Vorrh. El bosque infinito

La primera parte de la trilogía de Brian Catling llega a nuestras estanterías de la mano de Siruela, que ha tenido el gusto de acercar a los hispanohablantes una de las obras más importantes de lo que va de siglo. «Vorrh. El bosque infinito», («The Vorrh» en el original), es una novela enigmática, compleja y multidimensional, perfecta para los amantes de la fantasía y de la ficción imaginativa.

Este bosque de Vorrh lleva desde 2012 haciendo las delicias de los lectores a lo largo de todo el mundo. Personalidades de todos los ámbitos de la cultura se han postrado ante esta magnífica pieza que se convierte en la segunda obra literaria en prosa que ha escrito el prolífico Catling. El autor inglés, al que no se le resiste ninguna disciplina del arte, ha conseguido deslumbrar y fascinar con esta muestra de género fantástico que desde El Mar de Tinta no podíamos dejar pasar.

Bosques eternos, ciudades rehechas

El bosque de Vorrh, como bien reza su título en español, es infinito. De naturaleza mística e incomprensible, los árboles y la maleza se erigen construyendo un ente en sí mismo, que tiene vida y conciencia, más allá de lo que puedan atreverse a pensar aquellos incautos que osan cruzar sus lindes. En efecto, Vorrh se puede visitar, pero cualquier humano que mora por sus caminos puede tener la certeza de que las historias que hablaban sobre las posibilidades de morir o quedarse completamente loco son ciertas.

Gran parte de la trama en esta primera parte de la trilogía se sitúa muy cerca de este bosque, en Essenwald. La ciudad ficticia se encuentra en la África colonial a principios del siglo XX. El origen de la localidad es tan mágico como el resto del libro, puesto que estamos antes una reconstrucción completa de la ciudad, que fue trasladada desde Europa y levantada ladrillo a ladrillo en otro lugar. De esta manera, Caitling nos introduce en los temas más presentes, pero de manera sutil, en las tramas de este libro, como son el colonialismo y la explotación de los pueblos nativos, que en Essenwald han creado conflictos bélicos llamados Las Guerras de Posesión. En este ambiente de incertidumbre entre lo antiguo y lo moderno, así como las innumerables  lizas entre habitantes, el Vorrh se alza en las fronteras de la civilización, como contenedor de criaturas terroríficas, aunque nadie ha sido capaz de distinguir jamás si son ángeles o demonios

La sutileza de lo fantástico

Pese a que la amenaza del bosque impera durante todas las páginas, existen numerosas personas valientes que, por diversas causas, deciden introducirse en su vegetación. Desde Peter Williams que sigue los caminos marcados por las flechas de su arco, pasando por el asesino nativo Tsungali, quien busca una amnistía por su papel en las Guerras de Posesión, numerosos son los personajes de la novela. Sin embargo, estas historias personales se encuentran con las vidas de personas que ciertamente existieron. Brian Caitling emplaza en esta atmósfera a figuras históricas, como el poeta surrealista Raymond Roussel, que termina siendo apresado por la realidad del bosque. También encontraremos al fotógrafo Eadweard Muybridge, pionero en su ámbito, que pese a encontrarse en otro lugar diferente, hace que converjan ciertos motivos y temas recurrentes en toda la obra. Las relaciones de estas personas reales con las que no lo son, así como los paisajes, es en verdad la correspondencia del autor con su obra y como entiende el proceso de la creación de este mundo notable.

Autóctonos de las tierras de Essenwald y Vorrh, así como foráneos, se reúnen de esta modo tan particular, en una narración coral cuyo ritmo desigual ayuda a introducirse en el contexto. La cadencia de la novela se ve alterada por momentos frenéticos, que casualmente tienden a ser los mismos donde se expone la naturaleza mágica de la historia. En este contexto, hemos comentado anteriormente que Vorrh. El bosque infinito es una obra enmarcada dentro de lo fantástico, pero ese detalle no está presente en cada ocasión. Es realmente un elemento con el que autor juega de forma perspicaz, pues te recuerda cada cierto tiempo de lo que va verdaderamente el libro. El bosque es magia y surrealismo en su más pura esencia, a fin de cuentas.

La experiencia del descubrimiento

Si hay algo que destaca en la concepción de esta novela es la formación artística de su autor. Brian Caitling, antes que creador de esta trilogía, es escultor y poeta, así como artífice de performance. Su amor por la estética se ve reflejado también en su obra literaria, de forma que el bosque de Vorrh parece vivo mientras se disfruta sus descripciones. Lo cierto es que este libro es de los que no se leen, sino que se experimentan. Las exposiciones de las circunstancias y los detalles de sus personajes y paisajes hacen de la novela una prueba de la maestría de Caitling, en cualquier espacio que decida hacer suyo.

Hay quien define este libro como una de las grandes obras maestras del género fantástico en inglés de los últimos tiempos. Ciertamente, la novela merece elogios de esa condición, puesto que consideramos que estamos ante una muestra de literatura en mayúsculas. Por esta razón, no es un libro para todos los públicos. Vorrh. El bosque infinito es difícil de manejar y complicado de entender, pero una vez que comienzas a vislumbrar la calidad de la prosa, los paisajes embeben los sentidos del lector y los personajes enamoran, ya no habrá vuelta atrás. El bosque, después de todo, atrapa a todos aquellos que se atreven a vadear sus territorios indómitos.

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