Los buscadores de tesoros

Ediciones El Toromítico lleva años recuperando, en unas ediciones bellamente ilustradas, clásicos de la literatura infantil y juvenil anglosajona. Hasta la fecha, la editorial cordobesa nos ha ofrecido obras de Lucy Maud Montgomery (libros protagonizados por Ana Shirley y Emily Starr) y de Eleanor H. Porter (“Pollyanna” y “Pollyanna crece”).

Ahora le ha llegado el turno a Edith Nesbit, escritora londinense cuyos libros han inspirado a autores de la talla de C. S. Lewis y J. K. Rowling. Con “Los buscadores de tesoros”, se inician las aventuras de los seis hermanos Bastable, las cuales cuentan con dos continuaciones (“The Wouldbegoods” y “The New Treasure Seekers”) que también verán la luz muy pronto en la misma colección.

Los Bastables

Los hermanos Bastable (Dora, Oswald, Dicky, los mellizos Alice y Noel, y el pequeño Horace Octavius) viven junto a su padre en una vieja casa que conoció tiempos mejores. Tras la muerte de su esposa, los negocios del señor Bastable comenzaron a ir mal, y la situación económica familiar se ha deteriorado bastante. De hecho, la falta de dinero obliga a que los niños pasen el día en casa, en lugar de ir a un colegio que su padre no se puede permitir pagar.

La abundancia de tiempo libre hace que los hermanos se entretengan pensando en mil y una maneras de intentar recuperar la fortuna perdida. Así, la novela encadena una serie de planes de lo más variopinto (desde buscar tesoros a fabricar medicinas para curar el resfriado, pasando por la edición de un periódico, el rescate de un anciano en apuros o la venta de jerez), con el objetivo de volver a la situación de comodidad anterior a la crisis por la que atraviesan. Planes que, en su mayoría, resultarán un completo fracaso, si bien contribuirán a mantener entretenidos a los jóvenes Bastables y, de cuando en cuando, les aportarán algún que otro chelín.

La inocencia perdida

Leer una novela como “Los buscadores de tesoros” (publicada en 1899), nos permite conocer una sociedad muy distinta a la actual. Y, lamentablemente, la comparación entre el mundo moderno y aquel en el cual se movían los Bastables no nos deja en muy buen lugar, sobre todo en lo que a los niños de hoy en día se refiere.

Los hermanos Bastable son curiosos e ingeniosos, y su imaginación no conoce límites. Cualquier situación, por difícil que pueda resultarles, es susceptible de mejorar si se la plantean como un juego, una aventura en la cual todos pueden participar. Su bendita y maravillosa inocencia (cualidad que los niños modernos pierden a una edad cada vez más temprana) va de la mano de un talante decidido que les permite viajar en tren a Londres y moverse con soltura por la ciudad sin acompañantes adultos. Algo que Nesbit presenta con gran naturalidad y que, sin embargo, cuesta imaginar en un mundo tan plagado de amenazas como el nuestro.

Valiosos valores

Quizá el aspecto más importante de “Los buscadores de tesoros” es que funciona como un catálogo de valores positivos, los cuales convierten el libro en una lectura muy recomendable para un público infantil muy necesitado de modelos a seguir. Los jóvenes protagonistas de la novela sobrellevan la difícil situación familiar con admirable resignación, pero ello no impide que intenten hacer todo cuanto está en su mano para tratar de ponerle remedio, sobre todo por el bien de un padre inmerso en una situación sumamente complicada.

Otro rasgo definitorio de los hermanos Bastable es su incapacidad para mentir, ya que, aunque en ocasiones podrían haberse librado de una reprimenda con alguna mentirijilla, saben que nada bueno se deriva de engañar a los demás. Por último, la cualidad más destacable de los pequeños es su inmensa generosidad. A pesar de que no nadan en la abundancia, siempre están dispuestos a compartir lo poco que tienen con quienes se encuentran en una situación peor que la suya. Y esa virtud será la que, al final de la novela, les haga merecedores de obtener un anhelado “tesoro” que se han ganado con creces.

Un pequeño tesoro

Libros como “Los buscadores de tesoros” son excelentes obras dirigidas a un público infantil las cuales, al mismo tiempo, son capaces de entretener a lectores de más edad. Al fin y al cabo, todos hemos sido niños y, por lo tanto, tenemos la capacidad de reconocernos en alguno de los hermanos Bastable, o de imaginar qué habríamos hecho de habernos visto en alguna de las situaciones a las que deben enfrentarse. Edith Nesbit, con su habilidad para narrar con la voz de un niño, consigue introducirnos en el hogar de los Bastables para que seamos un miembro más de una familia con problemas pero, sobre todo, unida por el gran amor que todos se profesan.

Ilustrada por Pilar González y Antonio Cuesta, y traducida por Nuria Reina Bachot (quien aporta un buen número de notas a pie de página informativas, algo muy de agradecer), “Los buscadores de tesoros” es una novela muy entretenida, así como un canto a la bondad y a la fuerza de los lazos familiares. En El Mar de Tinta estamos deseando conocer qué nuevas aventuras aguardan a los hermanos Bastable, como lo estará sin duda cualquier lector que disfrute de esta encantadora historia.

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