Crímenes a la francesa. Una antología

La editorial Siruela sigue ofreciendo grandes títulos de narrativa policíaca. En este caso, “Crímenes a la francesa. Una antología”. Tras una interesante introducción de Mauro Armiño, encontrarán una selección de autores de gran nivel. Estupenda elección para los que no temen las noches insomnes.

El crimen vende. Las mentes torturadas, los psicópatas, asesinos en serie, gente de mal vivir; son fuente de interés. Lo son ahora y lo eran en la Francia del siglo XIX. Balzac, Dumas, Merimée, autores de renombre que sirven de reclamo a esta recopilación en la que se incluyen otros no tan conocidos, pero con gran talento. Alphonse Allais, Jean Richepin, Jules Lermina. Mauro Armiño, gran conocedor de la literatura francófona, hace las delicias del lector. Una refinada antología para disfrutar.

Crimen y criminales

Francia, principios del siglo XIX. Los periódicos parisinos están repletos de noticias escandalosas sobre crímenes, delitos y atentados contra las buenas maneras. El público bebe de esas noticias y los literatos del momento no dudan en “hacer su agosto”. Si bien autores como Alexandre Dumas u Honoré Balzac ya gozaban de renombre, ellos, como otros menores, no dudaron en arrimarse a los periódicos con mayor tirada para vender pequeños relatos inspirados en la maldad humana. Algunos incluso no dudaron en convivir con maleantes, respirar su atmósfera y plasmarla en las páginas.

Este derroche criminal coincide en el tiempo con la formación en París del primer cuerpo policial especializado en el crimen. El germen del futuro  cuerpo de detectives. La pluma de los escritores se llenó de métodos científicos (fotografía, rayos X, estudio de huellas, comportamiento) que dieron pie a la creación de personajes inolvidables que emulaban al famoso Sherlock Holmes. A pesar de que el detective de Baker Street ha gozado de mayor popularidad, no hay que olvidar que en Francia también se desarrolló una importante literatura criminal salpicada de villanos tan carismáticos como Moriarti e investigadores de la talla de Holmes. Sirva de ejemplo el presente ejemplar.

Primeros detectives e investigadores

Mauro Armiño apunta en la introducción que, aunque no están todos los que son, si están los más conocidos por el público español. No obstante, ha incluido otros autores que nunca se han traducido al castellano. Es una estupenda oportunidad para conocerlos y tener una visión panorámica de las tendencias estilísticas del momento. Los relatos abarcan todo el siglo XIX (el primero, “Carta desde Calabria”, de Paul Louis Courier, data de 1807), por lo que el lector puede ver el desarrollo tanto de la mente criminal como de los métodos para apresarla. Son textos de desigual extensión. Los hay brevísimos, como “Deshoulières” (Jean Richepin), novelitas de corta duración (“El cuarto del hotel”, Jules Lermina). Inquietantes, al borde del terror (“Los dos retratos” de Richepin) o cómicos (“Carta desde Calabria”, Paul Loise Courier). En total son 21 relatos fascinantes que, en nuestra modesta opinión, son un magnífico repertorio de crueldad humana.

Destacamos la presencia de una corta biografía de los autores al final del libro, así como la presencia de notas a pie de página a cargo del editor. Aportan aclaraciones o descripciones geográficas de los lugares citados en la narración.

Selecta y completa

Crímenes a la francesa. Una antología” es una ventana abierta a la literatura criminal del siglo XIX. Muestra el estilo de un género que, poco a poco, se fue transformando. Desde unos tímidos titubeos iniciales, cercanos a la narrativa costumbrista, pasó a ser llamada “literatura judicial”. Los relatos de Guy de Maupassant se adscriben a este estilo. Prima la acción de los jueces sobre el crimen en sí. No interesa tanto la investigación o los motivos del criminal, como la labor judicial. Muy al gusto de la sociedad parisina. Conforme avance el siglo, y tras una importante influencia anglosajona (Poe, para más señas), los escritores franceses buscarán una motivación que explique las acciones delictivas. Los facinerosos pasarán a ser genios del mal y los policías deberán idear métodos deductivos para destruir sus perfectos planes.  

En la presente antología se ha hecho un esfuerzo por incluir relatos que plasmen a la perfección esta transformación. Y lo consigue. Siguiendo un orden “estilístico”, Armiño va desmigando el proceso. Los primeros relatos titubean en cuanto a la labor deductiva, pero a medida que avanzan, se observa un perfeccionamiento. Se vislumbran los primeros detectives, dentro y fuera del cuerpo policial. Una labor que resulta del todo satisfactoria para el lector.  

En conjunto “Crímenes a la francesa. Una antología”, aporta una selección notable de escritores, mantiene la tensión en cada elección, entretiene. La información sobre los autores, aunque escasa, viene acompañada de una bibliografía para consultar. Completa y muy recomendable.

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