La República Pneumática

La ucronía es un género literario fascinante. Sólo con imaginar que determinado acontecimiento histórico hubiese o no hubiese ocurrido, se abre ante nosotros un abanico infinito de atractivas posibilidades. ¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiese ganado la Segunda Guerra Mundial? ¿Y si la Armada Invencible hubiera hecho honor a su nombre? ¿Qué habría ocurrido si los confederados hubieran ganado la Guerra de Secesión estadounidense?

El lector puede encontrar respuestas a estas preguntas en obras como “El hombre en el castillo” de Philiph K. Dick o “Patria” de Robert Harris, “Pavana” de Keith Roberts o “Britania conquistada” de Harry Turtledove, y “Lo que el tiempo se llevó” de Ward Moore, por citar unos pocos ejemplos. Las opciones son, desde luego, ilimitadas. Cualquier cambio que el autor de turno desee realizar en la Historia conocida, puede tener como consecuencia la creación de un mundo muy distinto al que conocemos.

El imperio del vapor

En “La República Pneumática”, J. Valor Montero nos presenta un Imperio romano en el cual las ideas del ingeniero y matemático Herón de Alejandría han sido desarrolladas y mejoradas, hasta el punto de originar toda una serie de invenciones basadas en los principios de la neumática. Así, en el año 246 d. C., la República romana (restablecida por el emperador Claudio tras lo que se conoce como el Siglo Funesto) ofrece un paisaje de altos edificios de cemento armado surcado por toda suerte de vehículos pneumáticos que evolucionan por tierra, mar y aire.

Ese es el escenario en el cual, tratando de conseguir que excarcelen a su padre (acusado de crímenes que no ha cometido), vivirá numerosas aventuras el joven Marcus Novus. Desde su Cesaraugusta natal, Marcus partirá hacia la bulliciosa Barcinomagna, capital de Hispania, para cumplir una misión de cuya verdadera naturaleza apenas es consciente. En la populosa urbe nuestro joven protagonista será acogido por una peculiar tabernera oriunda de Ch’in, la cual le instruirá en los secretos filosóficos y marciales de la Via virtutis. Unos conocimientos que le resultarán muy útiles mientras trata de sobrevivir en una ciudad sacudida por la violencia xenófoba y los atentados de quienes se oponen al empleo de maquinaria en las fábricas.

Un mundo muy familiar

La República descrita por Valor Montero fusiona una base puramente romana con aspectos que la emparentan con la Inglaterra de la Revolución Industrial, por un lado, y con la sociedad actual, por otro. Si centramos nuestra atención en la colosal Barcinomagna, resulta imposible no ver reflejada en ella al Londres de finales del siglo XIX.

Se trata de una ciudad sucia, contaminada por el humo producido por la combustión de las ingentes cantidades de carbón necesarias para impulsar las máquinas. En un mismo lugar hallamos zonas privilegiadas, habitadas por los adinerados patricios, junto a suburbios miserables donde malvive la plebe, atraída al lugar por la promesa de una vida mejor. Incluso nos encontraremos con un agresivo movimiento ludita, a imagen y semejanza del que se originó en su día en Inglaterra para oponerse a la mecanización del trabajo que amenazaba el medio de vida de los artesanos tradicionales.

En lo que a reminiscencias del mundo actual se refiere, quizá el aspecto más destacable sea la eterna relación entre poder y corrupción, ejemplificada por el comportamiento de la mayoría de los políticos que se pasean por las páginas de “La República Pneumática”. Los diversos pretores trabajan a sueldo de poderosos constructores y fabricantes, y el Cónsul (elegido cada cuatro años, no anualmente como era la norma en tiempos previos a la aparición de los emperadores) es el típico advenedizo hipócrita capaz de cualquier cosa por conseguir votos. Por su parte, el Pontífice Pneumático (dirigente “religioso” cuyo cargo es vitalicio) ejerce un férreo control sobre la vida de los ciudadanos de la República, y probablemente sea el más peligroso de todos ellos.

Marcus, Hoc y compañía

“La República Pneumática” es una novela excelente en la cual todos sus elementos están ensamblados a la perfección. No obstante, si hubiera que destacar uno de ellos por encima del resto, en El Mar de Tinta nos decantaríamos sin dudarlo por los personajes que pueblan sus páginas.

Marcus Novus es un joven inteligente, creativo y audaz, marcado por el abandono de su madre y por el alcoholismo de un padre desencantado. Su capacidad para aprender y adaptarse le permite sobrevivir en un entorno plagado de amenazas, y cada obstáculo superado le ayuda a madurar y a convertirse en el gran hombre que está destinado a ser. Y en cada paso del camino le acompaña Hoc, un pequeño gladiador mecánico fabricado por su progenitor, con el cual conversa como si de un ser vivo se tratase. El locuaz y descarado Hoc actúa como una especie de Pepito Grillo, si bien sus consejos no son tan acertados como los del personaje creado para la adaptación animada de «Las aventuras de Pinocho».

De entre el resto de protagonistas de la novela, tiene capital importancia Jiàn, la dueña de la taberna Espejo y maestra de la Via virtutis. Con su peculiar forma de entrenar a Marcus, Jiàn viene a ser un cruce entre el maestro Yoda y el señor Miyagi, y gracias a ella el joven Novus abrirá los ojos a un mundo cuya existencia ignoraba por completo. Y no hay que olvidar a la joven Punzón (líder de un grupo de niños sin hogar), ni al noble Caius Verus (el único pretor honrado en un grupo de miserables corruptos) o a la bella y gentil Iulia. Todos ellos, de un modo u otro, participarán en el complejo viaje de crecimiento personal de Marcus Novus.

Un gran principio

“La República Pneumática”, un nuevo acierto editorial de la imprescindible colección Fantascy, tiene como título secundario “Baile de serpientes”, y no es sino la primera entrega de una trilogía cuya continuación todo lector de la obra que nos ocupa aguardará con impaciencia. Algo comprensible, si tenemos en cuenta que nos encontramos ante una historia que atrapa desde la primera página, y cuya lectura resulta difícil interrumpir.

Desde su portada (magistralmente ilustrada por Claudio Sánchez Viveros) hasta la utílisima combinación de glosario y dramatis personae  que nos aguarda en sus páginas finales, “La República Pneumática” es una novela que fascinará a cualquier lector que se decida a visitar el ucrónico Imperio romano imaginado por J. Valor Montero. Confiamos en que el autor barcelonés sea más veloz escribiendo que escritores como Martin o Rothfuss, de forma que podamos descubrir pronto qué nuevas aventuras aguardan al joven Marcus Novus.

2 respuestas a «La República Pneumática»

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