Un lío de mil demonios

Al parecer, Christopher Moore ha dado con la fórmula del éxito. En sus novelas, normalmente no muy extensas, aborda los temas más dispares con un estilo ligero de lectura fácil. Y, sea cual sea el leitmotiv de sus obras (los años perdidos de Jesús, la revisión de una obra maestra de Shakespeare o las peripecias de unos vampiros en San Francisco, por poner unos pocos ejemplos), siempre aplica la ironía para dar un toque de humor al conjunto.

Está claro que en nuestro país la narrativa de Moore funciona de maravilla, ya que son dos las editoriales que, en los últimos años, nos han ido ofreciendo con regularidad sus novelas: La Factoría de Ideas y Minotauro. A la segunda le debemos la publicación de “Un lío de mil demonios”, obra inicial del autor estadounidense que, si bien conoció una primera edición por parte de Grijalbo en 1993 (con el título de “La comedia del diablo”), llevaba bastante tiempo descatalogada.

Pine Cove, California

Pine Cove es una pequeña y pintoresca población en la cual, de la noche a la mañana, la acostumbrada tranquilidad se verá alterada por la llegada de una extraña pareja. Por un lado tenemos a Travis, un ex seminarista de unos noventa años que no aparenta más de veinte. Por otro lado está Truco, el demonio al que Travis invocó de manera inconsciente hace mucho tiempo. Un demonio invisible para todos (salvo para Travis) cuando está en “modo normal”, pero que se convierte en un coloso perfectamente visible cuando decide alimentarse. ¿Su dieta? Personas, por supuesto.

Travis llega a Pine Cove continuando una búsqueda que ha llevado a cabo durante décadas. Su objetivo es encontrar la forma de librarse del Truco y, para hacerlo, debe recuperar ciertos objetos que ocultan en su interior fórmulas mágicas capaces tanto de invocar como de enviar de vuelta al infierno al demonio. Y, por fin, tras tantos fracasos previos, parece ser que tiene la libertad al alcance de la mano. Pero deshacerse de Truco no resultará nada sencillo.

Una novela coral…

Muchos son los personajes que comparten páginas con Travis y Truco. Algunos apenas cuentan con una breve aparición, mientras que otros son verdaderos protagonistas de la novela. Tal es el caso del bueno de Augustus Brine, el anciano dueño de “Cebos, Aparejos y Vinos de Calidad Brine”, cuyo más íntimo deseo es convertirse en “madame” del mejor burdel que jamás haya existido. Brine será elegido por Gian Hen Gian, un genio al estilo de “Las mil y una noches” y enemigo declarado de Truco, para que le ayude a acabar de una vez por todas con el demonio.

No vamos a hacer una lista de todos los habitantes de Pine Cove (y alrededores) que se asoman por “Un lío de mil demonios”, ya que al lector le corresponde irlos descubriendo. Pero sí que citaremos algunos de nuestros favoritos: Mavis Sand, dueña del “Cabeza de Babosa”, una mujer (bueno, lo que queda de ella: ya lo entenderán) dura de pelar que jugará un papel crucial en el desenlace de la novela; Irving “la Araña” Nailsworth, experto en informática con sobrepeso y enamorado de la persona equivocada; y Howard Phillips, propietario del “H. P.”, establecimiento donde se pueden degustar unos deliciosos Huevos Sothoth acompañados de Patatas de la Locura.

…y primeriza

Como ya hemos comentado más arriba, “Un lío de mil demonios” es la primera novela que publicó Christopher Moore. Así, aunque se vislumbran en ella los elementos que constituyen la particular “marca de la casa” del autor, estos todavía no se muestran con la calidad y la madurez apreciable en obras posteriores.

Si bien la novela que nos ocupa se lee con agrado y, en momentos puntuales, hace que esbocemos alguna que otra sonrisa, puede que no satisfaga las expectativas de quien llegue a ella tras haber leído libros como “¡Muérdeme!”, “Un trabajo muy sucio” o “Azul”. El hilo argumental resulta un tanto difuso, y la abundancia de personajes (algo que, en El Mar de Tinta, no consideramos necesariamente un defecto), algunos de los cuales apenas tienen peso en la trama, puede llegar a confundir al lector.

No obstante, a pesar de los pequeños defectos que se le pueden achacar, “Un lío de mil demonios” ofrece una lectura entretenida, con destellos del gran talento que Moore puliría en obras posteriores. Teniendo en cuenta que nos encontramos ante quien, junto a autores como Terry Pratchett y David Safier, ostenta un lugar privilegiado en el ámbito de la novela humorística actual, sería un error dejar escapar la ocasión de disfrutar con su opera prima. Tal vez se la pueda considerar una obra menor, pero sin duda les proporcionará unas cuantas horas de diversión.

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