculiaridad.

Terminamos con una mención especial al buen hacer de Impedimenta, cuyas cuidadas ediciones harán las delicias de los más sibaritas.

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