Las luminarias

La jovencísima Eleanor Catton nos sorprende con “Las luminarias”, una obra redonda, sin puntos débiles y magistral en todos los sentidos. Sus ochocientas páginas vuelan veloces entre los dedos y a pesar de ser un libro de casi dos kilos de peso, creednos cuando os decimos que se hace ligero. La obra ha sido galardonada con el Man Booker Prize 2015 y llega a las librerías españolas de la mano de la editorial Siruela.

Nueva Zelanda, 1866: la paz ancestral de esta remota isla maorí va a verse bruscamente interrumpida por la Fiebre del Oro. Y es que no existen fronteras ni mapas en blanco para la codicia humana, que atrae hacia el territorio a todo un muestrario de aventureros: putas, comerciantes y buscadores de oro; contratistas, pitonisas y marineros de primera, todos ellos hechizados y con una minúscula y brillante pepita dorada en el fondo de la pupila.

Es en este escenario libertario donde Catton desarrolla una historia que, siguiendo la buena y vieja tradición policíaca, nace alrededor de un misterio. El 27 de enero de 1866 ocurren varios hechos aparentemente fortuitos: una prostituta es arrestada, se descubre una enorme fortuna en la casa de un borracho indigente, un hombre rico desaparece y un capitán de navío de mala reputación abandona precipitadamente la ciudad. Estos son los cuatro hilos con los cuales se irá trenzando el complejo tapiz de la historia.

Maestra de la trama

Al igual que el cielo nocturno, la trama de “Las luminarias” se despliega inmensa ante nuestros ojos. Y verdaderamente es una trama monumental, y muy ambiciosa: Catton ha logrado fusionar un auténtico ejército de personajes, -más de veinte y todos ellos relevantes- con un ritmo narrativo suficientemente pausado como para que el lector vaya siguiendo el hilo con facilidad.

Y eso no es todo, sino que además la autora se permite rizar el rizo de la complejidad al utilizar los tiempos narrativos, pasado y presente, como si fueran dos círculos concéntricos que acaban fusionándose con gracia y naturalidad. “Una esfera dentro de otra esfera”, afirma la autora. Hay que leerlo para comprenderlo en toda su belleza.

Una constelación de personajes

Otro ejemplo de maestría literaria es la multiplicidad de puntos de vista que nos ofrece esta novela: y es que la historia no está contada por un solo narrador omnisciente, sino por todos los personajes a la vez. Cada uno tiene sus motivaciones personales, sus puntos de vista, y sólo conoce la porción de realidad que le atañe. La historia por lo tanto empieza de manera poliédrica, abierta desde mil frentes distintos, y finaliza con la convergencia de todos los personajes en la resolución del misterio. Del poliedro a la esfera, sería quizá la mejor manera de describir este recurso literario.

No podemos evitar relacionar esta estructura con aquella célebre parábola oriental, «Los Sabios y el Elefante», en la cual un grupo de hombres ciegos tocan el cuerpo de un elefante para comprender como es. Cada uno de ellos toca una parte distinta, y cuando comparan sus observaciones, se dan cuenta que no coinciden en nada. La parábola guarda semejanzas con lo que ocurre en «Las luminarias»: los personajes sólo tienen visiones incompletas y distorsionadas de los hechos, y será al final de la novela cuando irá surgiendo, lentamente, la verdad.

Nacidos bajo el Zodiaco

Walter Moody, Anna Wetherell, Emery Stains, Thomas Balfour… todos y cada uno de los figurantes de esta obra coral aparecen bajo el influyo astronómico de un signo o un planeta. La astrología no sólo es un recurso que Catton emplea a la hora de estructurar los capítulos, sino que también ejerce una influencia muy determinante en la personalidad de los actores. Algunos aparecen dominados por Venus, otros viven bajo la égida de Júpiter, la Luna es reina soberana de cierta dama y los demás intentan torcerle la mano a sus propios signos zodiacales.

Y es que hay que tener en cuenta que todos ellos son “buscadores de fortuna”. ¿Y qué es la Fortuna? Tendemos a asociar este término con el oro y la riqueza, olvidándonos que también puede significar suerte, e incluso destino… ¿Hasta que punto están condicionados los personajes por el cosmos? ¿Poseen libre albedrío, o su destino está escrito literalmente en las estrellas? Conjunciones astrales, crecientes y decrecientes, equinoccios y solsticios que se entrelazan en un baile cósmico presidido por dos grandes conocidos, el sol y la luna. Nuestras luminarias.

Nueva estrella en el firmamento literario

Eleanor Catton es, y perdonen la expresión, insultantemente joven: a sus 28 años ha logrado tal dominio de la narrativa que sus dos obras publicadas, «El ensayo general» y «Las luminarias», están cosechando grandes éxitos de público y crítica.

Nacida en Canadá en 1985, se trasladó a vivir con su familia a Nueva Zelanda. En 2007 cursó un máster en Escritura Creativa, y su primera novela, “El ensayo general” (Ed. Siruela, 2012) fue premiada con el Adam Award. Tanto su primera obra como la segunda, “Las Luminarias”, han recibido importantes galardones internacionales, destacando el Man Booker Prize obtenido este año por “Las luminarias”. Dos libros, dos premios. Desde El Mar de Tinta seguiremos con mucho interés la meteórica trayectoria de la canadiense.

Y no podemos finalizar sin hacer una mención especial a la editorial Siruela, un grupo que nunca baja el listón a la hora de presentar libros tan atractivos que es difícil apartar la vista de ellos. Como un canto de sirena, la portada de “Las Luminarias” atrae al lector y acaba convirtiéndose en una irresistible nueva adquisición para cualquier biblioteca que se precie.

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