La semilla de Cthulhu

H. P. Lovecraft es, sin ninguna duda, uno de los escritores fundamentales para entender el Terror literario del siglo XX. En algunos de sus relatos y novelas más celebrados, el genio de Providence imaginó grimorios terribles, ciudades malditas y criaturas de nombres impronunciables entre las cuales destaca el gran Cthulhu, quien aguarda entre sueños en su submarina morada de R’lyeh.

Lovecraft fue un creador generoso que se rodeó de un grupo de autores a quienes permitió que usaran sus ideas, animándoles a que las introdujeran en sus propios cuentos. Los miembros del “Círculo de Lovecraft”, además de repetir esquemas argumentales y reutilizar a deidades cósmicas, ampliaron el panteón y la biblioteca lovecraftiana con nuevas criaturas y abundantes volúmenes hermanos del infame “Necronomicón”. Uno de los miembros más activos y entusiastas del Círculo fue August Derleth, escritor de numerosas narraciones englobadas en los “Mitos de Cthulhu”, las cuales Alianza Editorial nos ofrece ahora en “La semilla de Cthulhu”.

Tres libros en uno

Para ser exactos, “La semilla de Cthulhu” recopila tres volúmenes ya publicados por Alianza en su imprescindible colección El libro de bolsillo. Los tres títulos en cuestión son “Otros mitos de Cthulhu”, “La máscara de Cthulhu” y “El rastro de Cthulhu” y, si bien todos tienen en común la particular concepción de los mitos lovecraftianos urdida por Derleth (de la cual nos ocupamos más adelante), es posible diferenciar en cierto modo cada una de las tres antologías atendiendo al contenido de las mismas.

Cuatro de los seis relatos que componen “Otros mitos de Cthulhu” se centran en la figura de Ithaqua, ser que Derleth creó inspirándose en la novela corta “El Wendigo” de Algernon Blackwood (incluída en la magnífica antología “Los mitos de Cthulhu” compilada por Rafael Llopis). Por su parte, “La máscara de Cthulhu” presenta mayor variedad temática, si bien predominan los relatos relacionados con Cthulhu, los profundos (adoradores de este) y los seres híbridos que se arrastran por las callejuelas de la decadente Innsmouth.

En cuanto a “El rastro de Cthulhu” se trata de una obra compuesta por cinco narraciones con un patrón común (y ciertamente repetitivo), las cuales conforman algo que funciona básicamente como una novela en cinco partes. Aquí, los protagonistas de cada relato se enfrentan a los profundos y buscan la destrucción (o incapacitación, al menos) del gran Cthulhu, una actitud en las antípodas de los personajes habitualmente pasivos (y propensos a acabar mal) presentes en las obras de Lovecraft.

Sistematizando los mitos

La ya mencionada y popular etiqueta “Mitos de Cthulhu” fue acuñada por el propio Derleth quien, además, sistematizó el panteón de entidades cósmicas ideadas por su maestro literario. Derleth configuró una mitología que enfrentaba a unos dioses benévolos (los Arquetípicos) contra los terribles Primordiales o Primigenios (los cuales, a su vez, se enfrentaban unos contra otros según sus peculiares naturalezas, asociadas por Derleth a los cuatro elementos clásicos). Dicha visión se ha solido comparar con la rebelión de Lucifer y su expulsión del Cielo por el Dios católico, pues los Arquetípicos hicieron lo propio con los Primordiales, encarcelándoles en lugares muy remotos por toda la eternidad.

A lo largo de las páginas de “La semilla de Cthulhu” el lector tendrá sobradas oportunidades de conocer la historia de ambos grupos de dioses. Como muestra, hemos seleccionado un fragmento del relato “El morador de la oscuridad” que ilustra con claridad el modo en el cual  Derleth entendía las relaciones entre los mismos:

“Habló de unos seres cuyo mero nombre causaba pavor; de los Dioses Arquetípicos (…) y de cómo expulsaron a los Grandes Primordiales, cuyos líderes son Azathoth y Yog-Sothoth, y entre los que se cuentan asimismo la progenie primordial del anfibio Cthulhu (…) unas criaturas malignas que no cejan en su intento de volver a imponerse a los Dioses Arquetípicos que los expulsaron o los aprisionaron (…). El combate entre los Dioses Arquetípicos y los Primordiales tuvo lugar mucho antes de que los seres humanos hollaran la Tierra y, cada cierto tiempo, los Primordiales trataban de volver a hacerse con el poder, siendo detenidos a veces por la intervención directa de los Dioses Arquetípicos y con más frecuencia por medio de un agente humano, o de algún otro tipo, que provocaba una confrontación entre los propios seres elementales”.

Sobre August Derleth

August Derleth no se limitó a ser un imitador/continuador de H. P. Lovecraft. Entre otras temáticas, cultivó la narrativa histórica, escribió literatura infantil y juvenil, y también dedicó parte de su obra a la ficción detectivesca. De hecho, su admiración por el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle hizo que, cuando este se negó a concederle permiso para que escribiese historias protagonizadas por el famoso inquilino del 221B de Baker Street, Derleth optase por dar vida a un trasunto literario de Holmes, a quien bautizó como Solar Pons.

Ahora bien, dejando a un lado su producción narrativa, si por algo merece ser recordado el autor norteamericano es por la creación, junto a Donald Wandrei, de la editorial Arkham House. Fundada para poder publicar una antología de historias de Lovecraft cuando varios editores se negaron a hacerlo, Arkham House acabó convirtiéndose en una editorial de culto que publicó en su día obras de autores como Robert E. Howard, Robert Bloch, Clark Ashton Smith o Ramsey Campbell, por citar tan sólo a unos pocos.

Consumir con moderación

En “La semilla de Cthulhu”, August Derleth utiliza todos los elementos característicos de los relatos más conocidos de Lovecraft. Así, el lector podrá encontrar referencias a dioses, libros, invocaciones, poblaciones y localizaciones diversas (tanto terrestres como ultraterrenas) que le resultarán muy familiares si conoce la obra del genio de Providence. Como novedad, eso sí, Derleth introduce la obra de Lovecraft en sus narraciones, haciendo referencia a algunos de sus relatos y dando a entender que el fallecido autor no escribía precisamente “ficción”.

La cuestión es que, si bien Derleth supo escribir de un modo similar a su maestro (aportando elementos personales, como hemos visto, y utilizando un estilo menos recargado que el de Lovecraft), ese afán por imitar al creador de Cthulhu hace que las historias incluidas en “La semilla de Cthulhu” resulten demasiado similares, hasta un punto en el cual puede llegar a resultar difícil diferenciarlas. Por eso, aunque en El Mar de Tinta no dudamos en recomendar este volumen a todos los aficionados a los Mitos de Cthulhu, también les aconsejamos que procuren dosificar la lectura de los relatos que contiene. De ese modo, estamos seguros de que los disfrutarán mucho más que si los leyeran uno tras otro.

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