El paraíso de las damas

¿Están pensando en zambullirse en algún clásico este verano? Pues escojan este título. Alba Editorial nos deleita reeditando “El paraíso de las damas”  en una edición de bolsillo con tapa blanda y solapas, el cual pasa a engrosar las filas de su colección Alba minus. Una lectura fresca, detallista y romántica, que traslada al lector arrojado al París del último tercio del s. XIX.

Émile Zola, autor prolífico y conocido por su implicación en el caso Dreyfuss, ha pasado a la Historia como el máximo representante de la corriente literaria naturalista. Su obra se caracteriza por ser un reflejo riguroso y crudo de la realidad, crítica implacable de la sociedad de su época y espejo de miserias y violencias. En esta maravillosa novela, sin embargo, Zola impregna su pluma de optimismo benevolente.

Denise llega a la gran ciudad

Derrengada y con dos hermanos pequeños a su cargo, la joven Denise se apea en la capital francesa en busca de un empleo. Para ello acude al establecimiento de su tío Baudu, donde espera encontrar cobijo y un puesto de trabajo. No será más grande su desdicha cuando su tío le niegue la ayuda, pues su tienda de paños ya no es un negocio próspero. El Paraíso de las Damas, germen de los conocidos “grandes almacenes” y obra del empresario Octave Mouret, crece y crece en la acera de enfrente, comiéndose sin remordimientos ni piedad al comercio artesanal. “El viejo Elbeuf”, así como las zapaterías, las modistas, las corbaterías y un largo etcétera de pequeños empresarios, son testigos de los nuevos “tiempos modernos” y tienen, desafortunadamente, los días contados.

Denise, cautivada por la magnificencia de El Paraíso, abrumada e hipnotizada por el rumor incesante de su sofisticada maquinaria, acabará empleada en su sección de Confección. Empezará para ella una etapa nueva en la que pasará de niña provinciana a mujer juiciosa y emprendedora, con visión de futuro, haciéndose un hueco insustituible en los grandes almacenes.

Costumbrismo y romance

El autor francés narra así la historia de esta dependienta, y las vicisitudes de los trabajadores asalariados en la gran ciudad. Con maestría, expone Zola las dificultades de los obreros, la tiranía del patrón empresario, el cataclismo de las diferencias entre clases sociales, ahora unida en un mismo establecimiento, donde unos venden y atienden, y donde los otros compran y curiosean.

Será El Paraíso el escenario para la crítica social y las diferentes perspectivas de una misma realidad. Queda retratado a la perfección el funcionamiento de los grandes almacenes, la rivalidad encarnizada entre los empleados, los jornales míseros, las interminables horas de trabajo y los divertimentos durante los descansos dominicales. Del mismo modo nos cuenta Zola, con su detallismo característico, las ansias de consumismo de los más privilegiados, sobre todo del público femenino, cuyo espíritu coqueto no puede resistirse a las gangas que ofrece el establecimiento.

Y por encima de todos estos engranajes de clases y capitalismo incipiente, de los celos, los cotilleos, y las dichas y miserias de clientes o dependientes se alza Mouret: rigiendo los destinos de las féminas, exprimiendo sus materialistas deseos, utilizándolas a su antojo, enriqueciéndose en su afán de conquista.

La modesta y recatada Denise entablará una compleja relación con su patrón, que desafiará convencionalismos e insidiosas habladurías.

Detallismo poético

Si algo destaca de “El paraíso de las damas” es el detallismo, la minuciosidad de Émile Zola para describir escenarios y personajes. El lector no hallará impedimento ninguno para imaginar la suntuosidad de los departamentos del Paraíso, los escaparates primorosamente colocados, las telas brillantes, los encajes, los guantes, las gangas… porque el escritor detalla hasta el último resquicio. No peca (y es de recibo) de pesado, pues su prosa es pulcra, ligera y ajustada a un propósito conciso, sin que pierda ésta la elegancia poética. Encontramos, entre sedas y paletós, pasajes descriptivos muy bellos, que harán las delicias de los lectores avezados.

