La reina del azúcar

La reina del azúcar” no es, pese a lo que pueda parecer, una novela dulce. Dolores García Ruiz nos presenta la azarosa vida de Inés Belmonte, francesa de nacimiento y melillense de corazón, que logró levantar un imperio comercial sobre las ruinas de una ciudad devastada por las Guerras del Rif. Una sólida y novedosa apuesta de editorial Versátil por la narrativa histórica.

Es un hecho oficial: las novelas de época con fuertes protagonistas femeninos están en boga. Al igual que aquella Sira Quiroga que María Dueñas nos retrataba en “El tiempo entre costuras”, Inés Belmonte es una mujer de casta luchadora que se enfrenta a uno de los períodos históricos más truculentos de España, saliendo victoriosa aunque duramente herida del encuentro. Cada persona, afirma la autora, tiene una melodía que describe y acompaña su vida. La de Inés Belmonte, por fortuna y por desgracia, es «Ensoñación al borde del mar» del maestro Offenbach. Eso se traduce en una vida llena de belleza, pero también de melancolía, renuncias y terribles momentos, narrados con delicadeza y fluidez por la autora de «El Secreto de Monna Lisa».

La Melilla de ayer y de hoy

La trama de “La reina del azúcar” se divide ordenadamente en dos bloques: uno referido al presente, que abre y cierra la novela, y otro referido al pasado, ocupando el cuerpo central.  En el presente tenemos al juez Prieto y al comandante Fonseca, relacionados ambos con una misión crucial: encontrar en el archivo de la Comandancia el original del Tratado de límites y evitar un posible conflicto entre España y Marruecos. Pero no contaban con la aparición de un cuaderno de memorias dentro de dichos archivos. Las memorias de Inés Belmonte despertaran el pasado y revolverán el presente.

Es en estas memorias dónde nos encontramos el meollo de la cuestión: ocupan dos terceras partes del libro y es, sin duda, dónde García Ruiz despliega todo su arsenal literario. La narración es larga, tendida y muy adictiva, con un amplio recorrido que empieza en los boulevares parisinos, pasa por la dulce Melilla de antes de la guerra, planea sobre la Guerra del Rif sin omitir ningún detalle y desemboca en la creación de un pequeño imperio de azúcar y crema por parte de la protagonista quien, al igual que su amada ciudad, renace de sus cenizas y se proyecta con decisión hacia el futuro.

Liberal, burguesa y vanguardista

En un sentido homenaje al lugar que la vio nacer, García Ruiz nos presenta Melilla como fue en aquel entonces, “una princesa liberal, burguesa y vanguardista”.  Pero también, no hay que olvidarlo, como parte del Protectorado de Marruecos y por lo tanto como territorio en disputa. Rifeños, españoles, franceses e ingleses mueven ficha en este desértico tablero rico en peligros y recursos naturales. Cameos de personajes históricos tampoco faltan: de vez en cuando aparecen, como al descuido, Gabriel Delbrel, el General Silvestre o el Alférez Paquito, quien más adelante será conocido con el funesto título de Generalísimo de España.

También se desencadenan guerras entre el nutrido grupo de personajes secundarios que rodean a nuestros protagonistas, Inés Belmonte y su enamorado doctor Eduardo Vidal. La autora nos abre un abanico de sentimientos que abarca todos los registros del amor y del odio. Amores prohibidos, sugeridos, correspondidos o rechazados, pasionales o maternales, en toda su riqueza y desgarro. De los odios también esta novela es un muestrario: enconados, históricos, frutos de la cobardía, la falsedad y la avidez humana. 

La historia por tanto tiene todos los ingredientes para atrapar al lector y mantiene un ritmo ágil que sólo al final se ralentiza, cuando llega el inevitable momento de presentar un final perfectamente sellado, en el que todos los cabos se atan quizás con demasiada precisión. La impresión que deja en el paladar es que estamos ante una obra muy correcta y ante un vívido cuadro de lo que fue aquella Melilla, que al igual que Ceuta, Tánger o Esauira, «es como un ensueño a la orilla del mar»

Una fuerte apuesta editorial

Versátil inaugura con «La reina del azúcar» una nueva línea editorial, Versátil Narrativa, dedicada a la narrativa contemporánea. Una gran apuesta que no sólo afecta a los contenidos, hasta ahora centrados en novelas de corte ligero y romántico, sino a la propia maquetación de la obra. Se nota en «La reina del azúcar» un nuevo aire más sólido, más serio y elegante, que augura un brillante futuro para la colección.

Dolores García Ruiz posee además autoridad para hablar de Melilla y de sus habitantes: la autoridad de haber nacido y crecido en ella, y de haber vivido en contacto con sus muy diversas culturas y religiones. Ese amor se traduce en millares de gestos, de guiños privados y se vuelve magistral en las descripciones: edificios, trazado urbano, usos y costumbres, ambiente y el enredado subsuelo de túneles que se abre bajo la ciudad y que funciona como «el cerebro de la Vieja Melilla».

La autora colabora con diversos medios y publica artículos sobre Literatura e Historia en revistas culturales de prestigio. Su anterior obra, «El Secreto de Monna Lisa» (Roca Editorial) está traducida a varios idiomas y ha sido publicada a escala internacional. 

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