La niña que bebió luz de luna

Hoy les traemos una maravillosa novela que retoma los orígenes del cuento tradicional. Kelly Barnhill escribe una historia sobre una niña que, sin querer, recibe una ingente cantidad de magia gracias a la luna. Bella y lírica, la historia de Luna encandilará a grandes y pequeños, transportándoles a un mundo donde la alegría ha sucumbido frente a la tristeza y únicamente una pequeña heroína será capaz de destruirla. Destino presenta este debut literario, que ha triunfado por el mundo entero, con una hermosa cubierta y solapas de cartoné. Un pequeño lujo para un libro entrañable.

Kelly Barnhill ha conseguido con esta novela los principales premios literarios otorgados a la narrativa juvenil. Tanto la crítica especializada como el público en general se han rendido al talento de esta profesora y madre que sabe llegar al corazón. “La niña que bebió luz de luna” ofrece  niveles de lectura, adaptándose a diferentes lectores a partir de 12 años. En El Mar de Tinta también hemos sabido gozar de su talento, abriendo una nueva puerta a la fantasía que creíamos desaparecida. 

Los niños de la luna

En una pequeña aldea existe una terrible tradición. Una vez al año, el último bebé nacido ha de ser llevado al bosque para que la bruja lo devore. De lo contrario, la fatalidad caerá sobre todos sus habitantes. Es el Día del Sacrificio. No obstante, una madre no está dispuesta a abandonar a su bebé. El joven ayudante del Sumo Sacerdote observa algo diferente en ella, una pequeña marca en su frente. El bebé es abandonado y la madre encarcelada.

Pero lo que todo el mundo ignora es la verdadera naturaleza de la bruja. Año tras año, los niños abandonados son recogidos por Xan y entregados a otros padres, más allá del bosque. Son los Niños de la Estrella. Alimentados con luz estelar durante su viaje hasta el nuevo hogar, terminan siendo jóvenes dichosos y resplandecientes. Xan siempre había obrado así. Hasta que recoge a un nuevo bebé con una marca de media luna en la frente. Un descuido hace que, en lugar de beber luz de estrellas, la pequeña beba luz de luna. Y se “enmagiza”. Debido a esto y el amor que despierta en Xan, la pequeña es adoptada y criada por ella.  Así, Luna crece despreocupada en compañía de una bruja, un dragón diminuto y una criatura poeta. Pero a medida que su poder crezca también lo hará el deterioro de Xan. Su muerte está cerca y un antiguo enemigo acecha.

La importancia de la familia

[quote]Que no veas algo no significa que no exista. Algunas de las cosas más maravillosas del mundo son invisibles[/quote]

Esta cita superior describe la esencia de la novela. Cita que, no sin intención, recuerda a “El principito” de Saint- Exupery. En cierto modo, como el cuento del francés, “La chica que bebió luz de luna” funciona como una fábula para adultos. Los jóvenes lectores encontrarán en ella una genial aventura llena de magia, secretos y villanos terribles. Los más mayores, o avezados, sabrán leer entre líneas un mensaje en pro de la importancia de las raíces familiares y sus conexiones.

En esta historia hay algo más que un cuento bonito sobre el paso de la niñez a la madurez, sobre la responsabilidad de los actos y la reflexión. El libro alberga un ilimitado número de temas que se entrelazan para converger en un todo unitario. Encontraremos el amor como motor de la valentía, la honestidad, la pureza de corazón. En definitiva, nos habla de vencer al mal con el amor. Éste es un tema, dicho sea de paso, no muy original, pero que aquí funciona muy bien. Su aparente sencillez estilística y su moralina positiva esconden algunos puntos oscuros que pueden llevar a la reflexión sobre uno mismo.

Los personajes y ambientes son conocidos: en esto no hay demasiada originalidad. Un bosque terrible, un páramo solitario, una bruja, un monstruo, un dragón, la niña perdida. Son todos ellos tópicos de los cuentos de hadas que nos remontan a los hermanos Grimm o a Perrault, incluso encontrarán reminiscencias de “Momo”. Estas afinidades, lejos de parecer repetitivas, arrancan una sonrisa. Son pequeñas migajas que enlazan este “Cuento” con sus predecesores, como un nieto con rasgos semejantes a su abuelo. Una afinidad familiar que resulta encantadora.

Cuentos para reflexionar

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Érase una vez una niña que no tenía memoria.

Érase una vez un dragón que nunca crecía.

Érase una vez una abuela que no contaba la verdad

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Una narración puede remover por dentro de distintas maneras. En este caso, Kelly Barnhill empuja al lector a ver más allá de su cerrado círculo. A entender que las familias no sólo las compone la sangre, sino los lazos que se tienden a otros. Que el amor, si es desinteresado, llena más que la frivolidad y el desdén. Al final, como toda buena fábula, queda un poso de optimismo en la humanidad que se agradece. Esa mirada tierna hacia el mundo hace de “La niña que bebió luz de luna” un libro único. En El Mar de Tinta lo recomendamos sin tapujos, a pesar de que la presente edición contenga alguna errata en su paginación.

Kelly Barnhill ha producido una estupenda historia para leer al amor de la lumbre en diferentes etapas de la vida. Uno de esos libros que, con el tiempo, ganan intensidad e interés.

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