Emily lejos de casa

Lucy Maud Montgomery, madre literaria de la encantadora Ana Shirley, presentó a sus lectores a una nueva joven huérfana en “Emily, la de Luna Nueva”. Como suele ser habitual con las obras de la autora canadiense, su nueva creación no tardó en conquistar los corazones de numerosos lectores por todo el mundo, algo que no ha dejado de ocurrir desde la publicación de su primera novela.

La joven Emily Starr, a pesar de compartir ciertos rasgos con la pelirroja Ana, es un personaje con entidad propia, una muchacha dotada de un carácter fuerte, un irresistible impulso creativo y, curiosamente, de ciertas habilidades psíquicas que introducen un elemento fantástico en la obra de Montgomery. Ahora, en “Emily lejos de casa”, tenemos la oportunidad de reencontrarnos con Emily tres años después de que fuese acogida por sus familiares en Luna Nueva.

Emily en Shrewsbury

Al principio de la novela, Emily tiene catorce años y, tras no pocas dificultades, ha conseguido ganarse el cariño y el respeto de su estricta tía Elizabeth. La vida en Luna Nueva, la casa familiar de los Murray, está llena de alegres momentos y la muchacha disfruta compartiendo risas e ilusiones con sus amigos Ilse, Perry y Teddy. Asimismo, su primo Dean le aporta importantes estímulos intelectuales. No obstante, su actual felicidad parece condenada a acabar en breve, ya que ella va a ser la única del cuarteto de adolescentes que no va a ir a estudiar en la escuela secundaria de Shrewsbury.

Sin embargo, cuando Emily ya da por sentado que no tendrá la oportunidad de ampliar su educación lejos de Luna Nueva, su tía Elizabeth se mostrará dispuesta a permitirle que estudie en Shrewsbury durante tres años, con la condición de que deje de escribir ficción. La joven accederá a realizar lo que para ella es un gran sacrificio, y se trasladará a vivir a la ciudad con su tía Ruth, una mujer con quien la convivencia no será nada fácil. A Emily le esperan momentos duros, numerosos malentendidos y enfrentamientos constantes con su compañera de estudios (y enconada enemiga) Evelyn Blake, junto a alguna que otra proposición matrimonial. Pero, sobre todo, comenzará a disfrutar del placer de ver su obra publicada.

Primeros reconocimientos

“Emily lejos de casa” es, por encima de todo, una novela que trata sobre la magia de la creación literaria. Los ojos de Emily (los ojos de L. M. Montgomery, sin duda) no contemplan el mundo de igual forma que lo hacemos quienes no hemos nacido con el don de la creatividad. Para la joven Starr, todo es susceptible de transformarse en parte de su obra, ya sea como un poema o un relato. Y, a través de ella, los lectores experimentamos el placer de la inspiración repentina que exige de una inmediata plasmación en el papel.

Una de las mayores satisfacciones para cualquier escritor, una vez que ha logrado dar forma a una obra, es que la misma llegue al gran público. Emily, por supuesto, no es ninguna excepción, así que empezará a enviar a periódicos y revistas los escritos de los cuales se siente más orgullosa. Comenzará entonces a recibir una sucesión de cartas de rechazo las cuales, a la larga, irán viéndose sustituidas por notas de aceptación acompañadas de un pago en forma de suscripciones gratuitas o, cada vez con mayor frecuencia, de siempre bienvenidos cheques.

Sobre la traducción

En El Mar de Tinta hemos tenido la suerte de reseñar unos cuantos libros publicados por Ediciones El Toromítico, y nunca ha habido que decir nada negativo al respecto de sus ediciones, habitualmente muy cuidadas. No obstante, “Emily lejos de casa” cuenta con una traducción de Mª Carmen García Bernabéu la cual, lamentablemente, presenta abundantes errores e incongruencias.

Hay expresiones mal traducidas: al haberlas tomado de forma literal nos encontramos, por poner un ejemplo, con un extraño “me ha servido correctamente” donde debería leerse “me lo merezco”. Observamos también la elección errónea entre los diversos significados de un término polisémico. Así ocurre cuando en el libro leemos en determinada ocasión “argumento” a pesar de que el contexto indica, con meridiana claridad, que debería haberse optado por “discusión” (ambas son traducciones válidas de sustantivo inglés argument).

A los diversos errores similares a los ya mencionados, cabe añadir varios casos en los cuales falla la concordancia entre sujeto y verbo, así como oraciones completas cuyo sentido cuesta entender por muchas veces que se las lea. Finalmente, en todo el libro no hay ni una sola nota a pie de página, una herramienta fundamental para aclarar determinados puntos oscuros de la traducción que hemos echado muy en falta.

Otra novela inolvidable

Dejando a un lado el tema de la traducción, “Emily lejos de casa” es, una vez más, un libro sumamente recomendable. Al igual que el volumen anterior de la trilogía (cuya conclusión, “Emily triunfa”, confiamos en ver publicada pronto), la novela cuenta con una serie de magníficas ilustraciones de Antonio Cuesta y Sara Lago, en las cuales la joven Emily y sus amigos cobran vida en imágenes que reflejan fielmente alguna de las escenas descritas en la historia.

Desde El Mar de Tinta volvemos a recomendar la lectura de obras de Lucy Maud Montgomery a quien desee perderse durante unas gratas horas por una época lamentablemente desaparecida. Tiempos más amables que los que nos ha tocado vivir, en los cuales los jóvenes eran trabajadores y respetuosos, comprendían el valor de la educación y, además, estaban dispuestos a luchar contra viento y marea para lograr cumplir sus sueños.

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