Divorcio en el aire

Tras la aplaudida “Hilos de SangreGonzalo Torné avanza por los recovecos sensoriales del ser humano con su tercera novela: “Divorcio en el aire”. Publicada en septiembre del presente año bajo el sello Literatura Mondadori, la obra de tinte costumbrista trata de explicar el drama del paso del tiempo a través de un personaje déspota incapaz de encauzar su vida.

Con tan sólo cuarenta años, Joan-Marc apunta maneras para ser el típico protagonista odiado por el lector: machista, retrógrado y, ante todo, un intolerante de los pies a la cabeza. Acaba de llegar a un balneario junto a Helen para tratar de salvar un maltrecho matrimonio a todas luces inviable.

Una pareja de desequilibrados

El Valle del Río Corb es el escenario ideal para recuperar una relación repleta de desencuentros y de violencia a todos los niveles. Pero Joan-Marc y Helen no viajan solos. Lo hacen en compañía de los padres y el hijo de ella, producto de una juventud alocada que ahora no puede negar. Ser testigos del amago de reconciliación durará un puñado de páginas. Posteriormente el brusco salto temporal nos pondrá en antecedentes para descubrir a fondo la experiencia vital del catalán y el por qué del punto de inflexión con el que arranca la historia.

Joan Marc estaba destinado a ser un joven con el éxito por bandera. Forma parte de la burguesía catalana y desde pequeño se ha movido en círculos inaccesibles para los mortales de clase media. Con lo que él no contaba, era con que su madre desarrollase un perfil depresivo que la mantuviese aislada del mundo. Tampoco contaba con el suicidio de su padre ni con el trato prepotente de su hermana, quien le culpa de no haber reflotado la economía familiar.

La norteamericana Helen llega a Madrid como estudiante dejando atrás a un padre que no le brinda ni un ápice de cariño y a un hijo. En la capital conoce a Joan-Marc, se casan sin haber alcanzado la treintena y se trasladan a Barcelona. A priori parece Helen la trastornada y aprovechada, pero Joan-Marc ni resulta muy cuerdo ni autosuficiente. Ella responde al estereotipo de mujer atractiva capaz de conseguir lo que se proponga. Él, por su lado, es un manirroto incapaz de preservar la fortuna heredada, además de adicto al sexo y fácilmente manipulable.

Atisbos de realidad

En algunos instantes el lector se sentirá identificado no tanto con las manías del protagonista como con la falta de horizonte al que dirigirse, con sus agobios, con su tristeza. Esa sensación de estar perdido concuerda a la perfección con la situación de personas de todas las épocas.

Eso sí, existen particularidades que le hacen único, en gran medida por el tipo de personalidades de las que se rodea: el egocentrismo de su joven esposa americana, el amigo soltero que vive rodeado de recuerdos, o su compañero del colegio estrenando envoltura femenina son algunos ejemplos. Él al principio cree participar en esos acontecimientos desde una posición privilegiada. Luego toma conciencia de la existencia resquebrajada en que ha convertido su vida, aunque en ningún momento le vemos con la valentía suficiente de empezar de cero.

Joan-marc está repleto de matices, pero son el paso del tiempo y las dificultades innatas del ser humano para asumirlo la verdadera columna vertebral del relato. Cuesta creer que alguien tan bien formado permanezca tan alejado de la realidad como para no entender el significado de la vejez. A esto se suma la opinión de la crítica, que enmarca esta obra dentro de los alegatos contra el matrimonio más demoledores de la literatura española.

Autobiografía novelesca

“Divorcio en el aire” intenta darle una vuelta de tuerca al género de ficción. El narrador omnipresente cede su puesto a un tipo fracasado que pretende desahogarse contándole sus peripecias por escrito a su segunda mujer. Suponemos que esta unión, al igual que la primera, se encuentra a la deriva. El lector, mero fisgón de las confidencias, se preguntará constantemente si tantos detalles íntimos acaecidos con su primera esposa le servirán de ayuda para retener a la susodicha.

La lectura se presenta algo tediosa por la ausencia de diálogos, por las frases demasiado largas y por el abuso de las comparaciones. Imposible de enumerar incluso la cantidad de ocasiones en las que el autor recurre a los paréntesis aclarativos y a los puntos y coma. No hay capítulos ni secciones. Sin embargo, la novela no es larga (apenas trescientas páginas) que cobran velocidad casi al final, cuando asistimos a una conversación animada entre Joan-Marc y un antiguo compañero del colegio.

Un futuro por delante

Cuando el barcelonés Gonzalo Torné publicó su primera novela en 2007 (“Lo inhóspito”, finalista al Premio Nacional de Narrativa) seguramente ignoraba que la crítica tardaría poco en hacerse eco de su buena mano para la escritura. Tres años después “Hilos de sangre” le hizo saltar a la fama dentro de los narradores destacados de su generación. Aquel repaso a la historia española reciente se ganó calificativos unánimes de grandeza: “Extraordinario ejercicio literario” en El País, “Enormemente ambiciosa” en El Cultural, “obra sólida y destinada a permanecer” en Revista de las Letras…

Torné no ha querido desprenderse de “Hilos de sangre” y ha recuperado a Joan-Marc, un personaje secundario simpaticón capaz de ganarse a los lectores. Ahora que cuenta su propia historia y que las expectativas estaban demasiado altas es probable que alguno se decepcione. Hacer una biografía de un hombre ficticio es una apuesta arriesgada y habrá quienes lo aplaudan. Por nuestra parte, en El Mar de Tinta nos hemos quedado con ganas de más. Suerte que el treintañero Gonzalo Torné posee un prolífico futuro por delante y será sencillo toparnos con trabajos suyos a corto plazo.

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