La guerra de las salamandras

En el mundo literario han existido escritores para todos los gustos. Pero sin duda el checo Karel Capek (1890-1938) fue uno de los más lúcidos. Entre su extensa obra destaca la sátira de ciencia ficción «La guerra de las salamandras», crítica feroz al capitalismo y la explotación laboral. Una novela diferente que abrió el camino de la literatura apocalíptica, publicada en nuestro país por Ediciones Gigamesh.

El hallazgo de una nueva especie de salamandra gigante en el trópico va a acarrear toda una serie de sucesos inesperados. «La guerra de las salamandras» se publicó dos años antes de la muerte del autor y en ella se despliega su sutil sentido del humor. Una llamada a la reflexión sobre la civilización humana y su futuro.

Las inofensivas salamandras

El capitán Van Toch, pintoresco lobo de mar buscador de perlas en el Pacífico, encuentra por casualidad unos animales extraordinarios: unas salamandras de gran tamaño que, además, entienden a los humanos y son capaces de comunicarse. Unos pobres animalillos indefensos, perseguidos por tiburones, a los que decide «civilizar». Las salamadras resultan mucho más efectivas que los buceadores humanos en la explotación de perlas.

El capitán cree ver en ellas un negocio redondo. También el señor G. H. Bondy, quien no duda en aportar capital para explotar esta nueva mano de obra venida de la nada. Poco a poco, los países europeos se afanan en contar en su haber con estos singulares animales. Su facilidad para trabajar bajo el agua, no sólo buscando perlas, sino también construyendo diques y estructuras útiles para los hombres, pronto trae consigo la llamada «época dorada de las salamandras». Lo que nadie sospecha es que bajo su oscura piel crece una gran ambición.

Reflexión e inflexión

[quote]La curiosidad humana es insaciable[/quote]

La ciencia ficción no sólo se nutre de viajes espaciales, robots (término acuñado por el propio Capek) y realidades alternativas; a principios de siglo XX lo que «se llevaba» era la ficción científica. Novelas como «La isla del doctor Moreau» (1896) o «El hombre invisible«(1897) de H. G. Wells, llenaron la imaginación de maravillas imposibles. Digna sucesora de todo ello es la obra que nos ocupa.

Se da una valoración científica sobre las salamandras, su forma de aparearse y sus costumbres. Pero todo ello decae en virtud de su importancia como mano de obra. Existen un sinfin de similitudes entre la novela y fenómenos crueles e injustos en la Historia como la esclavitud, el holocausto y el apartheid. Estos dos últimos no fueron del conocimiento de Capek, una visión casi profética.

Los personajes humanos pierden importancia, pues la narración se presenta en primera persona. Un observador casi omnisciente que reflexiona sobre las salamandras, su influencia en el devenir de la historia, su levantamiento y el apocalipsis de la humanidad. En realidad es un pretexto para criticar la dureza del trato para con aquellos que son diferentes, las injusticias a las que se ve sometido el individuo en el marco de un estado opresor y la falta de libertad. Así, las inofensivas salamandras, tan calladitas y trabajadoras, pronto se convierten en guerreras sedientas de sangre y ansiosas por demostrar que ellas tienen el poder sobre sí mismas.

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(…) ¿No tiene a veces la sensación de que está sirviendo para algo que, en el fondo, es la forma de esclavitud más miserable?

-Las salamandras son salamandras-gruñó Bellamy, encogiéndose de hombros y desviando el asunto.

-Hace doscientos años también se decía que los negros eran solo negros.

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Tiempos modernos

«La guerra de las salamandras» inició un modelo diferente de ciencia ficción. Ideas como la defensa del medio ambiente, el respeto cultural o la necesidad de educación, constatan la importancia que el autor otorgaba a los cambios sociales. La posibilidad de hacer algo bueno por los demás, en este caso las salamandras, se ve enturbiado por el afán de enriquecerse a su costa. Un canto al respeto y la libertad que pasó desapercibido en su momento. Tal vez por que la situación en Europa empezaba a tornarse ponzoñosa, desde Checoslovaquia se buscó el humor como válvula de escape.

La sátira es una constante a lo largo de la trama. A veces, la carga informativa (titulares de prensa, notas a pie de página) es demasiado densa. En esta novela no encontrarán datos baladí. Todo tiene un porqué, todos los personajes guardan un secreto a voces. Las ideas del subconsciente están tan veladas que se precisa una lectura atenta para no caer en la simple risa fácil.

En la obra no hay nada gratuito. Buscar el sentido oculto de las acciones y decisiones humanas resulta a veces agotador. Es densa en cuanto a contenido filosófico y social, contrarrestado con dosis hilarantes. Se dan situaciones realmente rocambolescas que arrancan la sonrisa, y momentos cumbre en la literatura universal. Para entender la ciencia ficción como conjunto es imprescindible conocer a Karel Capek y su utopía catastrofista.

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