Estación Espacial Deseo

La más conocida pareja del cómic gay regresa por la puerta grande, con alfombra roja y la afición entregada. Lancemos vítores, pues. Vayamos con König y La Cúpula a zambullirnos en una narración desvergonzada, alegre y sin tabúes. Los que ya tengan noticia de la obra del autor no van a quedar defraudados. Y para aquellos pocos que nada sepan y se acerquen por vez primera, decirles que no saldrán decepcionados sino entusiasmados.

Situación complicada: el objeto de sus deseos libidinosos se encuentra con usted en un espacio cerrado. Solos. Muy solos. La lujuria ya le rebosa por los poros y tan sólo necesita esa pizca de atrevimiento que les lleve al ayuntamiento. Y no nos referimos a la casa consistorial que en todo villorrio hay, claro. Pero no se atreve, y con cada minuto la tensión crece. ¿Complicado, verdad? Pues imaginen que ésta situación se da en una estación espacial que órbita Marte, a miles de kilómetros de cualquier parte y de cualquier otro ser humano. Ésta es la base previa sobre la que se construye la narración de “Estación Espacial Deseo”. Ralf König toma “Un tranvía llamado deseo” de Tennesse Williams y lo convierte en una divertida comedia con mucho sexo y mucha mala idea. Y alejen la idea de que es un libro exclusivamente para homosexuales. Tiene lo suficiente para agradar tanto a éstos cómo a heteros o abstinentes.

Dualidades homo

König crea una narración con dos niveles que circulan paralelos. A babor, una persona culta y refinada que actúa con elegancia hasta en los momentos más histriónicos. A estribor, otra completamente desinhibida y desvergonzada. Jugando con éstos extremos, König ha creado dos personajes que seguramente permanezcan en la memoria de los aficionados. El músico y profesor de piano, pulcro y comedido frente al escritor de novelas de temática homosexual, directo e impulsivo.

Estación espacial deseo 1

Ralf König tiene un enorme talento para la narración. Y para colocar a sus personajes en situaciones incómodas y vergonzantes. Tesituras ridículas en las que nosotros, como espectadores, no podemos hacer sino reír. La conversación de Paul con su hermana en el coche o la cena de Konrad en casa de su alumno son momentos impagables e hilarantes en grado sumo. Contadas con ritmo y sin miramientos ni melindres nos van abofeteando hasta que deseamos pedir piedad. Pero no lo hacemos.

Caricaturas efectivas

El dibujo de König es de sencillo trazo y claro temple caricaturista. Abocado por imposición de las historias a centrarse en la descripción gráfica de atributos sexuales, no descuida otras facetas que lo hacen narrar con agilidad. El dibujo es tan desenfadado como los guiones. Traza con alegría y sin pararse demasiado en detalles nimios. Así no distrae del último sentido de la imagen que no es sino servir de perfecto vehículo al cuentecillo que nos muestra.

Estación espacial deseo

La composición vive en la misma anarquía alborozada. Sin regla fija, las planchas se colocan en la armadura creada conforme convenga a la narración. Y si no, según le apetezca al autor para destacar un instante determinado sobre otros, para dar una pausa o para fijar separatas entre tiempos y momentos diferentes. El libro lo vamos a leer con agilidad y de un tirón gracias a la ausencia de tiempos muertos o partes de relleno innecesarias. Mérito también del autor, por supuesto.

Costumbrismo gay 

Ralf König nace en Alemania en 1960. Mientras trabajaba de carpintero y estudiaba Bellas Artes en Dusseldorf publicó sus primeras historias en revistas de cómic tanto orientadas al todos los públicos como las que eran específicas para gays. Es en 1987 cuando salta a primera línea con “El hombre deseado”, publicado en España por La Cúpula. Allí ya se ve su capacidad para el retrato irónico de lo mejor y lo peor de la sociedad alemana en general y el mundillo gay en particular. De aquí no ha hecho otra cosa que sumar éxito de público y crítica con cada nuevo libro.

“El hombre deseado” (en unión con “Pretty Baby”), “El condón asesino” y “Lisístrata” son sus obras adaptadas al cine, con desigual resultado algunas, desastrosas otras y pasables las demás. En 2012 se rodó un documental sobre su vida, obra y milagros llamado “Ralf König, rey de los cómics” que fue mal recibido por la crítica y que ya se ha podido ver en algún canal de pago en España.

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