Fabiografía

La Movida madrileña (reproducida más tarde en otras zonas del país) fue un impresionante caldo de cultivo en el cual, entre finales de la década de los setenta y mediados de los ochenta del siglo pasado, se gestó toda una revolución cultural caracterizada por una creatividad apabullante y la total ausencia de límites para la misma. Famosos que despuntaron durante la Movida, todavía populares a día de hoy, son Alaska y Pedro Almodóvar, por citar tan sólo dos ejemplos más que representativos.

Ahora bien, entre la enorme cantidad de artistas que vivieron aquellos maravillosos años en la capital de España, hay muchos nombres desconocidos por el gran público por diversos motivos. Uno de esos oscuros personajes fundamentales de la Movida es Fabio McNamara, artista polifacético cuya vida nos narra él mismo (con la colaboración de Mario Vaquerizo) en “Fabiografía”, editado por Espasa.

Locuras de juventud

Fabio McNamara, cuyo verdadero nombre es Fabio de Miguel, nació en Madrid en 1957. Así, el periodo de la Transición (y, por lo tanto, la época de la Movida) lo vivió siendo muy joven. Independiente desde muy temprana edad, un Fabio obsesionado con lucir los modelos más extravagantes (como seña de identidad en un ambiente que empezaba a sacudirse las telarañas de la Dictadura) se sumergió de lleno en la escena underground, dando salida a sus inquietudes artísticas principalmente por medio de la pintura y la música.

Fueron aquellos unos años de desenfreno y efervescencia creativa, durante los cuales Fabio convivió con artistas como el músico Tino Casal o los pintores Enrique Naya y Juan José Carrero (más conocidos como Costus). También compartió locuras y escenario con unos jovencísimos Alaska y los Pegamoides, de quienes se convirtió en una suerte de presentador oficial en sus conciertos. Y, sobre todo, forjó una relación de amistad y colaboración con nuestro director de cine más internacional.

Almodóvar y McNamara

Fabio y Pedro formaron, durante un par de años, un estrafalario dúo musical el cual, con temas como “Suck it to me” o “Gran Ganga”, tuvo cierto éxito. Tanto fue así  que incluso llegaron a publicar un disco: “¡Cómo está el servicio… de señoras!”. El debut musical de Almodóvar y McNamara se produjo en la segunda película del director manchego, “Laberinto de pasiones”, en la cual aparecen ambos interpretando “Suck it to me”. Sin embargo, la dedicación de Almodóvar al cine (entre otros motivos expuestos en el libro) propició la disolución de la pareja artística.

Pero no sólo se limita al ámbito musical la colaboración entre Almodóvar y McNamara. De hecho, esta se remonta a la ópera prima del realizador (“Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”), en la cual Fabio tiene un breve papel. Nuevos papeles, también de escasa entidad, serían interpretados por el artista en la ya citada “Laberinto de pasiones”, así como en otras películas de Almodóvar como “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, “Matador” o “La ley del deseo”.

El infierno de las drogas

El alcohol y las drogas de todo tipo son una presencia constante a lo largo de “Fabiografía”, ya que McNamara confiesa que, durante muchos años, su vida se vio condicionada por el consumo de estupefacientes. Ahora bien, el polifacético artista aprovecha en numerosas ocasiones para advertir sobre los terribles efectos de sustancias como la heroína o la cocaína, haciendo cuanto está en su mano por refutar la idea de que se es mejor creador cuando se está bajo los efectos de las mismas.

Fabio McNamara confiesa que debe su huída del infierno de la drogadicción a una fe católica redescubierta en plena madurez, cuando se enfrentaba a un abismo del cual casi no pudo escapar. Su tremendo sentir religioso queda patente desde la iconografía que preside la portada de “Fabiografía”, y se deja notar de tanto en tanto entre las diversas reflexiones de corte espiritual que aparecen en el libro, sin llegar en ningún momento a resultar excesivo.

Ante todo, pintor

Fabio McNamara ha sido (y es) músico, poeta, showman e incluso actor, pero si hay una faceta destacable en su trayectoria artística, es sin duda su dedicación a la pintura. A lo largo de casi cuatro décadas, los diversos estilos y temáticas elegidos por el artista han variado, pero su obra pictórica mantiene como constante un colorido muy característico que permite reconocer de inmediato sus cuadros.

Entre las diversas imágenes que componen el apartado gráfico de “Fabiografía”, se reproducen unas cuantas obras de McNamara, tanto antiguas como recientes. No obstante, para poder apreciar en su justa medida el talento de Fabio, desde El Mar de Tinta recomendamos el volumen “Colorissimo”, en cuyas páginas se incluye una amplia selección de los mejores cuadros del artista.

Mario Vaquerizo

“Fabiografía” existe gracias al tesón de Mario Vaquerizo, quien llevaba más de una década intentado convencer a su buen amigo de que su vida debía quedar plasmada en un libro. Y, si bien Vaquerizo otorga todo el mérito del volumen a McNamara, no cabe duda de que su labor a la hora de recoger, seleccionar y pulir las declaraciones del artista merece ser destacada.

Vaquerizo, quien ha construido a lo largo de los años un personaje mediático con más de un punto en común con su admirado Fabio, ha conseguido finalmente dar forma a un libro imprescindible para todo lector interesado en la sorprendente y compleja vida de McNamara. De igual forma, aunque no se sienta un especial interés por la figura del protagonista del volumen que nos ocupa, quien desee adentrarse en el fascinante universo de la Movida encontrará en “Fabiografía” una visión muy interesante, servida por alguien que se encontró en su mismo centro.

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