La caída de los gigantes

El afamado escritor Ken Follett comienza su trilogía “The Century”, dedicada a la historia del siglo XX, siguiendo la pauta que ha aplicado en su exitosa carrera: la conexión con el lector. El escritor combina magistralmente una serie de historias, personajes y lugares en una obra en la que el amor, la religión, la diplomacia, la guerra y las tensiones sociales tendrán como telón de fondo una época histórica tan convulsa e interesante como la Primera Guerra Mundial.

Ken Follett es uno de los escritores más famosos del mundo. Especializado en novela de suspense e histórica, es un autor que tiende a alejarse de los grandes personajes para centrarse en personas corrientes con las que podemos sentirnos identificados. De este modo, crea en el lector una interacción con algunos de ellos, que es la clave de su estilo. Además, en esta obra, al combinar personajes y lugares, parece que el lector pueda desubicarse, aunque Follett consigue mantener una conexión entre todos ellos que terminarán por componer un libro muy completo, en que sus protagonistas, en mayor o menor medida, contribuirán en el transcurso de la historia.

La sociedad de clases británica

Follett divide a los personajes en cinco familias, concediendo mayor protagonismo a las británicas, que serán la casa de los Fitzherbert y la familia Williams. La primera de ellas está encabezada por Edward Fitzherbert, un noble de rancio abolengo, que siente un enorme patriotismo, basado en la defensa de la tradición y el imperialismo británico. Muy diferente es la hermana de Edward, Maud, una dama de ideas liberales que no se conforma con el papel secundario en el que quedaban relegadas las mujeres en la sociedad del Imperio Británico.

Por el contrario, la familia Williams es una estirpe de humildes mineros galeses, de ideas socialistas, que a pesar de formar parte del sindicato minero, difícilmente conciben un futuro mejor para sus hijos. Los protagonistas serán los jóvenes hijos del matrimonio. La hermana mayor, Ethel, trabaja en el servicio de la casa de los Fitzherbert, un reducto a pequeña escala de las enormes diferencias sociales de la época.  Billy, el pequeño vástago, tendrá que bajar a la mina desde su adolescencia, como su padre y su abuelo. Follett jugará extraordinariamente con estos personajes para recrear un marco histórico en el que destaca la diferencia de clases y sexos y la lucha de los personajes por mantenerla o minimizarla.

Rusos, estadounidenses y alemanes

Además de los protagonistas británicos, Follett introduce otros personajes que aumentarán el trasfondo espacial de la obra, y nos ayudarán a percibir los hechos históricos desde varios puntos de vista. Gregori y Lev Peshkov son una pareja de hermanos que trabajan en una fábrica de ruedas de trenes en San Petersburgo. Las condiciones de trabajo, así como la dureza de la vida en la Rusia zarista hacen que para Grigori la única esperanza de un futuro mejor pase por la emigración a Estados Unidos. Sin embargo, su hermano Lev carece de los escrúpulos necesarios para rechazar las tentaciones de una vida más deshonesta y llena de riesgos. Ambos personajes serán los que más evolucionen en la novela, y sus decisiones les llevarán por insospechados derroteros.

Gus Dewar es un bisoño burócrata, hijo de un senador y asistente del presidente Woodrow Wilson, a quien admira. Finalmente, Walter Von Ulrich es un joven embajador alemán que vive en Londres, donde se relaciona con la aristocracia británica. A través de ellos, nos meteremos de lleno en uno de los aspectos más destacados de la novela: la minuciosidad con la que Follett describe la diplomacia y las relaciones internacionales. Uno de los puntos cumbres de la novela es la pasión con la que estos dos jóvenes diplomáticos tratan de evitar la entrada de sus países en una guerra que parecía carecer de razones válidas.

La descripción de una época convulsa

Sin duda, el autor logra algo muy difícil de conseguir en las novelas históricas. Explica la historia a través de sus personajes, siendo ellos quienes a través de sus diálogos y de sus acciones sean los que desgranen los movimientos políticos y militares. Además, Follett saca a relucir los problemas sociales de la época, especialmente en el Reino Unido, donde aún a principios del siglo XX el nacimiento de las personas era decisivo para su futuro.

En la novela no nos encontramos un manual, sino que todos los personajes y las relaciones que tienen entre ellos están perfectamente conjuntados para explicar la sociedad de la época. Un gran ejemplo es que las relaciones amorosas que se establecen entre los personajes están fuertemente marcadas por la clase social y las relaciones internacionales del momento.

Un escritor que no suele defraudar

A pesar del enorme número de páginas y del conocimiento histórico necesario que hay que tener para leer las novelas de Follett, nos encontramos ante uno de los autores más fiables cuando comenzamos a leer una novela histórica. A pesar de su éxito, Ken Follett no sigue las premisas de los escritores tan comerciales.

Entre sus principales características, encontramos un ritmo que no es tan elevado como suele ser habitual, centrándose en desgranar las inquietudes de todos los personajes, siempre contextualizándolos en su época histórica, lo que le permite al lector encontrar una descripción de la sociedad mediante los problemas que tenía la gente corriente en otra época. Por esta razón, se desmarca de los grandes personajes de la historia, que solo aparecen en contadas ocasiones, como se ve en la obra con ejemplos como Lenin, Woodrow Wilson o el Kaiser Guillermo II.

El principio de una trilogía apasionante

Una de las mejores sensaciones que tenemos cuando terminamos este excelente libro es que tendrá continuación. La segunda parte de la saga se llama “El invierno del mundo”, en la que Follett desmenuzará, con su particular estilo, la Gran Depresión, el auge del nazismo, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Una tercera parte, aún no publicada, finalizará la “Trilogía del Siglo”.

La portada de Plaza y Janés muestra una estación británica de trenes y unos soldados en un típico movimiento de avance. La edición del libro es buena, lo que provoca que, junto con la calidad de la novela, el lector se mantenga en vilo durante toda la obra. Una novela muy recomendable que, además, profundizará en los conocimientos del lector sobre la vida, la sociedad y la política de la época.

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