Todo lo posible

En El Mar de Tinta llevábamos un largo tiempo esperando un nuevo libro de Carmen Pacheco. Por fin, la escritora almeriense regresó el pasado abril a las librerías, abandonando la literatura infantil y juvenil en esta novela sincera, divertida y conmovedora. Nos ha encantado.

La trayectoria de Pacheco como escritora de ficción ha sido breve: desde sus primeros pinitos tras ganar el premio Leer es vivir  de Everest en 2009 con “Misterioso asesinato en Oz” hasta “Todo lo posible”, sólo ha habido otras tres novelas. Lejos de parecernos un número escaso, celebramos que escriba menos  e imprima el doble de cariño y esfuerzo a todo lo que firma con su nombre. Cada una de sus obras nos ha parecido interesante y bien escrita, y lo mismo ha ocurrido con esta novela, la primera dirigida a un público adulto.

El terror de una página en blanco

Blanca Cruz es una escritora de ficción vampírica de éxito nacional, pero tiene un problema: no consigue avanzar en la cuarta entrega de su saga, mientras sus editores no paran de presionarla. El éxito comercial de sus libros le ha proporcionado una buena situación económica, pero no por ello se siente orgullosa mientras envidia las obras escritas por otros colegas mucho menos afortunados en ventas pero aclamados por la crítica.

Atascada con la escritura y con su vida personal a punto de estallar en mil pedazos, Blanca intenta focalizar su atención en un misterio que acabará por obsesionarla: el hallazgo de las cartas de una escritora de novelas de misterio desaparecida muchos años atrás. Se inicia así una búsqueda que llevará a la protagonista a reencontrar su propia esencia y enfrentarse a los miedos que la atenazan.

Un paso más

Los designios de la industria, y también las exigencias de un público joven cada vez menos avezado, han marcado que las librerías se llenen de bestsellers juveniles que ahora amplían el espectro lector desde los 16 hasta pasados los 30. En El Mar de Tinta no tenemos nada en contra de los bestsellers, siempre y cuando estén bien escritos. Pero sin embargo, se acusa a veces la ausencia de novelas con las que uno pueda identificarse, cuyo público objetivo no sea un ente amorfo y poco determinado.

En este panorama un tanto confuso en el que las líneas de lecturas aptas para lectores de edad X se han difuminado (como bien explica la autora en esta novela), Carmen Pacheco tiene las ideas claras: sus anteriores trabajos estaban destinados a un público infantil/juvenil y, ahora, nos deleita con una novela escrita por alguien con más de treinta primaveras a sus espaldas, idónea (¡qué sorpresa!) para treintañeros. Por la soltura y facilidad con la que se desarrolla la trama, creemos que Pacheco escribe lo que realmente le apetece, lejos de las imposiciones editoriales o la tiranía del público. En “Todo lo posible” se observa su crecimiento como escritora, así como destellos de su interesante personalidad.

Un pedazo de Carmen

Ignoramos si la novela se inspira en fragmentos de su vida, pero si atisbamos a Carmen Pacheco en sus redes sociales (que utiliza de forma sabia y comedida, a diferencia de otros autores más jóvenes) y leemos los artículos que firma para diferentes publicaciones, así como sus novelas, creemos vislumbrar en Blanca Cruz un reflejo distorsionado de la propia escritora.

Encontraremos en este relato en primera persona mucho de su peculiar y agudo sentido del humor.  También opiniones sobre la vida, el feminismo, el mundo editorial, las relaciones sociales, su amor por la literatura y los libros… Inclusive guiños (no sabemos si intencionados) a algunas de las tiras cómicas que firma con su hermana Laura, como las elegantes y magníficas Divas de Diván. Será la fascinación (que compartimos) por las damas de élite de los años 30 y 40 la que utilice en esta ocasión, imbricando el misterio de las cartas perdidas en el caos existencial de su protagonista.

En definitiva, Carmen Pacheco tiene mucho que decir. Y lo hace como más nos gusta: sin pretensiones,  directa, con un estilo sincero y conmovedor. Se mete en la piel de su personaje  y consigue que el lector se crea lo que nos cuenta. Es muy consciente de los recursos típicos de su profesión, que utiliza inteligentemente para mantener nuestro interés y dar un giro inesperado a la trama. “Todo lo posible” es simple y llanamente una historia bien escrita, sin rodeos, con la que disfrutar y sentirse identificado. Nos habla de momentos en los cuales, de una forma u otra, hay que tomar decisiones vitales y reencontrarse con uno mismo.

“Todo lo posible” nos ha dejado el buen sabor de boca que ya conocíamos de sus otros trabajos. Agridulce esta vez, porque encierra mucha verdad sin intención de dictar sentencia, y nos ha divertido enormemente su lectura. Seguiremos muy atentos su trayectoria que, sin lugar a dudas, es prometedora. Mención aparte merece la portada del volumen a cargo de Laura Pacheco, en una edición muy cuidada de Planeta.

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