Disjecta Membra

La locución latina disjecta membra da título a la primera novela de Alberto Hontoria Maceín, que vio la luz en 2011 de la mano de El Desvelo Ediciones. Traducida literalmente como “miembros diseminados”, la expresión alude a los personajes principales de esta trama de superhéroes: personas con diferentes discapacidades físicas que aspiran a imponerse sobre la crudeza y condescendencia de quienes les rodean, e incluso a convertirse en referentes sociales.

La novela nace a partir de una idea muy atractiva: el hecho de que los efectos negativos de una discapacidad física puedan revertirse convirtiéndose en algo distinto, incluso en una ventaja; a lo que se añade una reflexión acerca de la naturaleza humana.

Sacando fuerzas de flaqueza

Toda la trama de la obra se centra en cuatro personajes. Amelia Gallagher sufre un accidente de tráfico y le amputan las dos piernas. Seth Randolph, marcado por una amputación congénita del brazo izquierdo, es un boxeador de éxito venido a menos. Jack Endore se queda ciego a causa de una enfermedad en sus retinas. Sus vidas confluyen bajo el techo de Russell Cotard, un multimillonario que pretende invertir en el negocio de las prótesis y mostrar a la sociedad lo que puede llegar a hacer con un combo de voluntad, dinero y tecnología.

La primera parte de la obra hace las veces de presentación. Nos pone en antecedentes con cada uno de los tres protagonistas, haciendo especial hincapié en cada evento traumático, en cómo sus discapacidades cambiaron, y estuvieron a punto de desmoronar, por completo sus vidas.

A medida que el mecenas los va reclutando, asistimos en todos ellos a un proceso de superación y afirmación personal. Con el esfuerzo colectivo, lograrán crear un equipo de “superválidos”, unos héroes atípicos que perseguirán el crimen en la ciudad y cuya popularidad no dejará de crecer.

Novela de superhéroes

El debut de Alberto Hontoria Maceín saca a las historias de superhéroes de su soporte habitual (el cómic); lo que no debería resultar una sorpresa, ya que contamos con innumerables intentos de explorar esta vía. En el mismo sentido, podemos encontrar antecedentes ampliamente conocidos, como “Wild Cards”, una serie de novelas escritas entre varios autores y editada por George R. Martin (de la que ya hemos ofrecido alguna reseña en esta casa); “Steelheart”, de Brandon Sanderson; o “Mundo de Dioses”, de Rafael Marín; así como algunos títulos clásicos como “La maldición de Capistrano”, de Johnston McCulley, donde aparece por primera vez el personaje de El Zorro.

En lo literario, la presentación de los protagonistas de “Disjecta Membra” se hace especialmente interesante. Mediante el uso de una prosa fluida y sin pretensiones, el autor ahonda en la intimidad de sus personajes para hacernos partícipes de sus motivaciones. El lector se meterá de lleno en la trama, agobiándose con la descripción de los padecimientos de Amelia tras el accidente, experimentando cada triunfo de Seth sobre el cuadrilátero.

A medida que avanza la novela, el argumento se centra cada vez más en el proyecto de Russell Cotard. Las hazañas de los “superválidos” se vuelven anecdóticas y el texto se convierte en una crónica de su auge que descuida un poco a los personajes. Sin embargo, es en esta parte donde se incide, de manera tangencial, en la reflexión sobre la responsabilidad y, especialmente, sobre la condición humana.

Los límites de lo humano

Como melodía de fondo, la reflexión sobre los límites de lo humano subyace bajo toda la trama. En el texto, las prótesis se erigen como elemento clave para mejorar la vida de los protagonistas, pero a la vez se intenta desmitificarlas, equiparándolas a cualquier otro producto tecnológico. Porque, al fin y al cabo, ¿no son acaso todas las herramientas fabricadas por la humanidad una extensión de su propio cuerpo, un ardid para influir en la naturaleza superando las capacidades que ofrece su condición biológica?

De este modo, Amelia usaría sus piernas sintéticas para correr más rápido y Seth utilizaría su brazo biónico sin que ello conlleve mayor impacto que el ver a un obrero valerse de una excavadora para desempeñar su trabajo. Desde esta perspectiva, el uso de prótesis, los avances cibernéticos, lejos de abrir una vía de deshumanización, no serían sino la expresión de una de las cualidades más elogiadas de nuestra especie: la capacidad tecnológica.

Y de hecho, la tecnología ha permitido que nuestra especie desarrolle estrategias culturales de adaptación y, con ello, colonizar la mayor parte del planeta. Lo que la novela plantea es una reflexión sobre límites; hasta dónde nos permitiría llegar si la aplicamos a nosotros mismos, si su campo de operación fuera nuestro propio cuerpo, nuestra concreción biológica. Al fin y al cabo, nos remite a la pregunta clásica de: ¿qué es aquello que nos hace humanos?

Sobre el autor

Alberto Hontoria Maceín nació en Madrid en 1987 y se licenció en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha colaborado en Jot Down Magazine y en el portal literario La cueva del Erizo. “Disjecta Membra” es su primera novela y vio la luz en 2011 de la mano de El Desvelo Ediciones, una editorial cántabra de tirada nacional. Posteriormente, publicó “El sentido disidente de la fábula” (2013) con la editorial Sequitur y repitió con El Desvelo para publicar las novelas “Euforia colectiva” (2015) y “Juntos suspensivos” (2016).

Su debut literario, “Disjecta Membra”, ofrece un relato de superhéroes que da visibilidad a una parte de la población que, con frecuencia, sufre un trato diferente por sufrir una discapacidad; y además, recoge una reflexión interesante sobre la naturaleza humana.

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