Invencible
Los aficionados a esto que llaman «bande dessinée» allá por la Galia habrán notado que en nuestra sección dedicada no habíamos hablado casi de uno de los pilares sobre los que se sustenta la industria. Efectivamente. Nuestros queridos amigos con superpoderes y trajes ajustados también tienen su rinconcito aquí. Y qué mejor que hacerlo con una de las producciones más destacadas de los últimos tiempos y que muchos consideran el mejor cómic de superhéroes que se ha publicado. Aleta/Dolmen edita ésta recopilación de los números originales de la serie en una buena edición tanto para coleccionistas como para cualquier amante del género.
El éxito de los superhéroes está ahí desde casi el nacimiento del cómic como lenguaje. Reinterpretando y actualizando los mitos heróicos de la antigua Grecia, seres con toda clase de capacidades excepcionales llevan viviendo aventuras entre viñetas desde los años 30 del pasado siglo. Basan su popularidad en la comparación con nuestra cotidianidad, con lo que somos y con lo que nos gustaría ser. Somos los humanos pequeñas criaturas que viven en un planeta que orbita alrededor de una estrella de los suburbios de la galaxia y que nacemos limitados en nuestras posibilidades. Ellos no. Los superhumanos hacen todo aquello que la biología no nos permite: vuelan, alcanzan velocidades increíbles y poseen fuerza y resistencia cuasi ilimitada. Y, para colmo, muchos consiguen novia.
A la fama por la épica
Por otro lado, la continuidad del fenómeno superhéroe se ha basado, quizá desde la llegada de Stan Lee, en una dualidad observable en todos los personajes. Y es que a pesar de sus poderes, se han humanizado. No son figuras incólumes. Si alguien con similares poderes les atiza un mamporro, les duele. Y sangran y sufren como los demás. Además, muchos registran problemas más mundanos y comunes: Spiderman y sus dificultades familiares, Batman arrastrando traumas infantiles, Ironman necesitando un cardiólogo, etc. Hasta el pobre Flecha Verde tuvo que bregar con un hijo drogadicto. Esta contradicción aparente no lo es cuando sirve para crear personajes consistentes e historias mucho más ricas y variadas que una continua sucesión de palos y costillas rotas que, admitámoslo, a la postre nos aburrirían. En “Invencible” tenemos de sobra de todo esto.
El tomo 16 de la colección abarca los números 71 a 78 de la serie original. En éstos ocho capítulos asistimos a la decadencia y caída del imperio de los nativos del planeta Viltrum en una cruenta guerra que finaliza con un giro sorprendente que no hace sino añadir méritos a un guión consistente y muy efectivo.
La historia abarca los inicios, el desarrollo y el final de la guerra, narrada de forma vibrante. No hay tiempos muertos ni escenas innecesarias o prescindibles. Hay tiempo incluso para momentos divertidos dentro del tono épico guerrero general. O para escenas de trágica trascendencia, tanto en el plano general como en el muy íntimo y personal de los protagonistas.
La lucha, la muerte, la épica, todo se entremezcla con habilidad entre pequeñas gotas de subtramas donde sufriremos las miserias y problemáticas personales del protagonista, su familia y sus allegados. El final, abierto, inteligente e inopinado dejará a los lectores con ganas de volver a introducirse en el universo de “Invencible” a la mínima oportunidad.
Un buen equipo
El apartado gráfico cae por cuenta de Ryan Ottley a los lápices y el entintado, Cliff Rathburn ayudando con la tinta y Francisco Plasencia dando color. Esta forma de trabajo comunal puede resultar contraproducente en ocasiones, pero aquí se demuestra efectiva ya que los talentos de cada uno se suman al producto final.
El dibujo de Ottley es preciso, minucioso, elegante y con una gran expresividad. Disfruta de todas las posibilidades narrativas y las aprovecha a fondo. Las escenas de acción, muchas con una violencia salvaje que roza el gore están resueltas con agilidad. Las viñetas a página completa o a doble página son una delicia visual y se usan, a pesar de su evidente dificultad compositiva y técnica, sin miedo alguno. Como anécdota jocosa añadiremos que, a pesar de que niegan intención alguna en ello, Thragg (el regente del imperio viltrumita) parece un Freddy Mercury con exceso de esteroides, lo que les ha costado sufrir más de una broma por parte de colegas y aficionados.
El coloreado digital es también destacable. No es plano e insulso como hemos visto en otras ocasiones, ni disfraza y oculta un buen dibujo autosuficiente. Tan sólo añade viveza donde tiene que hacerlo y pasa al banquillo cuando le toca. No podemos afirmar con rotundidad que sea, como ya mencionamos, el mejor cómic de superhéroes de la historia, pero sí que estará en el salón de la fama por méritos más que suficientes.
No sólo de zombis vive el autor
Ryan Ottley ha colaborado en series como “Superman” o “Haunt”, pero su principal dedicación desde 2004 es “Invencible”. Su perfil en Deviantart o su página personal nos lo muestran como uno de los maestros modernos del pincel.
Robert Kirkman ha escrito guiones para “Haunt” y “Ultimate X-Men”, pero se le conoce, además de por “Invencible” por ser uno de los padres de nada más y nada menos que “The Walking Dead”, cuya adaptación televisiva tiene tantos seguidores o más que el cómic original. Por ésta serie ganó en 2010 el premio Harvey al mejor escritor.