La ciudad y la ciudad

China Miéville posee una de las voces más personales del panorama literario actual. En la última década, ha conseguido que sus obras gocen tanto de un considerable éxito comercial como del respeto y la admiración de la crítica. Así, cada nueva novela de Miéville supone un acontecimiento editorial, como ocurre una vez más con “La ciudad y la ciudad”.

Beszel y Ul Qoma son dos ciudades que coexisten en un mismo espacio. Los habitantes de ambas urbes aprenden desde pequeños a “desver” y “desoír” todo aquello que está en la ciudad donde no viven, pues no hacerlo implicaría incurrir en una brecha y sufrir un terrible castigo.

 Una muerte misteriosa

Tyador Borlú, inspector del cuerpo de policía de Beszel, deberá investigar el asesinato de una joven cuya identidad nadie parece conocer. En principio, los indicios apuntan a que las circunstancias alrededor de la muerte de la muchacha han supuesto una ruptura del peculiar orden espacial entre Beszel y Ul Qoma. De ser así, el caso debería pasar a manos de los temidos agentes de la Brecha.

No obstante, Borlú acabará por descubrir que el crimen fue cometido en Ul Qoma, aunque el traslado del cadáver a Beszel se produjo sin originar brecha alguna. Por lo tanto, el inspector deberá viajar a la ciudad gemela, donde colaborará con el detective jefe Qussim Dhatt y se verá envuelto en una conspiración en la cual surgirá una y otra vez un nombre: Orciny.

 La ciudad entre ciudades

Mito para la inmensa mayoría de los habitantes de las ciudades, pero considerada como real por unos pocos, Orciny sería una tercera ciudad entramada con Beszel y Ul Qoma. Situada en los intersticios existentes entre los espacios ocupados por ambas urbes, está rodeada de un halo de misterio que sólo unos pocos han intentado desvelar. Quizá la misteriosa fallecida, de quien acabaremos sabiendo que sentía un gran interés por el mito de Orciny, acabó por descubrir algo cuya importancia le costó la vida.

 Una lectura compleja

China Miéville no es un autor fácil de leer. A diferencia de determinados escritores empeñados en producir libros como quien hace churros, el autor londinense se caracteriza por emplear un lenguaje elaborado, y por llenar sus obras de ideas y conceptos que obligan al lector a realizar un esfuerzo adicional a la hora de enfrentarse a sus historias.

 “La ciudad y la ciudad” es un buen ejemplo de la complejidad narrativa a la que es capaz de llegar Miéville. A pesar de no ser una novela particularmente extensa, disfrutar con la riqueza encerrada en sus páginas requiere una lectura sosegada y muy atenta. Sólo así se podrá asimilar el intrincado mecanismo que el autor ha diseñado con precisión milimétrica.

Sin duda, nos encontramos ante uno de esos libros que exigen de sus lectores un esfuerzo extra para desentrañar su argumento. Se trata, en definitiva, de una obra a paladear a breves sorbos, como los buenos vinos, y que proporciona un placer similar.

 El mapa de lo imposible

Entender el modo en el que están unidas Beszel y Ul Qoma no es fácil. La comparación con un tablero de ajedrez en el cual los dos colores de sus casillas representan a cada una de las ciudades puede ayudar en cierto modo, pero no basta para explicar del todo cómo coexisten ambas urbes.

 Hay, en efecto, zonas “íntegras” que pertenecen exclusivamente a una de las ciudades. Sin embargo, también encontramos áreas “entramadas”, digamos que con un pie en cada una de las dos al mismo tiempo. Luego, existen fronteras invisibles, lugares sumidos en sombras por los que se mueven los agentes de la Brecha. Y finalmente, rizando el rizo, cabe la posibilidad (si se considera Orciny como una realidad) de que aún quede espacio para otra serie de hilos integrando la urdidumbre de tan complejo tapiz.

Tan complicado resulta intentar describir la geografía de Beszel y Ul Qoma como comprender cómo transcurre la vida de sus habitantes, obligados por ejemplo a reconocer al instante si los peatones que comparten con ellos la acera están en su ciudad o en la otra, para “desver” de forma inmediata a estos últimos antes de cometer la tan poco deseable brecha.

 Una novela policíaca diferente

Para hacernos una idea de lo heterodoxa que resulta “La ciudad y la ciudad” (si se la considera como una narración policíaco-detectivesca) tan sólo hay que recurrir a las fuentes que Miéville cita como influencias para su obra, entre las que encontramos a Raymond Chandler y a Franz Kafka.

Sin dejar de ofrecernos una obra del género anteriormente mencionado, su autor nos invita a un viaje que roza lo surrealista, pues acompañamos a Borlú a lo largo de una investigación que bien podría ser la más compleja jamás llevada a cabo en libro alguno. Quizá el misterio no sea elaborado en exceso,  pero la ubicación (ubicaciones) donde tienen lugar las pesquisas del inspector garantiza un grado de complejidad muy superior al habitual en cualquier novela policíaca al uso.

 Un autor sorprendente

China Miéville publicó su primer libro, “El Rey Rata” en 1998. En apenas quince años, pasó de ser una joven promesa a un (todavía joven) autor consagrado que ha ganado numerosos premios y ha firmado novelas consideradas a día de hoy  auténticos clásicos modernos.

Entre su producción literaria destaca la serie de Nueva Crobuzón, compuesta hasta el momento por la impresionante “La estación de la calle Perdido” (2000), la extraordinaria “La cicatriz” (2002) y la ligeramente decepcionante “El Consejo de Hierro” (2004). La trilogía ha sido publicada en España por La Factoría de Ideas, editorial que también nos ofreció en su día “El Rey Rata” y de cuya mano llega ahora a las librerías “La ciudad y la ciudad” (libro galardonado con los premios Hugo, Locus, Arthur C. Clarke y  World Fantasy en 2010), en una excelente edición que incluye una interesante entrevista con el autor de la novela.

Desde El Mar de Tinta confiamos en que la editorial siga apostando por la peculiar narrativa de China Miéville, un autor imprescindible cuyos libros nadie debería perderse.

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