La niña que hacía hablar a las muñecas

El Siglo XX es definitivo para comprender el presente en el que vivimos. A veces, se hace arduo bucear en la historia pero si nos la cuentan en una novela como “La niña que hacía hablar a las muñecas” (editado bajo el sello Alevosía), con el tono hilarante de Pep Bras,  cuando estén llegando al final tal vez busquen excusas para no pasar la última página.

Un buen puñado de años le ha costado a Pep Bras presentar este extraordinario trabajo. Lo inicia hablando de su bisabuelo para acabar abarcando una amalgama de personajes imprescindibles. No sabemos cuánto de lo que la novela engloba es real. Sólo aseguramos que la risa y el llanto van de la mano, a lo largo de las casi trescientas páginas.

Morir primero. Vivir después

En 1909, una fuerte tormenta en las proximidades de la isla brasileña Ilhabela provoca el naufragio del trasatlántico Príncipe de Barcelona. Tras la muerte de las 450 personas que iban a bordo, Praia Pequena pasaría a a conocerse como playa  “de la calavera”.

Catarina, en calidad de médico, había sacado del océano a Joan Bras, a priori el único superviviente. Pero no halló signos vitales en él y se le enterró con honores aquel mismo día. Por la noche la tormenta azotó al pueblo. Sacó de la tierra al difunto Joan Bras y arrastró su ataúd por las calles hasta alcanzar la puerta de la vivienda de Catarina. El difunto logró incorporarse despertando el horror en los ojos de quienes contemplaban la escena. Las razones eran simples de entender. Joan no estaba muerto, era cataléptico, y acababa de despertar de un angustioso sueño. Para añadirle dramatismo a la situación, Joan había perdido la memoria. No recordaba absolutamente nada de su vida anterior. Lo único que recordaba era su nombre. Catarina lo aceptó como un invitado en su propia casa. Aprendió a hacer las tareas del hogar, un oficio y, lo más difícil de todo, a ganarse la confianza de las gentes del pueblo, quienes aún le temían por lo extraño de su vuelta a la vida.

Después de meses compartiendo techo, el amor teje sus finos hilos entre los dos protagonistas. Fruto de ese amor nace Sión, una niña encantadora con una habilidad especial: hacer hablar a sus muñecas de trapo. Un trágico suceso del que resulta malparada su madre hará que su vida dé un brusco giro. Su progenitor, en quien tanto se había apoyado, se distancia al morir su esposa.

Renaciendo en París

Seguimos sin saber nada de la vida de Joan Bras antes del accidente, pero vislumbramos  la asombrosa capacidad para empezar de cero de este personaje. Con la muerte de Catarina, sobrevienen unos años grises a los que sólo cabe aportar color recuperando a su hija Sión, la verdadera protagonista de este entramado de locuras.

Joan Bras se había dedicado a la construcción en los últimos tiempos. Ahora colaboraba en el levantamiento de un hotel de lujo inspirado en la Casa Batlló de Barcelona. Se llamaría “Le Magnifique” por antojo de su propietario, el señor Maurice Carrière. El parisino multimillonario congenió con Bras hasta el punto de cederle a su hija en matrimonio. En vistas de que todo cambiaría a mejor en Europa, recuperó a Sión. El sitio ideal para empaparse del mundo del espectáculo como aspirante a ventrílocua de éxito.

Es en París donde la abuela del autor adquiere grandiosidad. El colegio, las muñecas, la adolescencia, el enamoramiento como punto de inflexión. París simboliza, para lo bueno y para lo malo, el epicentro de la novela. Nos permite conocer la personalidad de Sión, echando marcha atrás hasta el día en que en una fiesta de cumpleaños conoce al mago Julien L’Extraordinaire y comienza a tener claros los objetivos a alcanzar.

Apelar a la imaginación del lector

El narrador procura interactuar con el lector haciéndole partícipe de la historia y obligándole a meterse en la piel de los personajes. Formula preguntas directas tratando de arrancarle pensamientos, planteando dudas que intensifican la tensión en algunos episodios del relato. A la vez, Bras no olvida intercalar hechos históricos como el asesinato de Rosa Luxemburg, la ratificación de la Ley Seca o el movimiento liderado por Gandhi, para tomar conciencia del contexto.

Por otro lado, recrea en letra cursiva el sueño recurrente de Joan Bras. La ensoñación de tiempos pasados que le perseguirá el resto de su vida: una iglesia en llamas, multitud de hombres ensangrentados en los alrededores, disparos. Hay alguien a punto de morir, sin embargo no consigue recordar quién. A lo largo del libro, Pep Bras añade información al respecto, dejando que la imaginación vuele alrededor de un personaje que, en sí mismo, representa una incógnita indescifrable.

El bagaje de Pep Bras

Pep Bras es licenciado en Periodismo y, además de escritor,  guionista de radio, televisión y cine. Andreu Buenafuente, Julia Otero e Isabel Gemio son tres de los nombres más reconocidos con los que ha colaborado. Pep Bras destacó en el mundo de la narrativa a la temprana edad de veinticinco años con “El bajel de las vaginas voraginosas”, premio La Sonrisa Vertical. Posteriormente se oyó hablar de “L’edat dels monstres” y “La vida en siete minutos”.

Su último libro, “La niña que hacía hablar a las muñecas”, compone una red de emociones que impresionarán al lector. Si Google Play lo escogió como uno de los mejores libros del año 2014, nosotros no podemos decir lo contrario. Lo tiene todo: humor, drama, historia, sobresaltos, ternura… y amor, mucho amor.

Un alarde de maestría que gente de su entorno profesional como Andreu Buenafuente ha aplaudido: «Pep Bras escribe tan bien que a mí me gustaría vivir en una de sus novelas». Hay quien pide una saga de Sión…pues el final podría dar pie a un goteo de historias complementarias. De momento sólo nos queda esperar para ver con qué nueva novela nos sorprende el barcelonés. Nosotros no le perderemos la pista.

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