Garfield lo hace a lo grande

Garfield lo hace a lo grandeEl más célebre de los gatos del mundo del cómic nos viene a visitar hoy. Es la cúspide del triunvirato de la fama gatuna entre viñetas, acompañado por “Fritz, the Cat” de Robert Crumb y por el que Fat Freddy tenía como mascota en las alocadas aventuras de los Freak Brothers creadas por  Gilbert Shelton. Aunque estos últimos sólo sean aptos para un grupo determinado de seguidores, las aventuras de Garfield gustarán a todos los que las lean, sin límites de edad. Pasemos a disfrutar de la visita del minino en cuestión y tengamos preparada una buena lasaña con la que agradecerle su presencia.

Kraken está recopilando en varios tomos de sencilla manufactura los primeros años de las tiras cómicas de esta archiconocida serie para disfrute de los que ya sabían de las andanzas de Garfield, así como para aquellos que sólo de oídas conocían el  universo creado por Jim Davis. Buena decisión por parte de la editorial. Y es que, en demasiadas ocasiones, la fama a todos los niveles no es sinónimo de que todo el mundo te haya leído, visto, u oído, si lo tuyo es la música o la radio.

Garfield ya ha entrado en el salón de la fama universal sin que esa mayoría de los que les suene el nombre hayan pasado por algo más que ver algún episodio de sus muchas adaptaciones en televisión. Y es sano y agradecible que se nos ofrezca la oportunidad de comprobar las virtudes que hacen famoso un personaje. Vayamos, pues.

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Una sit-com con gato, perro y pardillo

Garfield es un hedonista en el sentido popular del término. Gato es, y por tanto independiente y amo y señor de sus dominios. Busca sólo su personal satisfacción,  consiguiéndolo las más de las veces. Pero no nos paremos aquí. Si nos quedamos, seremos injustos con un personaje que va más lejos del simple chiste fácil sobre bichos tragaldabas. Las situaciones cómicas y divertidas que visten las tiras de Garfield rebosan humor inteligente y se han lustrado con barniz de ironía y crítica de muchas situaciones sociales. De la misma manera, el minino es un vehículo con el que reírnos de personajes y situaciones arquetípicos.

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La estructura de comedia de situación, con personajes y lugares fijos sobre los que pivotan las historias es un recurso que funciona tanto en las típicas series televisivas como en las tiras periódicas o los cómics por capítulos. La asunción de roles determinados de cada protagonista les hace fácilmente empáticos con el lector, que acaba por asociar inmediatamente sus características y personalidad. Ésto hace que los gags funcionen en muchas ocasiones únicamente al estar personalizados en un actor determinado. Las bromas sobre un tipo penoso como John Arbuckle -dueño de Garfield-, o sobre la estupidez intensa de Odie -el perro de la casa- son divertidas por sí y en asociación con la personalidad definida y única del carácter que hemos ido conociendo con el paso del tiempo.

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Jim Davis conoce bien la técnica narrativa de la tira cómica y le da el uso que se puede esperar de un profesional. No cae en la repetición más o menos disimulada de chistes y cada tira muestra diferentes matices aunque los temas generales sobre los que habla se repitan. Hay tiras sobre, faltaría más, la gula irrefrenable de Garfield, los fracasos sociales de John o los conflictos del protagonista con su entorno. Se reincide en diferentes ocasiones sobre el mismo aspecto genérico, pero siempre modificado. Sin iteraciones redundantes que le quiten a la historia agilidad y frescura.

La eficacia como sistema

El arte de Jim Davis no alcanza la absoluta perfección en la expresividad corporal y facial de personajes como «Calvin & Hobbes». Tampoco llega al virtuosismo técnico en el dibujo del “Male Call” de Milton Caniff. Está más cerca de Charles M. Schulz o Al Capp que de Alex Raymond, con su estilo caricaturesco y ligero. Y no es esta apreciación negativa, Will Eisner nos libre. Como con el guión, el apartado gráfico de las tiras se supedita a la inmediatez requerida por el formato. Davis narra bien con su trazo y la pretendida esquematización/sencillez del dibujo se hace necesaria.

Un buen dibujo para una tira debe ser esencialmente narrativo. Estamos contando una historia en tres, cuatro, flashes enmarcados en viñetas y la rapidez expositiva se hace irremplazable. Es un arte difícil de dominar que requiere manejar los trucos y técnicas con soltura. No son muchos los que lo logran. Jim Davis es un buen ejemplo a mostrar.

Uno de los grandes

Las tiras comenzaron a publicarse en 1978 y siguen apareciendo diariamente en más de 2.000 periódicos de todo el mundo. El personaje sigue más vivo que nunca y ha abandonado en numerosas ocasiones las tiras diarias para protagonizar dos películas, varias series de televisión, toneladas de merchandising diverso y cientos de recopilaciones de las tiras diarias y las páginas dominicales. En EEUU y China incluso puedes personalizar tus tarjetas Visa con dibujos de Garfield y su tropa.

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Jim Davis, padre de la criatura, nació en Indiana (EEUU) en 1945 y “Garfield” es prácticamente su única obra conocida. Tras trabajar en publicidad y publicar otra tira cómica en un diario local con un mosquito de protagonista, la creación de nuestro gato tripero favorito le abrió las puertas del reconocimiento internacional. Esperamos que dure.

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