La hora del Dios Rojo

Ediciones Siruela nos trae “La hora del dios rojo” de Richard Crompton, finalista del prestigioso premio Los Angeles Times a la mejor novela policíaca. De la mano del detective Mollel, seguiremos los pasos de este sanguinario dios de los masáis en su paseo por la turbulenta Nairobi pre-electoral, una ciudad bajo cuyo techo conviven todas las etnias y todas las castas de una Kenia sacudida por la corrupción y el tribalismo.

Una joven prostituta aparece muerta en un parque con el cuerpo horriblemente mutilado. Los tatuajes circulares en sus mejillas proclaman que la chica pertenecía a la tribu de los masáis, pero no se le conocen familiares ni contactos. Parece un trabajo para la policía, pero en estos momentos el cuerpo tiene cosas más importantes en las que pensar: las elecciones están a la vuelta de la esquina, y la amenaza de fraude electoral dispara las tensiones convirtiendo a la ciudad en una olla a punto de estallar. Todas las unidades policiales están destinadas a sofocar la inminente revuelta y nadie parece interesado en la muerte de una prostituta. Nadie menos el detective Mollel y su compañero Kiunga.

«Poli» bueno, «poli» malo

Mollel es un detective masái que sigue las pautas de la buena y vieja escuela policíaca: es solitario, arisco, difícil de gobernar, posee un pasado turbulento y un futuro incierto. Su compañero Kiunga, de la tribu de los kiyuyus, también cumple su rol tradicional como contrapunto de Mollel: un hombre extrovertido, alegre, con un puntito de desenfado y excelentes dotes sociales. Si por un instante dejáramos de ser lectores y entráramos en la novela convertidos en sospechosos de un crimen y nos viéramos interrogados por esta pareja, sin duda pensaríamos que Mollel es el «poli malo» y Kiunga «el poli bueno». Pero nada más lejos de la realidad. Ambos personajes poseen luces y sombras, y se resisten furiosamente a ser catalogados.

«La hora del Dios Rojo» retrata un ambiente duro y opresivo, tanto dentro del personaje (terribles son los demonios que alberga Mollel) como fuera de él. Richard Crompton no nos ahorra ningún detalle a la hora de recrear la cara oscura de Nairobi. Sus arrabales, sus mendigos, sus putas y sus cloacas. También se pasea por sus fastuosidades, por sus embajadas, villas y rascacielos… pero ninguno es tan alto ni tan imponente como para hacernos olvidar el dolor que se esconde tras ellos. 

Crompton además posee un don muy valioso para un escritor de novela negra: el don de generar desasosiego, de sugerir que algo no marcha bien, de inquietarnos sin apenas darnos detalles. Un par de frases le valen para generar tensión y alertar al lector de la escena que primorosamente ha preparado para nosotros. 

[quote]Mollell no cree en fantasmas. Pero cree que el mal perdura. Y en el interior de esta casa vacía puede notarlo.[/quote]

Las tribus de África

Madre África es grande, enorme, con una diversidad cultural que a los occidentales nos cuesta visualizar. Tan sólo en la ciudad de Nairobi coexisten por lo menos siete tribus: masai, kiyuyu, luo, meru, embu, kalenjin, luhya…cada una de ellas buscando una posición favorable, aliándose y atacándose en una compleja danza política y cultural.

Nairobi no es sólo una ciudad de tribus, es también una ciudad de contrastes. Altos rascacielos conviven con chabolas de techo de zinc, barrios residenciales y arrabales de muerte son la cara y la cruz de este fascinante escenario donde Richard Crompton (residente en la ciudad desde el 2007) sitúa su novela. Nos muestra un mundo distinto a nuestra vieja Europa, y a la vez profundamente familiar.

[quote] No es de extrañar que nos decantemos por el tribalismo. Si todos los políticos son corruptos, la lógica indica que entonces también podríamos votar a algún pariente nuestro. Cuando reparta esos trabajos en el Gobierno, esos fondos locales, esas becas para estudios, se acordará de su gente.[/quote]

Hay que destacar sobre todo la soltura con la que Crompton nos introduce en la particular idiosincracia del pueblo keniata, en las características que les hacen únicos. Nairobi es una ciudad contemporánea con apenas cien años de historia, tan moderna como nuestras capitales europeas, con sus calles, sus comercios, sus paradas de autobús y sus supermercados. Pero de repente, con tan solo unas pocas notas ambientales y un poco de vieja mitología, la ciudad se desvanece y nos encontramos pisando suelo africano, salvaje, antiguo y tribal. 

