Winesburg, Ohio (Selección)

Palabrero Press es una pequeña editorial que apuesta por algo poco común en nuestro país: la publicación de ediciones bilingües de clásicos de la literatura anglosajona. Así, sus libros ofrecen al lector la posibilidad de comparar el texto original con su traducción al castellano, lo cual permite comprobar la calidad del trabajo de los traductores.

En El Mar de Tinta ya reseñamos en su día “El as”, una interesante novela de Arnold Bennett previamente inédita en castellano. Ahora le llega el turno a “Winesburg, Ohio (Selección)”, una recopilación de 14 relatos (de los 22 de los que consta el volumen original) ambientados en un pequeño pueblo con la cual Sherwood Anderson alcanzó por primera vez el éxito y se convirtió en una de las voces más influyentes en el panorama literario norteamericano del pasado siglo.

Bienvenidos a Winesburg

Winesburg es una localidad de pequeño tamaño en la cual sus habitantes se dedican mayoritariamente a tareas agrícolas. Todo parece indicar que, si bien existe una población con ese nombre en el estado norteamericano de Ohio, Sherwood Anderson no se basó en ella para dar forma al lugar donde transcurren los relatos incluidos en esta antología, sino que tomo como modelo a Clyde, el pueblo en el cual pasó su infancia.

Las historias que conforman “Winesburg, Ohio (Selección)” acostumbran a centrarse en la vida de alguno de los habitantes de la localidad y, la mayoría de las veces, nos describen las miserias y oscuros secretos que albergan sus corazones. Así, conoceremos el drama del antiguo profesor Wing Biddlebaum en “Manos”, la frustración vital de Elizabeth Willard en “Madre”, el peculiar punto de vista sobre la vida del doctor Parcival en “El filósofo” o la razón tras la misoginia de Wash Williams en “Respetabilidad”.

A lo largo de la antología, el lector podrá observar como determinados personajes aparecen en más de un relato. Un ejemplo evidente de ello es el díptico formado por “La fuerza de Dios” y “La maestra”, dos historias íntimamente relacionadas en las cuales seremos testigos de cómo se tambalea la fe del reverendo Curtis Hartman cuando se obsesiona por la maestra Kate Swift. Sin embargo, el personaje más recurrente y verdadero hilo conductor de “Winesburg, Ohio” es George Willard.

Testigo y cronista

George Willard es el único hijo de Tom y Elizabeth Willard, dueños de un pequeño hotel constantemente al borde de la quiebra. Empleado como reportero en el Winesburg Eagle, ambiciona convertirse en escritor, y su relación con los diversos personajes que protagonizan los relatos (muchos de los cuales actúan como una suerte de mentores del joven Willard) suele ser la razón por la cual conocemos las diversas historias de estos.

Así, según leemos las historias incluidas en “Winesburg, Ohio (Selección)”, observamos cómo George se convierte en un símbolo, ya que su deseo de abandonar el pueblo y forjarse un porvenir en alguna gran ciudad encarna un anhelo similar presente en buena parte de los protagonistas de la obra. Cuando, al final del libro, el aprendiz de escritor abandona finalmente Winesburg persiguiendo su sueño, no viaja sólo. En su travesía hacia un futuro incierto le acompañan los deseos frustrados y la esperanza de una vida mejor de buena parte de los habitantes de su población natal.

Un clásico imprescindible

“Winesburg, Ohio (Selección)” no es un libro amable, ya que la mayoría de las historias que contiene presentan a sus protagonistas como seres amargados, consumidos por deseos que no son capaces de cumplir ni exteriorizar. Esa incapacidad para comunicarse con sus semejantes convierte a los personajes que se pasean por esta antología en criaturas amargadas, eternamente insatisfechas y sumamente infelices. No resulta difícil comprender, por lo tanto, el deseo de George Willard de escapar de un Winesburg en el cual el único futuro que parece contemplar es su transformación en otro desgraciado habitante de lugar.

Así, desde El Mar de Tinta no recomendamos este libro a quien desee evadirse de las penas cotidianas, ya que podría ocurrir que acabase encontrando en sus páginas un reflejo demasiado fiel de las mismas. No obstante, si lo que el lector busca es un compendio de soledades, frustraciones y deseos reprimidos, eso es lo que hallará en “Winesburg, Ohio (Selección)”, servido con maestría por un Sherwood Anderson excelentemente traducido por Anna García.

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