Los nombres muertos

Cuando se analiza la historia de la literatura de Terror, uno de los nombres que surge de forma invariable es H. P. Lovecraft. Y lo hace con toda justicia, pues sus extraordinarios relatos de “horror cósmico” ejercieron una poderosa influencia en sus contemporáneos y, a día de hoy, continúan inspirando a innumerables escritores deseosos de aportar su granito de arena a lo que se conoce como los “mitos de Cthulhu”.

Ahora bien, menos habitual resulta para el  inspirador acabar convertido en parte fundamental de la historia que inspira. Y eso es, precisamente, lo que encontramos en “Los nombres muertos”, la excelente novela de Jesús Cañadas publicada por Random House Mondadori en su sello Fantascy. Una obra en la cual el genio de Providence comparte protagonismo con otros ilustres literatos de su círculo (Frank Belknap Long y Robert Ervin Howard), y con Sonia Greene, quien fuera su esposa entre 1924 y 1926.

La búsqueda de un libro mítico

Agosto de 1931. Un Howard Phillips Lovecraft desencantado con la escritura vive con su tía Lillian en una pequeña casa de Providence. Mimado por la protectora anciana, el cuarentón autor lleva una vida indolente y carente de propósito alguno, mientras la ominosa sombra de la necesidad de encontrar trabajo se cierne sobre su ánimo.

Howard recibirá la inesperada visita del joven Frank Belknap Long, uno de sus más fervientes admiradores, quien le informará de la existencia de una acaudalada viuda deseosa de encontrar el “Necronomicón”, un volumen plagado de saberes impíos escrito por un árabe loco muchos siglos atrás. El problema es que tal libro no es sino fruto de la imaginación de Lovecraft. O, al menos, eso afirma el escritor con total rotundidad.

Sea como fuere, diversas circunstancias propiciarán que Lovecraft, Long y el aguerrido autor tejano R. E. Howard acaben recorriendo el mundo en pos del mítico libro. De Londres a Damasco, pasando por tierras portuguesas y por un convulso Berlín de entreguerras, el trío de escritores vivirá peligrosas y terroríficas aventuras, mientras se cruzan con numerosos personajes tan conocidos como Aleister Crowley, Arthur Machen, Fernando Pessoa, Erik Jan Hanussen o J. R. R. Tolkien.

Sobre el “Necronomicón”

Si hay un falso grimorio por excelencia, ese es sin duda el “Necronomicón”. H. P. Lovecraft fue muy minucioso al crearlo, y dotó al volumen maldito de una historia tan verosímil que todavía hay quien afirma (sin sonrojarse ni nada) que el libro existe y puede consultarse en determinados lugares.

Escrito por el  poeta Abdul Al-Hazred (con el título original de Al-Azif, traducible como «el rumor de los insectos por la noche»), alrededor del 738 de nuestra era, la osadía del autor le valió ser devorado vivo por una criatura invisible delante de varios testigos. Traducido al griego por Theodorus Philetas ya como “Necronomicón” (algo así como “el libro que contiene las leyes de los muertos”), posteriormente conoció una versión en latín realizada por Olaus Wormius.

Se supone que tan sólo existen cuatro copias completas: una en la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard; una copia del siglo XV, en la Biblioteca Nacional de París; otra en la Universidad de Miskatonic en Arkham, Massachusetts; y otra en la Universidad de Buenos Aires. Como puede comprobarse, Lovecraft no escatimó esfuerzos a la hora de rodear su creación  de datos que apoyasen su existencia. No obstante, también explicó en varias ocasiones (probablemente motivado por la cada vez más extendida creencia de que se trataba de una obra auténtica) que el libro surgió de su imaginación.

Quién es quién

Al creador del “Necronomicón” le acompañan, como ya hemos comentado, tres personas cuya importancia en la vida de Lovecraft está fuera de toda duda. Y, como también hemos indicado, se cruzan en su camino unos cuantos personajes reales merecedores de un espacio del cual, por desgracia, no disponemos. Así que nos centraremos en esos tres acompañantes que comparten con el creador de Cthulhu buena parte de la novela.

Sonia Greene, mujer de armas tomar según la visión que de ella nos ofrece Jesús Cañadas, no merece ser recordada tan sólo por haber sido la esposa del genio de Providence. A lo largo de una longeva existencia (vivió 89 años), la señora Greene fue escritora, editora, exitosa mujer de negocios (se dedicó a la venta de sombreros) y presidenta de la Asociación Americana de la Prensa No Profesional. Tras su convivencia matrimonial con Lovecraft volvió a casarse, sin saber que aquel no llegó a firmar los papeles del divorcio (algo que la molestó bastante, ya que le convirtió en bígama).

Robert Ervin Howard (en la novela que nos ocupa se lee “Erwin” en lugar de “Ervin”, un error lamentablemente muy común) fue un autor extremadamente prolífico que en las tres décadas que vivió nos legó cientos de relatos de todo tipo de género, publicados en varias revistas Pulp. Entre sus creaciones destacan Solomon Kane, el Rey Kull y, por supuesto, Conan el cimmerio, el guerrero bárbaro por excelencia.

Por su parte, Frank Belknap Long escribió 25 novelas y 150 relatos. Muy respetado por sus colegas de profesión (el mismísimo Ray Bradbury considera fundamental su contribución a la Ciencia-Ficción norteamericana), los conocedores de los mitos de Cthulhu le recuerdan especialmente por haber escrito “Los perros de Tíndalos”, una de esas historias que no puede faltar en ninguna antología lovecraftiana clásica que se precie.

Una obra brillante

Jesús Cañadas lleva años publicando relatos en diversas revistas y antologías. Además, en 2011 publicó su primera novela, “El baile de los secretos”, la cual recibió excelentes críticas. Ahora, gracias a la oportunidad que le brinda Fantascy, el autor gaditano puede llegar a un público más amplio el cual, sin duda alguna, sabrá valorar “Los nombres muertos” como se merece.

En El Mar de Tinta creemos que nos encontramos ante una novela extraordinaria, escrita con un estilo muy cuidado, donde cabe destacar la voz de un Lovecraft que se expresa con la complejidad apreciable tanto en sus relatos como en su nutrida correspondencia. Una obra que combina con maestría lo real y lo ficticio, haciendo gala de una documentación exhaustiva y de un gran respeto hacia los personajes reales que la protagonizan. Cañadas ha conseguido dar forma a una historia cautivadora para cualquier lector, si bien quien conozca la obra de Lovecraft y a su círculo íntimo la disfrutará de una manera vedada a los profanos.

Si a todo lo anterior sumamos la magnífica ilustración de portada firmada por Guillermo Kelly, la excelente edición y un precio más que ajustado, resulta muy difícil resistirse a la que es una de las mejores novelas fantásticas publicadas en España a lo largo de 2013. Una obra fascinante de un autor cuyo próximo libro aguardamos con gran expectación.

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