[quote]- Es la hora de los corredores nocturnos – dice. Mollel nunca ha visto un corredor nocturno, pero ha oído bastantes noticias creíbles como para no descartarlos como pura fantasía. De hecho, alguno es atrapado y asesinado, por lo general en los pueblos. Por supuesto, los corredores nocturnos, una vez muertos, regresan a su forma original como ser humano, hombre o mujer, de modo que no hay pruebas acerca de las historias en cuanto a su velocidad y fuerza sobrenaturales (…).Lo que Mollel sabe, con todo, es que hay bastantes espíritus malignos de variedad criminal en las calles de Nairobi a estas horas de la noche como para que la corriente de miedo que está sintiendo en ese momento sea una respuesta perfectamente sana y racional. [/quote]

Los corredores nocturnos, night runners en inglés, son unos espíritus violentos que permanecen despiertos toda la noche, merodeando por el pueblo y la ciudad, bajo la forma de gente que corre desnuda. Espíritus extraños y antiguos que laten siempre bajo los adoquines de Nairobi y que jamás desaparecerán de allí, formando parte consubstancial de su propia naturaleza.

 Esaa Enkai Nanyokie, la hora del Dios Rojo

¿Pero, quién es este temido Dios Rojo del que nos habla Mollel? ¿Quién es esta sanguinaria divinidad que se pasea por las calles de Nairobi como si los siglos no hubieran pasado y siguiera ostentando el mismo poder de antaño?

[quote]Estaba Enkai Narok, el Dios Negro. Era el dios del amor, la familia, la bondad. Le dabas las gracias a Enkai Narok cuando nacía un niño y rogabas que protegiese el espíritu de un ser amado cuando moría (…). Pero también estaba Enkai Nanyokie. El Dios Rojo. Enkai Nanyokie era vengativo y caprichoso, lleno de celos e ira. Los cristianos le llamaban Dios del Antiguo Testamento; decían que era algo del pasado. Y sin embargo era este dios que se manifestaba todos los días. Solo tenías que recorrer las calles de Nairobi para ver sis actos.[/quote]

En la novela de Richard Crompton, podemos encontrar a Enkai Nanyokie en todas partes. En el crimen por resolver, en la corrupción de las altas esferas, en las luchas fratricidas, en las cruentas tradiciones y hasta en el corazón de los vecinos. Vemos su rostro entre blancos y negros, entre ricos y pobres, es casi como una maldición. Pero también nos encontramos a Enkai Narok, el dios negro, exactamente en los mismos sitios. Porque si algo podemos percibir en esta novela es que el autor ama y respeta profundamente a Nairobi. En ella retrata a gente fuerte, solidaria y valiente en un contexto donde la valentía y la solidaridad pueden pagarse muy caras y, por lo tanto, resultan doblemente valiosas. 

El primer caso del detective masái

Richard Crompton (Manchester, Reino Unido, 1973) ha trabajado como productor y periodista para la BBC y otros medios internacionales. Vive en África Oriental desde 2005, primero en Tanzania y, desde el año 2007, en Nairobi (Kenia). «La hora del Dios Rojo» es la primera novela de Mollel y Kiunga, pero no la última. «Hell’s Gate«, también protagonizada por el detective masai, acaba de ser publicada en inglés y todavía no tiene fecha para su llegada a las librerías españolas. 

«La hora del Dios Rojo» se ha traducido en Reino Unido como «The Honeyguide». Un honeyguide es un pequeño pájaro conocido por su interacción con el ser humano: deliberadamente guían a las personas hasta las colonias de abejas y una vez saqueadas, se alimentan de los restos de larvas y cera. En castellano su nombre es «pájaro indicador», un término no demasiado evocador para el título de un libro, por lo que resulta obvio que el Dios Rojo ocupe la portada de la edición española.

Mención aparte merece la exquisita labor de diseño y maquetación de la editorial Siruela , que revaloriza el título con su estética cuidada  y lo sitúa por encima de otras ediciones. 

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