Las sombras de Longbourn

“Orgullo y prejuicio” fue la primera novela escrita por Jane Austen (si bien no la primera que publicó) y, a día de hoy, sigue siendo una de sus obras más populares (quizá sólo “Juicio y sentimiento” pueda aspirar a estar a su altura). Personajes tan inolvidables como Elizabeth Bennet o Fitzwilliam Darcy forman parte de ese grupo de privilegiados entes de ficción cuya historia ha cautivado a generación tras generación desde que el libro viese la luz en 1813.

Como cualquier clásico literario que se precie, “Orgullo y prejuicio” ha inspirado a numerosos autores que han recurrido a la narración de Austen para ofrecernos variaciones estúpidas (como “Orgullo y prejuicio y zombis”, disponible tanto en novela como en cómic), continuaciones interesantes (“La muerte llega a Pemberley”) e, incluso, entretenidos delirios televisivos (“Persiguiendo a Jane Austen”). Ahora, de la mano de Lumen, tenemos la oportunidad de leer  “Las sombras de Longbourn” de Jo Baker, una historia paralela a la que ya conocemos, protagonizada en esta ocasión por el servicio doméstico de la familia Bennet.

Personajes en la sombra

Ocuparse de una familia compuesta por siete miembros genera una inmensa cantidad de trabajo. De ello pueden dar fe los sirvientes encargados de hacer que todos estén perfectamente atendidos en todo momento en casa de los Bennet. La señora Hill, ama de llaves y cocinera, cuenta con la ayuda de dos jóvenes criadas (Sarah y Polly, ésta casi una niña) y de su avejentado esposo. Sin embargo, las tareas se acumulan y las extenuantes jornadas no dejan de alargarse.

Por eso la llegada de James Smith, un joven lacayo, será bien recibida por todos, sobre todo cuando quede claro que se trata de un hombre muy trabajador y diligente. Y, si bien en un principio Sarah y él no parecen congeniar, dicha situación no tardará en dar un giro de ciento ochenta grados. Pero el nuevo sirviente cuenta con un oscuro pasado a sus espaldas, el cual se cernirá ominoso sobre él y acabará poniendo en peligro la felicidad conseguida en su nuevo hogar.

Mientras, como telón de fondo, transcurren los hechos narrados en “Orgullo y prejuicio”. Pero las vicisitudes vividas por las señoritas Bennet, por el señor Darcy y el joven Bingley, palidecen ante las experimentadas por Sarah y James, una pareja mucho más real y cercana, con preocupaciones ciertamente más trascendentes que aquellas que afectan a sus señores.

Una visión inédita

Probablemente muy pocos lectores se hayan molestado en considerar el papel de los sirvientes en las grandes historias clásicas de la literatura universal. No obstante, estos siempre están ahí, ocultos tras los más o menos complejos argumentos de las obras que tanto amamos. Son ellos quienes pasan horas sin fin limpiando las lujosas mansiones, preparando fastuosos banquetes (cuyas sobras, con suerte, pueden llegar a disfrutar), lavando cantidades ingentes de ropa y, por poner un ejemplo al cual la autora de “Las sombras de Longbourn” recurre con frecuencia, ocupándose de deshacerse de los contenidos de los orinales de sus señores.

Es bien cierto que existen novelas en las cuales algún sirviente goza del privilegio de ser el protagonista (una de ellas es “Pamela”, de Samuel Richardson, citada varias veces a lo largo de la obra que nos ocupa). Sin embargo, lo habitual es que criados, lacayos, jardineros y demás miembros del servicio sean meras presencias atisbadas brevemente en segundo o tercer término. Apenas unas sombras en las cuales el lector no suele reparar.

En “Las sombras de Longbourn” Jo Baker nos hace descubrir a unos personajes cuyo día a día resulta mucho más interesante que el de aquellos a quienes sirven. Libres de encorsetamientos sociales, sus sentimientos y los problemas a los que se enfrentan resultan mucho más intensos e interesantes. En comparación, como ya hemos señalado, todo cuanto les ocurre a las señoritas Bennet ve muy disminuida su importancia.

Viejos personajes, nuevas perspectivas

Revisar un clásico proporciona una excelente oportunidad para mostrarnos una visión ampliada de la personalidad de los protagonistas del mismo. Y eso es lo que hace Jo Baker, con resultados dispares que quizá no sean del agrado de los admiradores más acérrimos de la gran obra de Jane Austen.

Hay personajes que, manteniendo las características básicas esbozadas por su creadora, se nos presentan de un modo que les humaniza y, en cierto modo, ayuda a comprender por qué son como son. La visión del señor Bennet expuesta por Baker explica no sólo la amargura que preside la vida del caballero, sino también la irritante necesidad de protagonismo de su esposa. Asimismo, se nos da una imagen ligeramente más amable de un personaje tan desagradable como es el señor Collins.

Por otro lado, hay personajes francamente despreciables en “Orgullo y prejuicio” que se nos presentan de un modo más negativo si cabe. Es el caso de la desmesuradamente egocéntrica Lady Catherine de Bourgh y, por supuesto, de un Wickham cuya atracción por las féminas de corta edad adquiere un sentido mucho más reprobable, si tal cosa es posible, en la novela de Jo Baker.

No para todos los públicos

Desde El Mar de Tinta queremos dejar bien claro que nos encontramos ante una excelente novela, muy bien escrita y editada, capaz de conseguir que contemplemos con otros ojos una historia que amamos profundamente. Ahora bien, quien espere encontrar en “Las sombras de Longbourn” un relato similar al de la obra que homenajea, podría llevarse una gran decepción.

La novela de Jo Baker es tan interesante como amena, y conocer los libros de Jane Austen no es condición necesaria para poder disfrutar de su lectura. Así, quien sienta interés por leer historias ambientadas en la época georgiana inglesa hallará entre sus páginas un relato que aúna un argumento fascinante con una visión detallada de lo que significaba pertenecer a la servidumbre en aquel tiempo.

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