John muere al final

Resulta cada día más evidente que las grandes editoriales no son muy amigas de arriesgar a la hora de publicar libros originales. Una visita a cualquier librería supone encontrarse ante mesas de novedades repletas de volúmenes clónicos, ya que las fórmulas de éxito se repiten una y otra vez hasta la aparición de un nuevo best-seller el cual, a su vez, originará una nueva avalancha de copias más o menos descaradas.

Ante un panorama tan descorazonador, se agradece mucho la labor de editoriales “pequeñas”, en cuyas manos recae la inestimable tarea de proveernos con obras diferentes al grueso de la producción habitual de sus hermanas mayores. Entre esas editoriales ocupa un lugar destacado Valdemar, cuya reciente colección Insomnia no deja de sorprendernos con obras de calidad notable y (supuesta) escasa comercialidad. La más reciente aportación a su interesante catálogo es “John muere al final”, la inclasificable opera prima de David Wong (seudónimo de Jason Pargin).

Salsa de soja

En “John muere al final”, David Wong relata su alucinante historia a un periodista incrédulo durante una larga entrevista. David explicará cómo él y su mejor amigo John entraron en contacto con una extraña droga (conocida como “salsa de soja”), cuyos efectos en quienes la ingieren van desde los saltos temporales a la visión de espíritus, por citar tan sólo un par. Las experiencias vividas tras consumir la misteriosa sustancia harán que se enfrenten (junto con algunos amigos y aliados) a situaciones sumamente peligrosas mientras intentan impedir una invasión procedente de un universo paralelo.

Hay que aclarar que un resumen tan somero no hace justicia a la riqueza de situaciones desquiciantes presentes en la novela, puntuadas regularmente por los comentarios irónicos del narrador. El lector de “John muere al final” realizará un viaje tan intenso como el que pueda ofrecer la mejor montaña rusa, y lo hará acompañado de un puñado de personajes inolvidables. Una vez se conoce al perdedor David, al irresponsable y juerguista John o a la encantadora Amy (sin olvidarnos de la perra Molly), pasan de inmediato a formar parte de ese grupo de creaciones literarias merecedoras de ocupar un rinconcito en el corazón de todo aficionado a la narrativa fantástica.

De la red a la gran pantalla

De igual modo que ha ocurrido con un buen número de obras literarias en los últimos años (en España, el “Apocalipsis Z” de Manel Loureiro es un claro ejemplo), “John muere al final” vio la luz como un serial online en 2001. El gran éxito de las aventuras de David y John dio pie a posteriores ediciones en papel, en sellos editoriales diversos y con versiones cada vez más pulidas, la última de las cuales (aparecida en 2012) es la que Valdemar nos ofrece en castellano.

Esa edición de 2012 aprovechó (al menos en teoría) la circunstancia de que el director de culto Don Coscarelli se lió la manta a la cabeza para realizar una adaptación cinematográfica de una novela difícilmente adaptable. Tanto el propio director como el autor del libro hablan sobre dicho film en el prefacio y el prólogo del volumen, respectivamente.

Tras haber visto la película, desde El Mar de Tinta podemos afirmar que no hace en absoluto justicia al libro que adapta. Se trata de una típica producción de serie B que cuenta con un reparto adecuado en su mayor parte, pero adolece de enormes carencias en el aspecto visual. Además, al tratar de condensar en hora y media una narración  que se extiende a lo largo de casi 600 páginas, muchas son las escenas retocadas o eliminadas. Quien haya leído “John muere al final” comprobará que se trata de una adaptación muy pobre. A quien haya visto la película pero no conozca el libro, le aseguramos que la obra literaria es (como suele ser habitual) muy superior a su conversión en celuloide.

Un libro de culto

“John muere al final” es una obra inclasificable, una suerte de comedia terrorífica con toques de ciencia-ficción y horror lovecraftiano cuyas mayores virtudes son su originalidad y lo imprevisible de la trama. A pesar de estar escrita con un estilo sencillo, no es un libro de lectura fácil, y en él David Wong ha conseguido crear un universo fascinante poblado por personajes de gran carisma. Una novela, en suma, tremendamente adictiva que cuenta con una estupenda cubierta e ilustraciones interiores realizadas por Noni Boynton.

El joven autor norteamericano retomó a David, John y compañía en “This Book Is Full of Spiders: Seriously, Dude, Don’t Touch It”, secuela en la cual, al parecer, nuestros amigos tienen que vérselas con un puñado de zombis. Su extraordinaria valoración crítica es sin duda garantía de que se trata de una novela tan buena como (o incluso mejor que) su predecesora. Confiemos en que “John muere al final” funcione lo suficientemente bien en las librerías españolas para que Valdemar se anime a convertirla en un nuevo volumen de Insomnia.

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