El legado de Tesla

Cuando pensamos en un pionero de la era eléctrica, el nombre que suele venir a nuestra mente es Thomas Edison. ¿Quién fue el padre de la radio? La respuesta siempre es la misma: Marconi. Más difícil sería nombrar al descubridor de los rayos X, pero una búsqueda rápida revelará que fue el físico alemán Wilhelm Röntgen.

Pues bien, probablemente les sorprenderá descubrir que el hombre que merece crédito por todo lo anterior, y por muchísimas invenciones más (el radar, el mando a distancia, el motor eléctrico, e incluso una máquina capaz de general terremotos), fue Nikola Tesla. Inventor, ingeniero mecánico y eléctrico, Tesla fue todo un visionario que se topó con la incomprensión de una sociedad timorata, además de chocar frontalmente con un Edison que supo aprovecharse del trabajo de su rival, al tiempo que se encargó de desprestigiarle en beneficio propio.

El diario de un genio

Siempre se ha jugado con la idea de que, además de todo su trabajo conocido, Tesla creó determinados inventos cuya existencia mantuvo en secreto debido a su peligrosidad. Uno de tales inventos sería, por ejemplo, un “rayo de la muerte” con una capacidad destructiva tremenda, el cual otorgaría un poderío militar indiscutible a la nación que lo emplease. Un concepto fascinante, ¿no creen?

Así se lo parece, al menos, al electricista Mick Vincent y a su novia Jesse. El primero encuentra de manera casual un diario que perteneció a Tesla, en cuyas páginas se detalla la construcción de cierta maquina en tierras australianas por parte del científico. La perspicaz Jesse, librera de profesión, conseguirá interpretar las instrucciones dejadas por Tesla a lo largo del diario, y la pareja partirá en un viaje plagado de emociones en pos de la ubicación de un aparato cuya sorprendente naturaleza podría cambiar el mundo.

Agentes secretos (y estúpidos)

Una búsqueda de información en internet sobre Nikola Tesla y determinado proyecto mencionado en las páginas de su diario, dispara una alarma en la sede de la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. Durante décadas, los servicios secretos estadounidenses se han mantenido en guardia ante la posible aparición de cualquier mención al trabajo realizado por Tesla en Australia. Cuando, por fin, aparece alguien que parece tener algún tipo de información sobre el mismo, hay que tomar medidas expeditivas para evitar que el artefacto oculto vea la luz.

Un pequeño grupo de agentes se traslada a nuestras antípodas con la misión de eliminar tanto a Mick como a Jesse. Como estamos acostumbrados a que novelas y películas describan a los miembros del servicio secreto de los Estados Unidos como unos personajes sumamente eficaces y letales, sorprende la visión que Robert G. Barrett ofrece de los mismos en El legado de Tesla. Su incompetencia sólo se ve superada por su carencia de escrúpulos y, en contraste, los agentes secretos australianos que aparecen en el libro resultan tremendamente eficaces y profesionales.

Humor, amor y aventura

“El legado de Tesla” es una novela que combina los tres elementos con maestría. Mick y Jesse son unos personajes que enseguida se ganarán la simpatía del lector. El electricista es el amigo con quien a todos nos gustaría ir de copas. La librera, por su parte,  es una mujer tremendamente inteligente capaz, cuando la ocasión lo requiere, de patear unos cuantos traseros sin despeinarse. Una pareja perfecta que se ama con locura y aprovecha al máximo de los momentos en los cuales pueden relajarse y disfrutar de la vida.

Durante la pequeña odisea que les conducirá hasta la ubicación de la máquina de Tesla, Mick y Jesse alternarán investigación con momentos de relax, harán amigos y enemigos y, básicamente, experimentarán la mayor aventura de sus vidas. Y todas sus peripecias, salpicadas de buen humor y alguna que otra nota “picante”, nos son descritas por Barrett con un estilo fresco, sencillo y ciertamente adictivo, convirtiendo la lectura en una experiencia tremendamente divertida que resulta muy difícil interrumpir.

El otro legado de Tesla

De un tiempo a esta parte, la presencia de Nikola Tesla en la cultura popular resulta cada vez más patente. Existe un buen número de autores que, tras descubrir al genial inventor, se han inspirado en su trabajo para crear historias fascinantes o, directamente, le han convertido en personaje en libros, cómics, películas o series televisivas. Veamos unos ejemplos: David Bowie le interpretó en la espléndida película El truco final; un Tesla vampirizado es un personaje recurrente en la serie televisiva Sanctuary; y, en otra serie, la entretenida Almacén 13, un buen número de los aparatos que manejan los personajes fueron diseñados por Tesla.

Tesla fue, sin ninguna duda, un hombre fascinante merecedor de un respeto y reconocimiento que le fueron negados mientras vivía. Afortunadamente, poco a poco se le va haciendo justicia, y el gran público empieza a saber quién fue este gran inventor e ingeniero.

Todo un descubrimiento

Robert G. Barrett falleció el 20 de septiembre de 2012. Su legado lo conforman veintiséis libros, todos inéditos en castellano salvo el que nos ocupa. La mayoría de esos libros son novelas protagonizadas por Les Norton, un personaje cuyas aventuras, a tenor de lo que hemos podido leer sobre el mismo, resultan bastante interesantes.

Desde El Mar de Tinta agradecemos a La Factoría de Ideas la publicación de “El legado de Tesla”, uno de los libros más entretenidos que hemos tenido oportunidad de leer en lo que va de año. Y, de paso, aprovechamos para sugerirles la edición de más obras de Barrett, un autor injustamente desconocido por estos lares que, a buen seguro, encontrará un público receptivo para sus novelas en nuestro país.