Musa

Los entresijos del mundo editorial son mostrados desde la mordacidad y la ironía en la opera prima de Jonathan Galassi. Editor y crítico literario, autor de varios poemarios, Galassi debuta en narrativa con “Musa”. Una novela entretenida para nostálgicos y amantes de la letra impresa a cargo de Anagrama.

Desde los turbulentos años veinte a la actualidad. La novela de Jonathan Galassi recorre los años más florecientes del mundo editorial americano, centrándose en la figura de una poeta ficticia: Ida Perkins. Realidad y ficción se entremezclan en una historia que, pese a su desigual ritmo narrativo, ofrece una visión de conjunto atractiva.

Mundo editorial

Paul Dukach trabaja como editor en la  independiente Purcell & Stern. Su editor jefe, Homer Stern, mantiene el negocio a flote gracias a su personal implicación con los autores y su eterna disputa con Sterling Wainwright.

Sterling Wainwrigth dirige una editorial de gran calado en Nueva York. Una de las razones es que, siendo pariente de la gran escritora Ida Perkins, publica toda su obra. Ella y no la competencia literaria, es lo que enfrenta a ambos peces gordos. Y en medio se sitúa Dukach, eterno adorador de Ida.

Por avatares del destino, Dukach termina entablando una creciente amistad con Wainwright, viendo en ello una oportunidad de oro para acercarse a Ida. Stern aprovecha la situación para tratar de atraer a Ida a su editorial. Pero la poeta tiene otro objetivo en mente: la publicación de un poemario que supondrá el cúlmen de su obra.

La hoguera de las vanidades

[quote]Paul tenía la esperanza de emular la determinación y el refinamiento que Sterling había desplegado para cumplir su sueño. Paul creía en los creyentes, no en los crédulos religiosos, sino en quienes aspiraban a poner de su parte para añadir algo al mundo[/quote]

Musa” respira amor por la literatura y, concretamente, por la poesía norteamericana de los años cincuenta y sesenta. Como oda a los poetas, no está mal, pero su ritmo desluce el contenido. No cuenta con un hilo argumental sólido. Jonathan Galassi muestra el día a día en una editorial, con sus dimes y diretes, la pugna con los autores. Pero en núcleo central de la novela es la obsesión de los tres protagonistas por una autora: Ida Perkins. Y nada más.

El estilo de Galassi, que en El Mar de Tinta consideramos demasiado barroco, trata de plasmar una sutil ironía en sus personajes y anécdotas. Homer Stern, hombre trabajador, mujeriego y vividor es la antítesis del siempre correcto Sterling Wainwrigh. Dos polos que, sin embargo, se comprenden y complementan. Entre ambos, Paul Dukach, cuya evolución queda más patente, quedando velada por su opresiva obsesión por Ida Perkins, la musa que da nombre a la novela. Ésta es demasiado perfecta para resultar creíble. Su personalidad (una mezcla de las virtudes y defectos de los principales autores de la generación beat) la convierte en un ente inalcanzable. Su espíritu impregna toda la historia, aportando un alo de irrealidad. “Musa” se convierte en una novela casi experimental donde no pasa nada. Un continuo trasiego de frases grandilocuentes, a menudo inabarcables, que ralentizan la lectura. Si lo que buscaba Galassi era homenajear el mundo editorial, lo consigue, pero a un alto precio.

Generación beat

Si hay algo especialmente destacable en “Musa” es, sin lugar a dudas, la plasmación del espíritu de una generación tan brillante como desafortunada. La llamada generación beat. Aparecida a principios de los años cincuenta en Estados Unidos, se caracterizó por ser un movimiento contracultural. Tras la segunda guerra mundial, escritores y cantantes vitoreaban el triunfo sobre el gigante alemán. Pero unos pocos optaron por centrarse en sentimientos más intimistas y lánguidos. El resultado fue una respuesta liberadora, sexual y desinhibida que fue duramente censurada. Galassi parece inspirarse en ellos cuando describe la feria de Frankfurt.

[quote]Frankfurt era cualquier cosa menos vida social; era una rebatiña de lo más rapaz, revestida de un refinado barniz europeo. La ropa elegante, las fiestas, los puros, la subida de precios de hoteles y restaurantes y la comida decepcionante estaban cortados por el mismo patrón. Era extenuante, repetitivo y deprimente, pero nadie en la industria del libro con una pizca de estilo o sentido común se habría perdido Frankfurt por nada del mundo.[/quote]

El autor toma las virtudes y defectos de toda una generación y los traslada a su personaje ficticio, la poeta Ida Perkins. En su persona hay mucho de Allen Ginsberg, buque insignia del movimiento. Ida es intensa como William S. Borroughs, autor de “El almuerzo desnudo” y trágica como el malogrado Jack Kerouac, que dejó con “En el camino” una huella imborrable. Pero esa desazón que caracterizó a los autores beat no era sólo para varones. Muchas mujeres destacaron por aquellos años. La primera, Sylvia Plath, quien dio origen a la poesía “confesional” y a todo un sinnúmero de seguidores gracias a “El coloso”.

Jonathan Galassi mantiene sus voces a través de Ida. Su persona aglutina los estilos de los autores beat y sus desmanes. En definitiva, el autor consigue interesar al lector recuperando a una generación intensa, transgresora, pero la novela resulta algo floja y lineal.

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