Nada sobra y nada falta en este libro, con una hermosa historia y la ciudad de París y su urbanismo como decorado principal. Siendo como es parte de las veinte novelas que conforman el ciclo de obras de Les Rougon-Maquart (la undécima, concretamente), puede leerse sin necesidad de conocer el resto de títulos que componen este proyecto, con los que el autor pretendía presentar una “Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio”.  

“El paraíso de las damas”, además de ser un divertimento perfecto, es también un repaso a la Historia de la revolución industrial, el desarrollo del comercio y el advenimiento de las organizaciones obreras que tomaron fuerza durante los primeros años del siglo XX. Aprendemos, así, mientras disfrutamos de la magnífica prosa, los excelentes personajes y una ambientación brillante.

“The Paradise”, por si les quedan ganas de más

Si tras la lectura les pasa como a nosotros y sienten pena por abandonar los hermosos grandes almacenes, desde El Mar de Tinta les recomendamos la adaptación que de esta novela realizó el pasado año la BBC, una serie de ocho capítulos que no tiene desperdicio. Con Emun Elliott y Joanna Vanderham interpretando los papeles de  Octave Mouret y Denise, respectivamente, la cadena de televisión inglesa ha optado por “britanizar” la obra de Zola tomándose muchas licencias, pero con el buen gusto y la elegancia que le son características. En España la emitieron como “Galerías Paraíso” en la cadena Telecinco.

The paradise

Con una segunda temporada ya confirmada, “The Paradise” promete entretenimiento y buenos ratos, y ningún aficionado a las series de época debería perdérsela.

En definitiva, “El paraíso de las damas” nos ha encantado, aunque ya contábamos con ello pues los clásicos rara vez decepcionan. Cautivados desde la primera página hasta la última, y con el buen sabor de boca que sólo una gran novela consigue dejar, les instamos a que lo elijan como próxima lectura. Abran las puertas del Paraíso y disfruten.

2 respuestas a «El paraíso de las damas»

  1. La labor de un buen traductor, Amaya, normalmente queda en la sombra de manera directamente proporcional a lo bien que realiza su trabajo. Por lo tanto, cuando Almudena alaba la prosa de Zola está alabando al mismo tiempo tu excelente labor. Son los malos traductores los que destacan, sobre todo cuando el lector es bilingüe y detecta los fallos que a él le resultan evidentes (es algo que me ocurre con frecuencia con traducciones de inglés a español). Ahora bien, no hay que olvidar que, por bueno que sea un traductor, su labor se basa en la del autor a quien traduce. Lo digo porque, al leer tu comentario, uno podría interpretar que el mérito de la versión castellana del texto es exclusivamente de las traductoras. Y digo yo que algo tendrá que ver Zola, ¿no te parece? Al fin y al cabo, lo mínimo que un lector debería recibir cuando compra un libro es una traducción realizada con profesionalidad (algo que, en el caso de Alba, es marca de identidad de la editorial) y, si bien vuestro trabajo quizá no se reconozca como debiera, a día de hoy se compra un libro por el nombre de su autor, no por el de su traductor (con honrosas excepciones, como el caso del Poe traducido por Cortázar). ¿Una situación injusta? Probablemente. Pero no creo que sea tarea de quien realiza reseñas cambiarla, ¿no crees?

  2. Como traductora de esta edición, junto con María Teresa Gallego Urrutia, no puedo por menos que sentirme aludida en este párrafo:

    «No peca (y es de recibo) de pesado, pues su prosa es pulcra, ligera y ajustada a un propósito conciso, sin que pierda ésta la elegancia poética. Encontramos, entre sedas y paletós, pasajes descriptivos muy bellos, que harán las delicias de los lectores avezados.»

    La versión castellana no es del propio Zola sino de las TRADUCTORAS; un detalle, que por obvio y casi perogrullesco, suelen olvidar los reseñistas y hasta los lectores. Pero nunca es tarde par enmendar la omisión y volver a caer en ella en próximas reseñas 😉

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